Para salir volando

Un aficionado al surf aprovecha las olas cerca del Hotel Vela de Barcelona.

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ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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Al oeste, un potente anticiclón formado en las Azores; al este, una profunda borrasca con un núcleo situado a la altura de Génova. Y en medio, un pasillo por el que el viento del norte, la tramontana, penetra con facilidad aprovechando el contraste entre ambas formaciones, el llamado gradiente barométrico. Aunque pocas veces alcanza la magnitud de ayer, se trata de una situación «relativamente frecuente en Catalunya, sobre todo en los meses de invierno», comenta Ramon Pascual, especialista de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Barcelona, quien recuerda como ejemplo cercano más violento el paso del ciclón extratropical Klaus, en enero del 2009, que ocasionó 24 muertos en Europa occidental, 12 de ellos en España. Y también otro episodio virulento en diciembre del 2000.

Según la red de estaciones del Servei Meteorològic de Catalunya (SMC-Meteocat), la racha máxima de viento se registró en el santuario de Queralt, situado cerca de Berga a 1.200 metros de altura, que llegó a 176 kilómetros por hora, lo que supone el récord de los últimos 17 años. Y no muy lejos se situaron la estación de esquí de Boí (Alta Ribagorça), con 151 km/h, y el refugio de Ulldeter (Ripollès), con 149 km/h. La máxima del Pirineo, no obstante, se alcanzó en territorio andorrano, con los 206 km/h del puerto de Envalira.

Sin embargo, quizá lo más destacado del episodio de ayer es que el temporal tuvo fuerza para cruzar las cordilleras y cubrir la depresión central, como muestran los 124 km/h de Caldes de Montbui, los 102 km/h de Sabadell o incluso los 99 km/h del observatorio Fabra de Barcelona, situado en la sierra de Collserola.

Temperatura de sensación

La entrada de viento del norte ocasionó un descenso notable de las temperaturas y algunas estaciones marcaron el récord de la presente temporada (desde el pasado invierno). Destacaron los registros de zonas altas del Pirineo, como en la cota 2.500 de Boí (-13,7º), el puerto de la Bonaigua (-11,4º) y la Tosa d'Alp (-13º), entre otros, aunque lo realmente espectacular fue el windchill o temperatura de sensación (incluyendo el viento), que fue de hasta -26º. Pascual explicó ayer que el frío intenso, que se había concentrado en las montañas, se extendería hoy por los valles al desaparecer el gradiente -la borrasca se aleja- y asentarse el frío. «A 9.000 metros de altura nos ha llegado una corriente de origen polar que ha viajado a 300 kilómetros por hora», afirmó. «Es muy probable que hoy se alcance la mínima de este episodio justo cuando el viento encalme», añadió el especialista de la Aemet.

La misma entrada de viento del norte ocasionó ayer un temporal de fuerza inusitada en Menorca y la costa norte de Mallorca. «El viento no tiene ningún obstáculo en su recorrido sobre el mar y se va reforzando», explicó Pascual. En la boya de Maó se alcanzó una ola significante (media horaria) de 7,97 metros, algo que no ocurría desde al menos 1993, según datos de Puertos del Estado. El anterior récord eran los 7,7 metros del 2001. Ello obligó a restringir la navegación y a cerrar temporalmente los puertos de Maó y Ciutadella, así como la carretera que une Pollença y el cabo de Formentor, en Mallorca.