Padres y sindicatos critican que se «adoctrine» en lugar de educar

Alumnos de primaria de una escuela de Burgos, en un aula con crucifijo.

Alumnos de primaria de una escuela de Burgos, en un aula con crucifijo.

FERRAN COSCULLUELA / GIRONA

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Más que sorpresa, el nuevo currículo de Religión ha provocado indignación y un rosario de críticas. El texto ha sido tachado de «adoctrinador, catequizante y franquista» por asociaciones de padres, pedagogos y sindicatos. Una vuelta al pasado que ya era esperada tras las constantes polémicas que han acompañado al ministro José Ignacio Wert. Unas descalificaciones que, como era de esperar, no son compartidas por los responsables de la Conferencia Episcopal Española ni por su homóloga en Catalunya (la Conferència Episcopal Tarraconense), que consideran que el nuevo currículo está mejor estructurado que el anterior y se adapta más a las necesidades de los alumnos.

Pere Farriol, portavoz de la Federació d'Associacions de Mares i Pares (Fapaes), explicó que su oposición al nuevo texto y a la propia asignatura es una cuestión «de principios», porque no entienden que haya una asignatura de Religión en la escuela pública. «Ni siquiera queremos entrar a debatir el contenido de la asignatura porque hacerlo ya sería entrar en su juego. Esta asignatura no debería existir, y tampoco la materia alternativa que se puede elegir en su lugar. Es un agravio para las personas que tienen otras creencias. Quien quiera ese tipo de educación que vaya a un colegio religioso», emplazó.

LA LÍNEA DE ROUCO VARELA

En términos parecidos se pronunció Àlex Castillo, presidente de la asociación de padres Fapac, que calificó de «retorno al pasado más negro» el hecho de que se vuelva a rezar en las aulas. «No me sorprende, está en la línea de esa gente y del imaginario de la extrema derecha, en la más pura línea de Rouco Varela. Es una involución ideológica de retorno a la escuela franquista. Es más catecismo y doctrina, totalmente diferente a lo que se hace ahora en Religión», criticó.

Ismael Palacín, director de la Fundació Bofill, dedicada a la lucha contra la desigualdad y el fomento de la educación, dijo que era «una lástima» que el debate educativo se tenga que centrar en polémicas como esta y no en las cosas que son realmente importantes para promover una educación de calidad. «No queremos entrar a estudiar el contenido de ese tipo de currículos que, además, hacen un flaco favor a la religión», zanjó.

Desde los sindicatos catalanes, la visión es semejante. Montse Ros, secretaria de Educación de CCOO, afirmó que los obispos y el Gobierno se habían podido ahorrar su publicación en el BOE. «No les hacía falta, el Concordato con la Santa Sede ya les permite determinar el currículo de Religión, pero han querido hacer una especie de reafirmación del catolicismo español», declaró. A su juicio, el texto choca de frente con muchas de las cosas que se estudian en ciencias, ética o filosofía, y no se ajusta a los valores para la convivencia democrática que se deben cultivar en las escuelas.

Su compañera Anna Elvira Sánchez, del sindicato USTEC, censuró los principios en los que se basa el texto, como que considere que la enseñanza de la religión católica es básica para conseguir «el desarrollo pleno e integral del alumno» o que se diga que las personas solo puedan «descubrir el sentido de la vida» a través del conocimiento de Dios. «Están adoctrinando y no educando. Lo que hacen es valorar la fe de los alumnos», criticó.

Por el contrario, los representantes de la Conferència Episcopal Tarraconense (CET) defendieron la bondad del texto y recordaron que se trata de una asignatura optativa, que puede ser sustituida por una materia alternativa. Un recordatorio al que se sumó ayer la Conselleria d'Ensenyament, que aseguró que ha intentado que estas materias alternativas sean «muy atractivas».

LA EVALUACIÓN

Mosén Norbert Miracle, vicesecretario de la CET y delegado de Ensenyament del arzobispado de Tarragona, aseguró que la asignatura «no evalúa la fe del niño, sino si se ha esforzado en aprender. Y nosotros creemos que es justo que la asignatura se evalúe, porque si no fuera así se daría a entender que no tiene categoría», defendió.

Pere Micaló, delegado episcopal de Ensenyament en Girona y director del secretariado interdiocesano para la enseñanza de la religión en Catalunya, rechazó que el currículo sea «catequizante» y, respecto a que los niños tengan que rezar en clase, afirmó que la memorización de oraciones en el aula no significa que estén rezando. «Memorizar la tabla de multiplicar no es hacer matemáticas», argumentó. No obstante, aseguró que es posible que muchos profesores no lleven a cabo esta actividad para evitar polémicas.

Respecto a la posibilidad de que se permita a los obispos catalanes adaptar el currículo en Catalunya, como anunció la Conferencia Episcopal, Micaló matizó que estos cambios se refieren más a la contextualización de la enseñanza (hablar de la virgen de Montserrat en lugar de la del Pilar) y a la traducción al catalán, que a modificaciones sustanciales del contenido.