INICIATIVA MÉDICA PIONERA EN ESPAÑA

Saturados de fármacos

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

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El 3% de la población barcelonesa, unas 30.000 personas, toman más de 10 medicamentos distintos al día. Un millar consumen más de 15 fármacos diarios. Y cerca de 500 pacientes superan las 20 e incluso las 25 pastillas, cada una con su toxicidad, interacciones y consecuencias indeseables sobre la digestión, el apetito, el sueño, el ánimo, la capacidad de concentración o la sangre. Este arsenal químico llega a diario al estómago de enfermos a los que se han diagnosticado cuatro o cinco trastornos incurables pero no mortales, crónicos, para los que su médico de familia prescribe mensualmente, de forma indefinida, una extensa medicación que en muchas ocasiones da lugar a una nueva enfermedad.

Es raro que un fármaco recetado a un enfermo crónico se retire de su pauta de tratamiento cuando cesa el malestar que lo motivó, explican tanto médicos como pacientes.

Esta enorme carga tóxica autorizada y cotidiana, que se repite con ligeras variaciones en todas las consultas médicas de la red sanitaria pública española, y sobre la que el médico de familia tiene autoridad absoluta, ha empezado a alarmar a los propios doctores prescriptores, que no ocultan el riesgo sanitario en que incurren los enfermos objeto de estos abundantes tratamientos.

INICIAR LA REVISIÓN / «Es imprescindible que el médico de familia revise periódicamente el plan terapéutico de los enfermos que están tomando 10 o 15 fármacos diarios, siempre potencialmente tóxicos, que en muchos casos no les hacen ningún beneficio sino todo lo contrario», advierte Rafael Ruiz Riera, responsable del primer programa de desprescripción gradual que se emprende en Catalunya para iniciar la vuelta atrás de tanta medicación. El doctor Ruiz Riera coordina 25 centros de asistencia primaria (CAP) de Barcelona, con epicentro en el de Drassanes, donde han empezado a analizar las historias clínicas de los enfermos y a retirar los fármacos prescindibles.

España es desde hace más de 10 años el país de Europa con mayor consumo de medicamentos financiados o de venta libre, y el segundo del mundo, tras EEUU. A los efectos secundarios de esa medicación se atribuyen 4.500 muertes cada año en España, asegura Ruiz Riera. «Un 3,5% de las personas que acuden a los servicios de urgencia sufren las consecuencias negativas de los fármacos que están tomando», añade.

VISTO BUENO DE SALUT / La iniciativa del colectivo que encabeza este médico ha sido muy bien acogida en el departamento de Salut, que estudia extenderla al resto de Catalunya. Nunca hasta ahora, cuando duda presiona el imperativo de ahorrar, se había decidido la Generalitat a estimular un proyecto que choca con algunos médicos, que sienten cuestionado su criterio clínico, y se enfrenta a la industria farmacéutica y a sus visitadores comerciales, asiduos de los pasillos de los CAP. Las medidas aplicadas hasta ahora en esa dirección han penalizado a los pacientes, con el copago farmacéutico o el euro por receta, prescindiendo del hecho de que ellos no se autorrecetan. Ahora toca analizar la intervención del doctor.

POR QUÉ TOMA OMEPRAZOL / Para que un médico acceda a retirar a un enfermo a su cargo un fármaco que él mismo recetó, los impulsores de esta iniciativa deben demostrarle, con tacto y argumentos científicos, la conveniencia de hacerlo así. «Nos basamos en los riesgos que corre ese enfermo, para que su médico y el paciente no piensen que se lo sugerimos para ahorrar, cosa que tampoco está mal», advierte Ruiz Riera.

El plan terapéutico, o la receta electrónica de los pacientes, lo emite el médico de familia que visita en los CAP, y de allí llega al ordenador de las farmacias. Ese doctor, que conoce desde hace años a los enfermos asignados a su cargo, es el último responsable de los fármacos con receta pública que reciben sus pacientes, pero no es la única figura médica con acceso al citado plan electrónico. «Los médicos de urgencias, o el especialista que le mira el corazón, tienen acceso a la historia clínica de un enfermo y pueden añadir fármacos al plan diseñado en el CAP -dice Jaume Benavent, adscrito a la dirección del Institut Català de la Salut (ICS)-. Los medicamentos que indica el especialista pasan a ser recetados de forma indefinida, con todos los anteriores. Y así van sumando».

El equipo que coordina Ruiz Riera actúa ante los médicos más prescriptores. Les ofrecen una aplicación informática, ideada en EEUU, que incluye el cuestionario que los doctores han de plantear a sus pacientes. «¿Usted por qué toma omerprazol?», «¿cómo le sienta la pastilla del colesterol?» y «¿ha sangrado alguna vez?» son algunas de las preguntas. Una vez el paciente ha respondido, el médico analiza si conviene mantenerle todas las pastillas que le receta desde hace años, o si sería mejor eliminarle algunas.