Un Niño sin precedentes se gesta en el Pacífico

Inundaciones en Chosica, en Perúm en marzo de 1998.

Inundaciones en Chosica, en Perúm en marzo de 1998.

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

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Los análisis satelitales y con boyas marinas coinciden en señalar que en aguas del Pacífico se está formando un Niño que podría convertirse a finales de año en uno de los más potentes desde que en 1950 empezó el análisis de datos, según los pronósticos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Aunque "los impactos de este episodio ya se dejan sentir en algunas regiones", como recuerda la OMM, la tendencia indica un aumento de la intensidad que llegará a su máximo en invierno.

El Niño es una anomalía climática de origen complejo -y discutido- cuyas manifestaciones más conocidas son el calentamiento de las aguas superficiales del Pacífico oriental, un aumento del nivel medio del océano y la alteración de los patrones de viento. Todo ello acarrea un cambio en las corrientes frías y en el régimen de lluvias en los países ribereños -generalmente inundaciones en América y sequías en Asia y Australia-, aunque cada vez son más los estudios que califican El Niño de fenómeno de alcance planetario y vinculan su aparición a desastres en medio mundo, incluyendo África e incluso Europa.

"Hay muchos resultados estadísticamente significativos", explica Anna Cabré, especialista en dinámica de clima y océanos de la Universidad de Pensilvania, en EEUU. El Niño, prosigue la investigadora catalana, "es una de les fluctuaciones naturales de la Tierra más importantes, con repercusiones en todo el mundo". De hecho, si este año se espera que la temperatura media mundial bata todos los récords, es en buena parte por la presencia del intenso Niño del Pacífico.

SIN PERIODO DE RETORNO

El Niño es un fenómeno sin un periodo de retorno fijo. Sin embargo, la previsión en esta ocasión se hace aún más difícil, reconoce la OMM, porque las condiciones son muy diferentes a las que había en 1997-1998, cuando se manifestó el último gran Niño. "El mundo ha cambiado y han emergido nuevos patrones con el calentamiento global", explicó David Carlson, especialista de la OMM, al presentar esta semana las previsiones de evolución del fenómeno. "No sabemos lo que pasará: si ambos patrones se reforzarán o si se anularán -añadió-. Realmente no lo sabemos porque no tenemos precedentes".

Algunos estudios sostienen que las nuevas condiciones térmicas de los océanos favorecerán el surgimiento de Niños potentes. "También parece que cada vez hay más Niños, pero aún no es una tendencia supersignificativa", añade Cabré.

El Niño empezó a detectarse el pasado invierno, cuando las aguas superficiales del Pacífico ecuatorial se situaron 0,5 grados por encima de la media habitual, una anomalía que no se detectaba desde el 2010 y que suele ser el preludio del fenómeno. Teniendo en cuenta la progresión posterior, la OMM informó de que es probable que se sobrepasen los dos grados de anomalía y que el fenómeno iguale o supere en intensidad al de 1997-1998, recordado por los desastres que causó en numerosos países. En términos similares se ha manifestado la NOAA, la autoridad oceánica y atmosférica de EEUU.

Además del calentamiento de las aguas, la OMM recuerda que también se han observado características «clásicas» que anteceden al fenómeno, como un aumento de la nubosidad y de la precipitación "al este de la línea internacional de cambio de fecha [...] y un debilitamiento de los vientos alisios de las partes occidental a oriental y central del Pacífico". "Todos estos efectos empiezan como ruido, pero se retroalimentan hasta originar un Niño más o menos fuerte", insiste Cabré. "Si comparamos la evolución de El Niño de 1998 y el de ahora, vemos que vamos por el mismo camino o incluso peor, pero hay que recordar que todos son predicciones", añade la investigadora de la Universidad de Pensilvania.

MEJORAR PREPARADOS

Sin embargo, en relación a 1997, los países afectados cuentan ahora con más experiencia e información, lo que puede ayudarles a tomar medidas de prevención, opina la OMM. Y una de las primeras medidas en este sentido ha sido la cancelación del tramo peruano del rally Dakar 2016. Lo que sí parece claro son los meses más proclives para que se alcance el máximo: el Niño suele culminar en invierno -de hecho, recibe su nombre porque en Perú, donde es temido, suele manifestarse con la llegada de la Navidad-, aunque sus efectos pueden prolongarse hasta la primavera.