La reivindicación necesaria

Dos turistas se hacen un 'selfie' frente al Ayuntamiento de Madrid, que luce la bandera del arcoiris.

Dos turistas se hacen un 'selfie' frente al Ayuntamiento de Madrid, que luce la bandera del arcoiris. / periodico

BEATRIZ PÉREZ / BARCELONA

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Barcelona, 28 de junio de 1977. Unas 4.000 personas se manifiestan en las Ramblas. Piden la amnistía para los gays y lesbianas encarcelados y la derogación de la Ley de Peligrosidad Social, que estará en vigor hasta 1995. Esta fue la primera manifestación homosexual de España y la siguiente, que tuvo lugar en Madrid en 1978, fue apoyada por 7.000 personas. Estos días, en Madrid, se congregarán  más de dos millones. El Pride Barcelona (del 28 de junio al 7 de julio) espera atraer a unos 260.000 visitantes. 

"Este año se cumplen 40 años de aquella primera manifestación. Y es importante no olvidar de dónde venimos y que hemos llegado aquí a través de la denuncia y de la protesta", sostiene Eugeni Rodríguez, portavoz del Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) y del Observatori contra la homofòbia. Música, baile, talleres, una muestra de comercio o la fiesta de la espuma más grande Europa son solo algunas de las actividades que acogerá el Pride Barcelona, patrocinado por grandes empresas.

En este contexto, son diversas las voces que piden que el carácter lúdico y comercial de la fiesta del Orgullo no se imponga al reivindicativo, auténtico motor del movimiento. Actualmente en Barcelona existen dos modelos diferentes de celebración. Por un lado, el de la Comissió Unitària (nacida en los 80 y heredera de la manifestación del 77). Por otro, el del Pride, evento creado en el 2007.

"Nuestros derechos no pueden tener un precio. No debemos pagar un peaje. La manifestación del 28 de junio [Día Internacional del Orgullo LGTBI] nunca ha tenido ánimo de lucro. Debemos reivindicar el valor de la lucha, no del lucro", añade Rodríguez, quien matiza que el Pride también es una expresión del colectivo y que a él también están asociadas entidades sin intereses económicos.

BANDERAS

Joaquim Roqueta, presidente de la Plataforma LGTBIcat, certifica que en los últimos años el componente lúdico se ha extendido para "atraer a más gente". "Vengo de Madrid y es impresionante. Ves banderas en todas las tiendas. Corremos el riesgo de que esto se banalice", dice. Para él, es necesario que la gente además comprenda el mensaje de los símbolos LGTBI, para lo que considera clave la educación en las escuelas.

Roqueta defiende la importancia de la memoria histórica y pone como ejemplo el que la glorieta del parque de la Ciutadella haya sido rebautizada en el 2013 como 'Glorieta de la transexual Sonia' en homenaje a Sonia Rescalvo, asesinada por un grupo de neonazis en 1991. "Y no debemos olvidar jamás que venimos de la rebelión de Stonewall", concluye. En 1969, Nueva York fue el escenario de protestas contra una redada policial en el pub The Stonewall Inn, frecuentado por homosexuales.

CIUDAD GAY

"Históricamente, desde los 80, la manifestación del Orgullo ha ido acompañada de la fiesta. Esto no anula lo social", opina Jordi Samsó, presidente del Casal Lambda. "La parte gay es un elemento más de Barcelona como atracción turística. Y no creo que el movimiento esté por ello vacío de contenido. Lo lúdico es más fácil de vender y transmitir, llega con más fuerza".

Como Roqueta, considera que el movimiento homosexual tiene parte de sus orígenes en Stonewall. "Nosotros no celebramos ese día, sino que lo conmemoramos, porque no olvidamos la historia".

Para Katy Pallàs, presidenta Asociación Familias LGTBI, la lucha es tan importante como el componente festivo. "Quiero para mis hijos un futuro esperanzador, no solo combativo", expone. "Hay que celebrar que hemos llegado hasta aquí". En su opinión, el que Barcelona sea una capital gay tiene cosas buenas y malas. "Es malo que se vea solo como un producto económico. Pero es bueno que dé una imagen de respeto y apertura", dice.

María Giralt, directora de gayles.tv, cree que debería existir un "debate interno" en la comunidad LGTBI. "Algunos piensan que está todo conseguido, lo cual no es cierto. Y hay un sector que piensa que se está comercializando demasiado el movimiento. Las marcas que patrocinan el orgullo deben estar comprometidas con la diversidad todo el año, no solo en el Pride", concluye.