La selectividad en Catalunya, una de las más caras de España

Nil Díez, Belén Valverde y Ramon Garcia preparan el examen de selectividad en la biblioteca Joan Oliver, en Barcelona.

Nil Díez, Belén Valverde y Ramon Garcia preparan el examen de selectividad en la biblioteca Joan Oliver, en Barcelona.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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Hasta 126 euros han tenido que pagar para poder examinarse de la selectividad los estudiantes de bachillerato que hoy empiezan las pruebas de acceso a la universidad (PAU) en Catalunya. El importe es el resultado de sumar las tasas de matrícula (34,35 euros), el precio de la prueba general (otros 57,20 euros) y el de la fase conocida como específica, a la que se presentan los estudiantes que aspiran a obtener notas más altas (11,50 euros más por cada asignatura, hasta un máximo de tres). En las comunidades más baratas -Galicia, Cantabria, el País Vasco y la Comunidad Valenciana-, la inscripción en la selectividad le sale a los estudiantes por unos 75 euros, si bien en la mayoría de las autonomías lo habitual son 100 euros.

«No es un dinero baladí», denunciaban hace unos días a este diario padres de jóvenes bachilleres que acababan de abonar la tasa. Sobre todo, teniendo en cuenta que los estudiantes han de pasar, sí o sí, por el aro de la selectividad para acceder a la gran mayoría de los 475 grados que ofrecerán el próximo curso las universidades públicas catalanas y la Universitat de Vic (UVic-UCC).

«En los últimos cinco años, la universidad se ha encarecido de manera desproporcionada en Catalunya y ha llegado a un extremo difícil de sostener para muchas familias», reflexiona Àlex Castillo, presidente de la federación de asociaciones de padres de alumnos de Catalunya (FAPAC). «Esto de la selectividad -agrega- puede inscribirse en la misma línea: amparándose en la crisis y en que Madrid no paga, están sableando a la gente», indica Castillo.

COMPLEJA LOGÍSTICA

¿Qué están sufragando los alumnos con este dinero? Pues, fundamentalmente, la preparación, organización, realización y posterior corrección de las pruebas, una labor en la que el año pasado participaron más de 1.600 profesores de universidad e instituto, según datos recogidos en la memoria de actividades del Consell Interuniversitari de Catalunya (CIC), el organismo integrado por la Generalitat y las universidades catalanes y del que depende, entre otras entidades, la Oficina d'Accés a la Universitat. Las tasas sirven también para pagar los 124.000 cuadernos de respuestas que se editan cada año y las cinco series de exámenes de 28 materias que se elaboran, lo que suponen 620 tests diferentes. También se han de contabilizar los cedés que se precisan para las pruebas de idiomas y de análisis musical.

La compleja logística de la selectividad fue revisada el año pasado, después de que en el 2013 se detectaran varios errores en las pruebas (el más grave, atribuido a un fallo humano, se produjo en Matemáticas y obligó a repetir el examen días más tarde). Ahora, tras la actualización, se aplican hasta nueve filtros distintos para evitar que las pifias vuelvan a repetirse, tal y como explicó el año pasado el secretario del CIC, Claudi Alsina. Fuentes de la secretaría de Universitats se limitaron a señalar la semana pasada que el proceso será similar en esta convocatoria, aunque se negaron a aportar detalles sobre protocolos y costes.

MÁS CONTROLES

Generalitat y universidades revisaron todos los protocolos internos de actuación, redacción y producción de los exámenes, así como los procesos de seguimiento de las pruebas, tanto las escritas como las auditivas. Se introdujeron, además, nuevas figuras de control, como un jefe para cada área y un profesor de secundaria designado por la Conselleria d'Ensenyament en cada materia, explicó Alsina en la presentación de las PAU del 2014. Para los días de realización de las pruebas

-es decir, para hoy, mañana y el jueves-, los presidentes de los distintos tribunales disponen de un sistema de comunicación interno, para que si alguno de ellos detecta algún problema informe de manera inmediata y se adopte una misma solución en todas las aulas de examen.

La selectividad, a la que el Ministerio de Educación quiere poner fin dentro de dos años (para sustituirla por la nueva reválida de bachillerato), se realiza en Catalunya a través del modelo de evaluación por competencias. La tendencia, explica uno de los coordinadores temáticos de las pruebas, es «que los estudiantes demuestren en el examen que saben aplicar sus conocimientos y que no se limiten solo a probar que han adquirido esos conocimientos». En algunas asignaturas, como Biología, este criterio se empezó a introducir hace 10 años. Tras esta decisión, apunta Bueno, «se busca, de paso, modificar el modo en que se enseña en las aulas», indica el profesor universitario. «El problema es que la selectividad, que se diseñó para ordenar la oferta y la demanda de plazas universitarias, ha terminado, en cierto modo, pervirtiéndose, ya que los institutos dedican casi todo el curso de segundo de bachillerato a preparar la prueba», lamenta, por su parte, el presidente de la FAPAC.