proposición de ley en la cámara catalana

El Parlament, abierto a vetar solo los animales salvajes en el circo

Espectáculo con animales de la compañía The Casselly, durante el Festival Internacional de Circo de Montecarlo, en Mónaco.

Espectáculo con animales de la compañía The Casselly, durante el Festival Internacional de Circo de Montecarlo, en Mónaco.

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Parlament no descarta excluir del veto a los animales en los espectáculos circenses a las especies de ámbito doméstico, como caballos o perros. Un matiz significativo en relación con la proposición de ley que desde hoy debate para decidir la naturaleza de las funciones que se celebrarán bajo las carpas catalanas. Una apreciación que no se contemplaba inicialmente en la propuesta, impulsada por la asociación animalista Libera! y secundada por CiU, ERC, PSC, ICV-EUiA y la CUP. La redacción no establece distingos y extiende la prohibición a todo tipo de bestia, ya sea salvaje o de compañía.

Las protestas del gremio, que se queja de que solo se han escuchado las «presiones del lobi animalista», parecen haber surtido efecto. Al menos, parcialmente. Algunos de los partidos que dieron su apoyo sin ambages a la iniciativa admiten la necesidad de atender los argumentos de los empresarios y artistas.

Es el caso de CiU, que, en palabras de Josep Rull, admite la necesidad de reparar el error con las comparecencias de los defensores de los animales y del mundo circense, para fijar una posición «definitiva». Una postura, no obstante, inamovible con los animales salvajes. «Hay que evitar sus malas condiciones en las jaulas y los traslados», dice. Un extremo que, bajo su percepción, se relativiza con los animales domésticos, para los que los nacionalistas (el grupo mayoritario en la Cámara catalana) están dispuestos a convertir el veto en regulación si «se garantizan los derechos del animal».

Esa misma postura contempla Jordi Terrades, diputado del PSC, quien avanza que no son partidarios de una «prohibición genérica». «Hay que distinguir entre animales salvajes y domésticos, y buscar las mejores condiciones para estos últimos», expone. Y lo ilustra: «Si en el 2010 se concede el Premi Nacional de Cultura en la categoría de circo a un espectáculo con caballos [de la compañía francesa Baro d'Evel], no puedes prohibirlo cuatro años después».

CONTROL / ERC descarta particularidades y no quiere artistas de cuatro patas. «Queremos mejorar la relación de los humanos y los animales, evitar adiestramientos forzados y acciones que les estresan», expone el republicano Oriol Amorós. Coincide con todos los grupos en «no estigmatizar» al circo, que es, en general, «un espectáculo cultural de calidad».

Hortènsia Grau, de ICV-EUiA, tampoco admite diferencias por tipo de animal, si bien entiende alguna queja del circo, como que solo se fiscalice su actividad con animales. «CiU y ERC se alarman por su situación en la carpa, pero no con los toros embolados», expone. No acepta la propuesta de permitir la participación de animales domésticos aunque haya más control. «Ningún animal se desenvuelve en unas condiciones óptimas si está siempre atado y en continuos traslados», aduce.

PERRERAS / En el otro extremo, el PPC y Ciutadans. Suyas son las enmiendas a la totalidad que se debatirán mañana. El popular Rafael Luna cree que todos los animales del circo deben ser catalogados como «de compañía, al formar parte de las familias de las compañías, les acompañan todo el día y la gran mayoría con buen trato». «En Catalunya hay debates animalistas  más importantes, como la superpoblación en las perreras municipales», añade Luna. Matías Alonso, de Ciutadans, critica que se sigan las directrices de «una minoría» de la sociedad y se equipare el espectáculo del circo, «una parte fundamental de la cultura europea», con las peleas de perros y de gallos.

Premisas que no convencen a Leonardo Anselmi, coordinador general de Libera! Él replica con argumentos basados en la ética, «por el sufrimiento animal»; la pedagogía, «para instruir en el respeto a las nuevas generaciones»; el civismo, «porque los olores y las fugas de animales afectan al ciudadano»; de tipo económico -«las inspecciones se pagan con dinero público»-; y de seguridad, recordando que hace meses, en Italia, un elefante se escapó de un circo y mató a un hombre. Ideas que considera suficientemente contundentes para descartar la discriminación entre especies. «Un tigre sufre igual que un perro», zanja.