Popurrí de asignaturas

Bàrbara Serra, alumna del Grau Obert de la UPF.

Bàrbara Serra, alumna del Grau Obert de la UPF.

M. J. I. / BARCELONA

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Nuevas carreras. Y cuanto más imaginativas, originales y flexibles, mejor. En este competitivo mercado en que se está convirtiendo la universidad, los rectores tratan de frenar el goteo de alumnos ampliando la oferta de estudios tanto como les sea posible. Para el próximo curso 2015-2016, el abanico de novedades sigue siendo amplio, muy amplio, para desconcierto de los jóvenes, que se pierden muchas veces a la hora de elegir. Así, este septiembre las universidades catalanas ofrecen 14 grados de nueva creación13 dobles titulaciones (la fusión de dos grados ya existentes), seis carreras reformuladas cinco impartidas en inglés... Y entre ellos, incluso, un grado abierto, sin un currículo predeterminado, lo que implica que cada alumno escoge las asignaturas según su propio interés y diseña el horario de acuerdo con sus tutores.

«Estuve meditándolo mucho durante el último curso de bachillerato y cuando me enteré de que existían estos estudios, me dije: 'Esto es lo mío'», explica Bàrbara Serra, una de las estudiantes que empezará el primer curso del Grau Obert, que ofrece la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Se trata, subraya el rector, Jaume Casals, de una iniciativa  «innovadora e insólita en el sistema universitario español, inspirada en el modelo de las universidades norteamericanas, donde a los alumnos se les concede un primer año para que orienten su carrera posterior».

El propósito del grado, señala Casals, es que los estudiantes aprovechen el primer año de universidad para conocer qué les ofrece esta «desde dentro», explicaba el rector en una conversación reciente con este diario. «Yo lo definiría no realmente como una carrera, sino como un curso de bachillerato, pero ya enfocado», agrega la joven Serra.

Esta barcelonesa de 18 años (con una nota de selectividad que muchos envidiarían), tiene que presentarse el próximo 8 de septiembre en la UPF para entrevistarse con sus tutoras («una se encarga de la parte académica y la otra, de la administrativa», aclara) y acabar de cerrar con ellas su horario para el próximo curso. «En mi caso, he elegido un 50% de materias del grado de Empresariales; un 25% del de Políticas y Administración Pública y el 25% restante de Relaciones Laborales», detalla.

«Siempre me han interesado las cuestiones sociales, pero vinculadas a la empresa... Espero que este año me sirva para acabar de ver qué es realmente lo que más me gusta», dice la nueva universitaria, ilusionada con el reto. Otras 19 personas compartirán grado -que no necesariamente aula- con ella. «Hay gente que ha escogido opciones de lo más diverso... ¡A ver cómo acabarán encajando todas las asignaturas!», exclama.

Esta es, precisamente, una de las claves de este «modelo de docencia individualizada», como lo define el rector Casals, que recuerda que la UPF ha impulsado una iniciativa similar en algunos másteres y posgrados. El profesorado es determinante, no solo para confeccionar horarios y compatibilizar asignaturas, sino que también debe ser capaz de «orientar a cada uno de los alumnos, aunque eso signifique que, puntualmente, deberá dejar de realizar otra funciones». Eso sí, en el segundo curso, los estudiantes deberán de haber elegido entre una de las muchas titulaciones que ofrece la UPF.

De este modo, además, el alumno deja de ser un número, un dato estadístico. «Lo último que queremos es coger a las personas y meterlas, de por vida, en un cajón», reivindica el rector.