Polémico gancho para el turismo de montaña

El Pirineo empieza a sacar partido del oso tras 15 años de rechazo

ESPECTÁCULO DE LA NATURALEZA 3Arriba, uno de los osos avistados recientemente en el valle de Aran. Sobre estas líneas, un grupo de observadores tratando de captar imágenes de estos animales.

ESPECTÁCULO DE LA NATURALEZA 3Arriba, uno de los osos avistados recientemente en el valle de Aran. Sobre estas líneas, un grupo de observadores tratando de captar imágenes de estos animales.

ROSA MATAS
LLEIDA

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Nhèu, un ós bru al Pirineu from Daniel Roca on Vimeo.

El oso pardo del Pirineo de Lleida, tan rechazado desde la liberación de los eslovenos Giva, Melba y Pyros a mediados de los años 90, empieza a tener admiradores en el valle de Aran. Parte del sector turístico aranés ve una oportunidad en lo que hasta ahora había sido solo fuente de conflictos y algunos hoteles ya ofrecen rutas turísticas por las tierras en las que los plantígrados han dejado sus huellas. Eso no significa, sin embargo, que la reconciliación sea ya un hecho, ni mucho menos. Ni los ganaderos, ni los cazadores ni las autoridades lo ven nada claro.

La mejor promoción la han hecho los propios osos. Entre mayo y junio, alrededor de las siete de la tarde, dos ejemplares jóvenes se dejaban ver durante tres horas en Salt del Pish, en el valle de Varradós (Vielha e Mijaran). Podían verse a 400 metros. Corrió la voz y empezó a llegar gente. «Se les veía al lado de los rebecos, de los corzos, de los ciervos. Y los araneses vieron que símplemente comían hierba, plantas», explica Marc Alonso, socio de la oenegé naturalista Depana y uno de los guías que este año han empezado a hacer rutas. Entre mayo, junio y la primera mitad de julio le siguieron 700 personas a ver los osos, a los que él conoce por sus nombres: «Son dos hermanas jóvenes, Nhèu y Noisette; Pollen, una hembra adulta, y dos machos enormes, Pyros y Balou».

PROYECTO EN EL PALLARS / La parte del sector turístico aranés que apuesta por el oso mira con envidia al Pallars Sobirà, que trabaja en la que será la Casa de l'Ós, en Isil. Hasta entonces, sus promotores, la oenegé Acció Natura, el Ministerio de Agricultura, el Ayuntamiento de Alt Àneu y la Generalitat, tienen una exposición en el Refugi de Fornet que también llegará a Esterri d'Àneu.

En Aran los avistamientos de este verano pueden dar un empujón. Ahora los guías añaden a sus propuestas de ruta zonas por las que ha pasado algún oso. «Lo que nos hace falta es que el Conselh Generau d'Aran las señalice», apunta Asier Urruzono, dueño del hotel Ribaeta de Vielha.

El aprovechamiento turístico del oso era una asignatura pendiente en el Pirineo de Lleida, fruto de la desconfianza de la gente. Así lo interpreta Guillermo Palomero, presidente Fundación Oso Pardo, para quien eso se ha debido a la «mala información» cuando se reintrodujeron osos procedentes de Eslovenia. Palomero está convencido de que la Generalitat está haciendo «un buen trabajo» con los ganaderos con el reagrupamiento de rebaños, las indemnizaciones a los perjudicados por la acción de los osos y la protección de colmenares.

Pero no toda la hostelería del valle lo ve igual. El gremio no quiere pronunciarse porque el gran rechazo que ha generado siempre la reintroducción del oso divide al sector. Una pequeña parte de la hostelería aranesa está regentada por cazadores, el núcleo duro de los críticos. A su lado tienen a muchos ganaderos a los que la llegada del oso a las montañas les cambió la vida.

FUERTE OPOSICIÓN / La primera autoridad de Aran, el síndic Carlos Barrera, está con los ganaderos. Y no tiene ninguna intención de señalizar las rutas, porque para él la prioridad es la ganadería. «No han venido autocares de turistas. La mayoría de quienes iban a ver los osos era gente del valle», dice Barrera, quien cree que «se frivoliza mucho por parte de alguien que tiene intereses concretos. El oso solo ha traído problemas». Su empeño está ahora en establecer las bases para las ayudas a los ganaderos, que a su juicio «no llegan igual a todos los sectores», y en la gestión de las indemnizaciones.

Toño Boya, propietario del Hotel Talabart de Les y presidente de la asociación de productores de caballo, es de los que rechazan a los osos con todas sus fuerzas. Cuenta que uno mató a principios de agosto a siete caballos e hirió a dos más en Bossòst, en una zona en la que se ha visto a una osa adulta y dos pequeños. Los caballos se despeñaron.

Barrera se ha reunido con los ganaderos y busca pruebas de los hechos denunciados. Ya ha pedido el testimonio de la bióloga de la Generalitat que seguía a la osa. No es la única indemnización que tiene que resolver. Sobre su mesa tiene pendiente la denuncia del cazador jubilado de Les al que hirió la osa Hvala en el 2008, y que reclama por vía judicial una indemnización a la conselleria de Agricultura.