LUCHA CONTRA UN MOLUSCO EXÓTICO

La plaga del caracol manzana queda impune

Un ejemplar de caracol manzana, en un arrozal de L'Aldea, en julio del 2013.

Un ejemplar de caracol manzana, en un arrozal de L'Aldea, en julio del 2013.

SÍLVIA BERBÍS / L'ALDEA

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La introducción en el delta del Ebro de la plaga del caracol manzana, la especie invasora más dañina que ha conocido uno de los humedales más importantes de Europa, por sus efectos ambientales y también económicos sobre el cultivo del arroz, quedará definitivamente impune. La Audiencia de Tarragona sostiene, como ya dictó en su día el Juzgado de Instrucción número 5 de Tortosa, que la causa ha prescrito, tal como expone en un auto emitido el pasado 19 de marzo, y a partir de ahí, el tribunal penal no ahondará en la culpabilidad o no de introducir una especie exótica, tan resistente como nociva, que pone en jaque el frágil equilibrio de un sistema natural en teoría tan protegido como es el delta.

El tribunal ha desestimado los recursos de apelación presentados por la Comunidad de Regantes-Sindicato Agrícola del Ebro, la Generalitat de Catalunya y la Asociación de Productores Agrarios del Delta del Ebro (Prodelta) contra el fallo emitido por el juzgado tortosino que declaraba extinguida la responsabilidad criminal de los propietarios de las empresas acusadas, Promotora Bama y Global Aquàtic Tecnologies, al haber prescrito el delito que se les imputaba: haber liberado o introducido una especie no autóctona perjudicando el equilibrio biológico.

DECENAS DE PERMISOS

Esas sociedades, dedicadas a la compraventa de animales exóticos, habían obtenido vía libre, tras decenas de permisos, para instalarse en el delta del Ebro. A partir de ahí, si los caracoles gigantes que se han convertido en la peor pesadilla de los arroceros salieron en algún momento de esas instalaciones piscícolas de L'Aldea o no será algo que quedará sin probar.

La Audiencia de Tarragona se reafirma en la prescripción ya sentenciada por el juzgado y desestima la argumentación del abogado de la Generalitat, que alegaba que no podía descartarse que la introducción de ejemplares hubiera sido constante en el tiempo, de manera que se trataría de un delito continuado y, por tanto, no prescrito. También rechaza la alegación de Prodelta ahondando en el hecho que se trataría de «un delito de efectos permanentes en el que la situación dañina aún no ha cesado», por lo que «no habría empezado ni siquiera a correr el término de la prescripción».

DETECCIÓN EN EL 2009

El tribunal, sin embargo, considera que la prescripción empezó a contar no ya desde que se detectaran los primeros ejemplares del caracol, en el 2009, como también argumentaron inicialmente los apelantes, sino incluso antes, cuando se liberó la especie invasora. «No puede descartarse que su inoculación inicial fuese tres o cuatro años anterior a la fecha de su aparición en el delta en la primavera del 2009», señala el auto. Este se remite al informe elaborado por los Agents Rurals, que determinó que algunos ejemplares detectados en el 2009 tenían ya una edad de 5 o 6 años. La Audiencia admite, eso sí, que resulta difícil aplicar el delito de liberación o introducción de especies no autóctonas puesto que para que se consume ese delito debe existir perjuicio para el equilibrio ecológico. Como ese perjuicio puede no ser inmediato sino demorarse en el tiempo, como es el caso, se puede producir cuando ya se ha alcanzado la prescripción al cabo de tres años. He ahí la clave.

«Nos hubiera gustado que la justicia hubiera decidido continuar la investigación para llegar al fondo del asunto y no que se hubiera resuelto por prescripción», afirmó ayer el director general de Desenvolupament Rural de la Generalitat, Jordi Sala, responsable de la Administración catalana para el control de la plaga.

Por su parte, el abogado de la empresa, Manuel Troyano, defiende que de haberse investigado el fondo del asunto el resultado hubiera sido la absolución: «Ni está claro que los ejemplares introducidos fueran de la especie nociva, ni mucho menos que se escaparan de las instalaciones del núcleo zoológico». También recuerda que los animales que fueron importados por este núcleo zoológico disponían de todos los permisos y visados, como los tenía la propia instalación en el delta. «La Administración dio el visto bueno a todo», remarca.