Las posibles consecuencias
El proyecto de onomástica castiga a los apellidos iniciados por zeta
Los apellidos Zaldívar, Zayas, Zambrano, Zúñiga, Zafra, Zamora, Zorrilla y Zubizarreta, entre otros muchos empezados por la letra zeta, estarían destinados a desaparecer si se aplicara a rajatabla una reforma onomástica que primara el orden alfabético, es decir, que los hijos de una pareja llevaran forzosamente como primer apellido el mejor situado en el listín telefónico. De la quema no se salvaría ni Zapatero, primer apellido para 11.098 españoles, aunque los primeros serían quizá Zurbarán, Zurita y Zurrón, que son las últimos de la lista en varias provincias. A estos tres, salvo en el improbable caso de enlace entre ellos, les quedaría una generación... en España, claro.
Eso no sucederá, dado que el orden alfabético solo regirá en el improbable caso de desacuerdo entre los padres. Salvo cataclismos vinculados a extrañas modas, los apellidos empezados por zeta y letras predecesoras (i griega, equis, uve doble, uve) seguirán vivos los próximos siglos. Pero bastaría con que un 5% de los matrimonios inscribieran a sus hijos dando prioridad al apellido mejor situado alfabéticamente para alterar la abundancia relativa. En vez de los cerca de 1.600 Vázquez nacidos en el 2009 en España, podrían haber sido 1.520. Los Álvarez, en cambio, habrían crecido de 3.050 a 3.200. En lugar de un sorteo, de una distribución uniforme, se primarían los empezados por a, be o ce. «Lo lógico es lo que tenemos ahora -explica Ramon Rovira, vicepresidente de la Societat Catalana de Genealogía-. Así se ha hecho siempre y así se hace en todo el mundo».
El sistema de transmisión actual nace en la edad media, prosigue Rovira, a fin de diferenciar a personas con igual nombre de pila. Lo habitual era añadir el lugar de origen, la profesión o el nombre del padre acompañado de un sufijo. Este sistema tuvo enorme éxito en castellano, con los ubicuosez (Fernández, hijo de Fernando), pero también en catalán, con losisde Llopis, Peris y Gomis, y en otras muchas lenguas, como el portugués, el inglés, el ruso y el sueco. Con el paso del tiempo, los nietos dejaron de heredar el nombre del padre y tomaron el apellido.
GARCÍA TRIUNFANTE / El éxito demográfico de García es exclusivamente natural y se atribuye fundamentalmente a que García y su variante Garci eran nombres de pila muy de moda en los primeros siglos de la reconquista, periodo de expansión territorial, que es cuando se gestó el actual sistema de onomástica. Como Fernando, Lope y Sancho. Luego se extendieron hacia el sur. Llegaron incluso a Mallorca, donde están documentados desde tiempos de Jaume I, y finalmente pasaron a América, donde son igual de frecuentes.
El sistema con doble apellido y transmisión solo del primero o paterno, manteniendo la casada el suyo propio, se hizo obligatorio en España en el siglo XIX, concluye Rovira. «Tenemos un fantástico sistema. ¿Por qué cambiarlo?»
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