NUEVOS PRODUCTOS FORMATIVOS

Universidad de masas

A punto 8 Vanesa Daza, coordinadora del curso MOOC de álgebra que la Universitat Pompeu Fabra ofrecerá a partir de marzo, ayer, en Barcelona.

A punto 8 Vanesa Daza, coordinadora del curso MOOC de álgebra que la Universitat Pompeu Fabra ofrecerá a partir de marzo, ayer, en Barcelona.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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Son cursos impartidos por internet, con materiales didácticos (explicaciones, ejemplos y ejercicios) preparados por profesores universitarios y de acceso gratuito para todo aquel que muestre un mínimo interés y tenga de cierta disponibilidad. Son los MOOC (del inglés 'Massive Online Open Courses'), lo último de lo último en materia de formación. El fenómeno, que en EEUU lleva cinco años en marcha y acaparando éxitos sonados, llega este trimestre a Catalunya, donde las universidades de Girona (UdG) y Pompeu Fabra (UPF) se disponen a lanzar sus primeras iniciativas. En septiembre, la Autònoma de Barcelona (UAB) impartirá otros tres cursos. La fórmula, sin embargo, despierta reticencias en algún sector de la comunidad universitaria.

«Lejos de significar una competencia para la universidad presencial, los MOOC son una oportunidad para lograr proyección internacional, explorar modelos pedagógicos a partir de las nuevas tecnologías y atraer a posibles futuros alumnos», argumenta Josep Eladi Baños, vicerrector de Docencia y Ordenación Académica de la UPF, que el 10 de marzo pondrá en marcha sus dos primeros MOOC, de momento con 4.000 inscritos.

Se trata, agrega Martí Casadesús, vicerrector de Planificación y Calidad de la UdG, de «una apuesta innovadora que, aunque de momento no reporta beneficios económicos a la universidad, a la larga puede suponer una ganancia indirecta». Los MOOC, dice Casadesús, permiten difundir la actividad de la universidad entre los bachilleres que buscan dónde cursar sus estudios superiores. Pueden ser usados, también, como cursos cero de algunas asignaturas, preparatorios para quienes empiezan la universidad. «Es bueno además que Catalunya esté presente en un ámbito con tanta repercusión internacional», afirma.

Mañana, sábado, la universidad gerundense se estrena con un curso titulado 'Investigación Científica 2.0', al que se han apuntado unas 1.600 personas. «De momento, entre los alumnos hay desde estudiantes de instituto a jubilados. La mayoría son españoles, pero también se han inscrito latinoamericanos», detalla.

El hito (y el mito) de Stanford

La historia de los MOOC está ligada al hito alcanzado en el 2011 por la universidad norteamericana de Stanford, que superó los 160.000 matriculados en un curso sobre inteligencia artificial. Este éxito fue determinante para que muchas universidades fuera de EEUU se animaran a copiar la fórmula. «Aún no sabemos si estamos ante un tsunami o ante una moda pasajera», admite Josep Eladi Baños, que apunta que, entre otros usos, los MOOC «se abran hueco en la formación continuada».

Y aunque las materias pueden ser tan variadas como disciplinas imparte una universidad, la casualidad ha querido que los cuatro cursos con que se estrenan las universidades catalanas sean más de ciencias que de letras: álgebra, química, investigación científica y estrategias para emprendedores.

«Están siendo muchas horas de preparación, pero el reto es emocionante», asegura Vanesa Daza, coordinadora, junto a Nikolaos Makriyannis, del MOOC 'Descodificando Álgebra' de la UPF. « Además de las explicaciones ofrecidas en video, habrá un foro para los alumnos y cada semana propondremos un reto para que los estudiantes resuelvan, por ejemplo, un criptograma», relata.

Mientras la UPF y la UdG impartirán sus cursos a través de la plataforma MiriadaX, la UAB lo hará en la popular Coursera, creada precisamente en Stanford. Los cursos, que hoy abren el periodo de matrícula, profundizarán en aspectos de la histología, el cálculo matemático y la egiptología.

«Mecanismo publicitario»

Pero no todos opinan igual. Gerentes universitarios reunidos hace unos días en unas jornadas de la UPC ven en los MOOC una amenaza. «Si unos conocimientos se ofrecen de forma gratuita, será muy difícil convencer a la gente para que pague por ellos», alegaron participantes en el foro.

«Los modelos masivos tienen una connotación negativa: al estudiante le falta el acompañamiento del profesor y no se prevé un sistema de evaluación, con lo que es complicado emitir certificaciones», objeta Albert Sangrà, director del eLearn Center de la UOC, que considera que si las universidades públicas catalanas empiezan a apostar por esta fórmula es porque «es un mecanismo publicitario». Otra cosa, agrega Sangrà, es si «unos cursos que abandonan el 95% de los alumnos pueden considerarse un éxito».