Los 'arrepentidos' del 'Prestige' derriban las tesis de los acusados

Altos cargos jubilados revelan que el Gobierno gestionó de forma caótica el desastre

Trabajos de limpieza del chapapote en la costa de Muxía, en el 2003.

Trabajos de limpieza del chapapote en la costa de Muxía, en el 2003. / periodico

MANUEL VILASERÓ / MADRID

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Si los testimonios de los arrepentidos fueron decisivos en los macroprocesos italianos contra la Cosa Nostra, en el juicio del 'Prestige' este papel (salvando las distancias) lo están desempeñando exfuncionarios y extrabajadores de la naviera. Liberados de sus obligaciones de empleados a sueldo, sus confesiones han contribuido a desmontar las tesis de las defensas del capitán del buque, Apostolos Mangouras, y el exdirector general de la Marina Mercante, José Luis López Sors.

En las contadas pero jugosas apariciones del viejo marino griego ha quedado claro que el petrolero era poco menos que una basura flotante y él lo sabía. El juicio, cuya fase de declaraciones se prevé acabe esta semana, también ha revelado que la gestión del accidente por parte de la Administración de José María Aznar fue un caos marcado por una decisión política predeterminada: alejar el barco a toda costa.

Durante los seis meses que ha durado la parte declarativa de la vista oral que se celebra en A Coruña han pasado frente al tribunal expertos de talla mundial, una pléyade de funcionarios y altos cargos de la Administración, capitanes e ingenieros marítimos, pero casi todos ellos han adolecido de un problema: estaban convocados y pagados por una de las partes, de cuya versión de los hechos apenas se han apartado, por más simulaciones informáticas y otros sofisticados medios con los que han abrumado al tribunal.