Las prostitutas reconquistan los arcenes tras la caída de la presión policial

Prostitución carretera

Prostitución carretera / periodico

GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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El cuerpo de una mujer a la espera de clientes en el asfalto compone una imagen que se resiste a desaparecer de las carreteras catalanas. La operación ‘Arcén’, el último intento de la Generalitat para combatir esta prostitución, tampoco ha funcionado. Oficialmente sigue vigente, pero el dispositivo policial se ha ido desmantelando y las prostitutas, a las que se sancionaba si se exhibían a menos de 50 metros de las calzadas, han reconquistado los arcenes. La N-2 vuelve a ser lo que siempre ha sido: un expositor con más de 30 puntos de sexo esparcidos entre la frontera francesa y el límite con la provincia de Barcelona.

La operación Arcén se implementó a través de una disposición adicional de la ley catalana de carreteras incluida en el paquete de la ley ómnibus que aclaraba explíticamente que estaban prohibidas las ocupaciones de una vía pública que comprometieran la "seguridad" de esta. Es decir, arguyendo que la presencia de las prostitutas en el arcén suponía un riesgo para las conductores, se procedió a multarlas. A ellas y a los clientes que las contratasen. Se concretó a partir de junio del 2012, cuando los Mossos d’Esquadra reservaron agentes de la especialidad de tráfico para la tarea de peinar las carreteras y de vigilar que los arcenes estuvieran despejados. Fuentes policiales reconocen que actualmente ya no hay policías destinados a esta función. 

En el caso de la N-2, la arteria que tradicionalmente ha concentrado la mayor presencia de trabajadoras del sexo, los policías catalanes -sin jurisdicción para sancionar al tratarse de una calzada de titularidad estatal- se limitaban a levantar un acta con los datos de los implicados que se enviaba a las delegaciones españolas correspondientes a través del Servei Català de Trànsit (SCT). Ahora, sin embargo, ya pueden multarlas sin ningún impedimento porque la ley de seguridad ciudadana de ámbito estatal ha incorporado la iniciativa catalana y también prohíbe "ofertar o solicitar" servicios sexuales en las carreteras. El problema es que los Mossos dudan de que la estrategia promocionada en el 2012 por Felip Puig sea la más adecuada para lidiar con esta sórdida expresión de la explotación de mujeres. 

MULTAS IMPAGADAS

Tras el primer año en marcha, Interior presentó un balance de más de mil sanciones impuestas a meretrices y clientes. Además, la presión policial había logrado, según la 'conselleria', reducir la oferta de servicios sexuales en un 50%en un 50%. A pesar de este balance entusiasta, la realidad era que la medida no estaba luchando contra la prostitución de carretera, tan solo servía, en el mejor de los casos, para esconderla en parte. La inmensa mayoría de las multas no se llegaron a cobrar y tampoco tuvo ninguna incidencia en la siniestralidad, remarcan agentes de tráfico contactados por este diario. 

Los conductores dejaron de ver tantas prostitutas en la carretera pero los clientes siguieron viendo las pistas que indicaban que seguían allí -una silla de plástico o una sombrilla de playa abandonadas al inicio de un camino de tierra les avisaban-. En definitiva, lo que se redujo en un 50% fue la cantidad de meretrices visibles sobre el arcén. Pero el fenómeno sobrevivió más o menos intacto.

Por eso, la operación Arcén ya no es una prioridad para el cuerpo catalán, tal como admiten fuentes policiales, y la lucha contra la prostitución se centra en la investigación de las mafias que comercian con el cuerpo de las mujeres. La iniciativa de multar a las prostitutas tenía -en el fondo- un carácter contradictorio con esta estrategia. Si los investigadores estaban acreditando que las mujeres estaban siendo forzadas a venderse, ¿qué sentido tenía seguir multándolas fingiendo que podían elegir situarse o no en el arcén?  

TREINTA PROSTITUTAS EN LA N-2

Este diario ha podido contar en una mañana a 17 prostitutas en el margen de la N-2 a su paso por la provincia de Girona. Además ha divisado 9 sillas vacías atribuibles a mujeres que se encontraban realizando servicios o que todavía no habían llegado durante el recuento. En la C-260, entre Figueres y Roses, se contabilizaron cinco más. En total, alrededor de una treintena de mujeres. Desde la asociación Genera, que trabajaba habitualmente con estas mujeres, se remarca que la oferta, más o menos a la vista, se ha mantenido estable durante los últimos años y que los Mossos, con o sin dispositivo, siguen "multando" ocasionalmente. 

Estrategias tangenciales como la operación Arcén o como las ordenanzas municipales pueden incordiar temporalmente a la prostitución de carretera. Pero, hasta el momento, no han hecho nada más. 

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