ANIVERSARIO EDITORIAL

Primeras letras en catalán

Renovación pedagógica 8 Ilustraciones del libro 'Beceroles', donde se aplican metodologías innovadoras para aprender a leer y escribir.

Renovación pedagógica 8 Ilustraciones del libro 'Beceroles', donde se aplican metodologías innovadoras para aprender a leer y escribir.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Un libro en catalán, cuando el franquismo acababa de celebrar sus '25 años de paz' y daba apenas unas tímidas señales de aperturismo, no pasó desapercibido. Tampoco que el libro fuera un manual escolar, editado a todo color, con cuentos, poemillas y canciones, inspirados en la tradición pedagógica de la escuela catalana republicana. Se llamaba 'Beceroles', lo elaboró la pedagoga Àngels Garriga y lo sacó al mercado Frederic Rahola, propietario de la Editorial Teide. Hoy el primer libro de texto publicado en catalán tras la guerra civil cumple 50 años.

«Fue un manual innovador y hasta cierto punto revolucionario, porque irrumpió en una escuela que en ese momento era una escuela en blanco y negro», sostiene David Rahola, consejero delegado de Teide y nieto del editor del libro. «No fue una edición clandestina», afirma Rahola, pero hasta ese momento ninguna otra empresa se había aventurado a dar el paso. «Mi abuelo, que digamos que tampoco era muy amigo del régimen, vio que había algunas escuelas pioneras y, sobre todo, entidades civiles y culturales que habían empezado a dar clases de catalán, y decidió facilitarles material pedagógico», relata el editor.

La autora «recuperó las metodologías más modernas, en un momento en que lo más frecuente eran los clásicos cuadernillos de caligrafía», agrega Rahola, que ha aprovechado el aniversario para reeditar un facsímil del 'Beceroles' original.

«Prueba de que fue un manual bien hecho es que duró muchos años: lo usaron varias generaciones», afirma. Algunos de los niños de esa época, que ahora andan entre los 45 y 55 años, lo recuerdan perfectamente. «Los profesores que íbamos por los barrios del área metropolitana, donde se estaba instalando la inmigración andaluza -que en esos momentos ni siquiera había oído cómo sonaba el catalán-, llevábamos el Beceroles con nosotros», explica Enric Larreula, escritor y profesor en Òmnium Cultural y la UAB.

«Yo no solía usarlo como libro de texto en clase porque con mis alumnos tenía que centrarme en las cuestiones orales, en las explicaciones en la pizarra -prosigue Larreula-, pero se lo enseñaba para que supieran que el catalán era una lengua editada, de cultura y de prestigio», cuenta. «El 'Beceroles' cumplió ese fin, fue una herramienta de identificación de la lengua. Y fue el primer ladrillo de un edificio que todavía seguimos construyendo», sentencia.

También Rosa Boixaderas, profesora de la Universitat de Vic (UVic), utilizó el manual de la editorial Teide en la década de los 60. Boixaderas era entonces una joven maestra, recién salida de la Escuela de Magisterio, cuando la directora de un colegio privado de Badalona la llamó para dar clases de catalán.

A diferencia de los estudiantes de Larreula, sus alumnos eran de origen catalanohablante, «por lo que la directora quiso que también aprendieran a escribir su lengua materna». «Eran clases enormes, de entre 30 y 40 alumnos... Y todos tenían el Beceroles y unos cartoncillos que iban colocando en los espacios en blanco», rememora la maestra. «El libro nos fue muy útil, una propuesta pedagógica muy interesante», concluye Boixaderas.

Algo estaba cambiando

La autora del libro, Àngels Garriga, era una maestra que había estudiado en los años de la Mancomunitat y que dirigía el grupo escolar Pau Vila en Barcelona cuando recibió el encargo del editor Rahola. «Ella estaba en contacto con Marta Mata y todo el movimiento de renovación pedagógica que estaba poniéndose en marcha en Catalunya», recuerda Maria Teresa Codina, cofundadora de la asociación de maestros Rosa Sensat, que también cumple 50 años este 2015. «El libro fue muy bien recibido. ¡Poco podía imaginar la propia Àngels Garriga la acogida y la resonancia que llegaría a tener!», exclama.

«El Beceroles puso en manos de los niños y los maestros unas metodologías que habían estado olvidadas durante años: el método analítico, Montessori, Decroly. Esta es la gran propuesta de este libro, que ofreció una base para lo que luego se convirtió en la escuela activa», subraya Maria Àngels Ollé, maestra, fundadora de diversas escuelas y autora de novelas infantiles y juveniles en catalán.