Análisis

¿Qué se nos ha olvidado para prevenir la violencia?

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MANUELA MARTÍNEZ ORTÍZ

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Si bien la sociedad española a través de los movimientos civiles, de los medios de comunicación y de las instituciones gubernamentales ha reconocido la existencia de la violencia del hombre contra la mujer, llamada violencia de género, que acontece especialmente en las relaciones íntimas, y ha puesto en marcha recursos a todos los niveles para prevenir y detectar esta violencia lo antes posible e intervenir para que cese, y ha creado una ley que implica a todos los sectores de la sociedad desde el educativo al sanitario, algo se nos ha olvidado cuando la violencia no solo no ha cesado sino que está muy vigente en las relaciones íntimas de nuestras mujeres.

Los estudios recientes que nos informan de las estadísticas reales, es decir, no de cuántas mujeres han sido asesinadas por sus parejas sino del número de mujeres que están siendo golpeadas, insultadas, privadas de libertad o violadas, revelan que la cifra es muchísimo mayor que la que conocemos a través de los medios de comunicación. El último estudio, del 2011, indicó que el 10% de las mujeres mayores de 18 años habían sido víctimas de violencia. Sin embargo, se nos han olvidado las mujeres menores de 18 años.

¿Y qué suponen estos datos para las mujeres, para las familias y para la sociedad en general? Para las mujeres supone vivir en un estrés crónico, en un miedo constante, en un peligro que, además de aumentar la probabilidad de ser asesinadas y sufrir lesiones físicas permanentes, deteriora su organismo entero. Su salud mental se obnubila con depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, intentos de suicidio, baja autoestima, etcétera. Su salud física se va deteriorando con una alta incidencia de dolores, malestares, debilidades, disfunciones, etcétera. Y su sexualidad se ve dañada por las violaciones y los abusos sexuales. Para los hijos de las mujeres víctimas, para sus madres y padres, familiares y amigos, la violencia es una gran carga que deben soportar sin poder hacer mucho para evitarla, como testigos de piedra, sufriendo en la impotencia. Para la sociedad en general, para cada uno de ustedes, la violencia hacia la mujer supone un robo a su economía, ya que disminuye las arcas del Estado. La Organización Mundial de la Salud lleva años calculando lo que nos cuesta la violencia en concepto de atención sanitaria a las víctimas, servicios jurídicos, asistencia social, bajas laborales, consecuencias en el desarrollo de los hijos y un largo etcétera.

Por ello, hago las siguientes preguntas. ¿Dónde estamos? ¿Qué tenemos que hacer? ¿Qué se nos ha olvidado? En mi opinión, se nos ha olvidado definir lo que es una relación de pareja, cuál es el beneficio que nos debe aportar. Se nos ha olvidado comunicar que tenemos una pareja para estar mejor, para poder llevar una vida más completa, para poder construir una familia. Y se nos ha olvidado advertir de que cuando no ganamos sino que perdemos con una relación de pareja, entonces no tenemos una pareja, tenemos un enemigo. Se nos ha olvidado decirles a nuestras mujeres que tienen derecho a una vida sin violencia.

MÉDICA. CATEDRÁTICA DE PSICOBIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA