Sobrevivir al narcotráfico

México y Colombia, dos de los países convocantes de la cumbre, reclaman más eficacia y humanidad en la lucha contra las drogas

DROGA MEXICO

DROGA MEXICO / periodico

TONI CANO / MÉXICO

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A pesar de que México fue uno de los convocantes, junto a Colombia Guatemala, de esta cumbre sobre las drogas, el presidente mexicano, Enrique Peña, no tenía intención ni de acudir al encuentro hasta el viernes pasado, cuando cambió de opinión bajo una lluvia de críticas. Temeroso de los costes políticos de mayores decisiones, Peña no presentará la postura oficial del Gobierno hasta el jueves, ya de vuelta en México. Seguramente no pasará de dejar abierta la posibilidad de regular la marihuana con fines terapéuticos.

Cuando el país lleva casi diez años sumido en una narcoguerra que ha dejado 150.000 muertos y 30.000 desaparecidos, "el Gobierno mexicano no quiere resolver el tema de las drogas", aseguran distintos expertos. Algunos tildan de “vaguedades” los planteamientos de “tener un enfoque más integral ante un problema mundial” o “lograr una reducción significativa de la oferta y la demanda”, así como priorizar la “prevención” al castigo, o ensalzar ante todo “la salud pública y los derechos humanos”.

Peña no parece dispuesto a aprovechar la puerta que abrió hace cinco meses la justicia al aprobar el cultivo, procesamiento y autoconsumo de la marihuana con fines lúdicos. El histórico fallo beneficiaba solo a los cuatro litigantes que impugnaron la ley general de Salud, pero obligó a mover ficha al Gobierno, que convocó a expertos y ciudadanos a participar en cinco foros regionales sobre la aquí llamada 'mariguana'.

El resultado de esos foros lo presentará Peña junto con las decisiones del Gobierno cuando regrese a México. El presidente convocó al debate, pero dejó clara su “posición de estar en contra de la legalización de la marihuana”. 

NO ESTIGMATIZAR

Por su parte el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ha llegado a la cumbre de Nueva York con más bríos que el mexicano, si bien ha aclarado que no está llamando a una legalización de las drogas, sino a adoptar medidas para acabar con el narcotráfico que tanto daña a estos países. Considera necesaria una nueva política antidrogas internacional más “eficaz, duradera y humana”.

Entre los elementos de esa nueva política destaca la de derechos humanos para “no victimizar ni estigmatizar a los consumidores”. Asimismo, pide que los países puedan reformar sus leyes antidrogas con mayor autonomía y flexibilidad en los convenios actuales. Sugiere “adoptar alternativas a la prisión para los delitos no graves relacionados con las drogas y dar prioridad a la rehabilitación efectiva y reinserción social de los delincuentes”. Propone “introducir un marco de salud pública para que el tratamiento del consumo de drogas se centre en la prevención, atención y rehabilitación de los toxicómanos”. Y pide persistir en la lucha contra la delincuencia organizada transnacional.

Los presidentes de los dos países americanos más afectados por el narcotráfico han hecho alusiones a la responsabilidad de los países consumidores. Era de esperar un más furibundo ataque, singularmente contra Estados Unidos, por parte de los representantes de los países suramericanos productores de la planta de coca.