PEDERASTIA EN LA IGLESIA

Otro exmonaguillo denuncia a la red pederasta de Granada

Parroquia de San Juan María Vianney, de la que era titular Román Martínez.

Parroquia de San Juan María Vianney, de la que era titular Román Martínez.

MAYKA NAVARRO / GRANADA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«El motivo de presentar la denuncia ahora ha sido verme con fuerza tras comprobar que otras personas se han atrevido a denunciar todo esto tras años de silencio, miedo y vergüenza... Ahora sé que no estoy solo, aunque sigo teniendo miedo de las repercusiones». El lunes por la tarde, un joven de 24 años se armó «de valor» y, tras varios días dudando y temeroso, acudió al juzgado de guardia de Granada para denunciar a un grupo de curas y seglares, liderados por el sacerdote Román Martínez, por abusos sexuales durante sus años de monaguillo en la parroquia de San Juan María Vianney, en el barrio del Zaidín.

En los últimos días, la nueva víctima ha cruzado mensajes con el otro joven cuya denuncia al Papa destapó la existencia en Granada de un clan de religiosos que se aprovechaba de su influencia sobre los menores para abusar sexualmente de ellos, haciéndoles creer que aquellas prácticas eran naturales y estaban autorizadas por Dios.

La identidad de esta nueva víctima aparece en la carta del adolescente que destapó el caso de pederastia. En esa misiva el primer joven detallaba los abusos que sufrió su amigo. Ambos tienen la misma edad, crecieron en el mismo barrio e hicieron funciones de monaguillo en la parroquia entre 1997 y el 2004. Ha pasado mucho tiempo, pero hay pasajes que ninguno de los dos ha olvidado.

EL INFIERNO

«Hacían mucho hincapié en decirme y darme lecciones de que si no hacía vida con ellos y no iba a los sitios que ellos me decían tendría que dejar el grupo. Entonces comenzaban a hablarme del infierno y de todo lo que les pasa a los que no obedecen la Biblia». Como su amigo, la nueva víctima relató cómo sus agresores le fueron separando de sus amigos y su familia para que los religiosos fueran su única referencia y los únicos a los que debía obedecer.

El joven detalla en su denuncia, de tres páginas y que ha leído este periódico, las agresiones sexuales. «Sentía sus erecciones rozarme y, cuando yo me apartaba, me daban charlas de que no debía de sentir miedo. Me aseguraban que todo aquello lo hacían solo para cuidarme». El joven apareció anoche en el programa de Cuatro La otra red y contó que sufrió «humillaciones» y «tocamientos» por parte de todos los implicados en el denominado clan de los Romanones. «Varias veces me decían que yo también les tocara a ellos», relató la víctima ante el juez de guardia.

En otro momento de la denuncia, el joven explica cómo el grupo de religiosos se besaban en la boca en cuanto se encontraban. «Yo pensaba que aquello no era normal, pero nos dijeron que eran muestras de cariño y familiaridad».

RECELOSO EN COMISARÍA

Los investigadores de la brigada de la policía judicial localizaron a este joven hace varios días y le invitaron a denunciar los hechos. En la comisaría se mostró «muy receloso y lleno de dudas», según han explicado a este diario fuentes al corriente de las pesquisas. Contó que había pasado demasiado tiempo de aquello y que había querido olvidarse. Que prefería seguir como estaba.

Pero el lunes, tras conocerse que los tres sacerdotes y el seglar habían sido detenidos, el joven «se armó de valor» y acudió al juzgado de guardia. «Todo esto ha sido traumático y me ha marcado la vida», relató. Y aseguró que ha desarrollado una ansiedad que no le dejar dormir y le provoca llantos repentinos.

Sus presuntos agresores, los sacerdotes Román Martínez Velázquez, Francisco José Campos Martínez, Manuel Morales Morales y el profesor de Religión Sergio Quintana pasaron ayer su segundo día en los calabozos de la Jefatura Provincial de Granada. Los cuatro tenían instrucciones de su letrado, Javier Muriel, de no declarar en dependencias policiales, aunque algunas fuentes aseguraron que dos de ellos sí lo hicieron para asegurar que podrán demostrar que se han malinterpretado sus actuaciones y que nunca hicieron daño a nadie.

Lo cierto es que casi todos los testimonios que hasta ahora ha recogido la policía van precisamente en ese sentido. Personas que convivieron con los sospechosos durante años que aseguran que nunca presenciaron comportamientos comprometidos ni dudosos. Los cuatro detenidos pasarán hoy a disposición judicial.