De perros a lobos

Dos agentes rurales inspeccionan el territorio en busca de rastros de la jauría asilvestrada de Seròs.

Dos agentes rurales inspeccionan el territorio en busca de rastros de la jauría asilvestrada de Seròs.

EVA VISA / LLEIDA

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La jauría salvaje de Seròs (Segrià) se ha convertido en una pesadilla para las autoridades y los vecinos de esta zona rural de Lleida. Desde la semana pasada estos perros asilvestrados han matado más de 220 ovejas en dos ataques y se teme que puedan atacar a personas. Las patrullas de agentes rurales y el grupo de seis cazadores autorizados extraordinariamente a disparar a los canes no han conseguido hasta ahora ni siquiera localizarlos.

Los agentes rurales destacan de ellos que tienen un comportamiento imprevisible y que son desconfiados y astutos, por lo que ven casi imposible atraparlos con las trampas que han colocado en los alrededores de las granjas. Ante esta situación la Conselleria d'Agricultura ha dado un permiso excepcional también a los agentes rurales para que puedan matar a los animales. La autorización tiene una vigencia de un mes.

Lo que sea, incluso matar, para sobrevivir. Esta es la ley por la que se rige el grupo de perros asilvestrados o no socializados que han llevado la inquietud a poblaciones del Baix Segrià como Seròs, Torres de Segre, Aitona y Alcarràs. La manada actúa como tal y tiene una estrategia de caza inteligente y acordada. Así lo afirma Marta Amat, jefa del Servicio de Etología del Hospital Clínico Veterinario de la Universitat Autònoma de Barcelona, quien explica que todos los perros tienen, de forma innata, una conducta depredadora. «Si a ello le sumas que pasan hambre y un comportamiento de facilitación social, es decir, un proceso de imitación entre los canes en la conducta de caza, ocurre lo que está pasando en Seròs», explica la especialista en comportamiento animal. Según ella, las razas más predispuestas a desarrollar este comportamiento agresivo son los perros pastores, aunque cualquier can abandonado en el medio rural puede asilvestrarse en cuestión de meses. Su conducta retorna, entonces, a sus orígenes: el lobo, uno de los depredadores por excelencia.

EVITAR CORRER

Amat añade que es «muy difícil» que estos perros puedan volver a ser domesticados ya que «han perdido el respeto al hombre». «Nunca», continúa, se podrá eliminar «totalmente» de ellos la conducta instintiva a la que han regresado, aunque sí que puede ser controlada, sobre todo en animales jóvenes. La etóloga manifiesta que los canes asilvestrados pueden ser peligrosos para las personas si los animales detectan movimientos rápidos, por lo que hay que evitar correr y si se va en bicicleta se aconseja detenerse. «Puede producirse una mezcla explosiva si el perro nunca ha estado en contacto con personas», afirma Amat.

Los rurales creen que la jauría de Seròs está formada por una veintena de individuos, aunque opinan que los responsables de la muerte de las ovejas habrían sido cuatro. Se piensa que se trata de perros grandes y de raza mestiza y que varios de ellos ya han nacido en estado salvaje. La organización interna de la jauría depende, según la experta, del grado de parentesco que existe entre ellos. Si hay relación sanguínea, las leyes internas son más flexibles. Los agentes rurales quieren como primera opción atraparlos vivos y piensan que si capturaran al líder de la manada el éxito estaría garantizado porque este los conduciría hasta el resto de animales.

Cuatro de los 230 perros que hay en la protectora de animales de Lleida son animales asilvestrados. La responsable de la instalación, Lydia Argilés, explica que se trata de animales que tienen mucho miedo al hombre. «No los podemos ni tocar ya que, a modo de protección, enseñan los dientes continuamente», afirma. «Poco a poco, intentamos que se acostumbren a nosotros hasta que se den cuenta de que no somos tan malos», asegura. «Lo que ha pasado en Seròs no es culpa de los perros. Se asilvestran porque son abandonados. La prevención del abandono es fundamental», acaba.

TERAPIA DE SENSIBILIZACIÓN

Sin embargo, cuando la prevención no es posible, los veterinarios recomiendan el trabajo de un educador canino con los perros asilvestrados. Uno de ellos es Ernest Belchi, director del Centro de Adopción de Animales de Compañía del Segrià, quien explica que la conducta de los animales, «como la de los humanos», puede reconducirse. «Con los perros salvajes realizamos terapia de sensibilización sistemática». Consiste, relata, en exponer al animal a un estímulo positivo, como puede ser darle comida en presencia de una persona, que es lo que le provoca miedo. «Poco a poco, el profesional debe ir recortando las distancias con el animal», cuenta Belchi. Solo así, con el paso del tiempo y mucha paciencia, el perro que ha desandado el camino que le separa de su ancestro el lobo puede quizá un día volver a ser el mejor amigo del hombre.