Un olivo centenario bonsái gigante en el jardín

La oferta fusiona culturas: mediterránea por el origen del árbol y asiática por una poda que ha hecho fortuna

olivo olivera

olivo olivera / periodico

SÍLVIA BERBÍS / ULLDECONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

“Un árbol que en su jardín no pasará inadvertido ni dejará a nadie indiferente, despertando a todo el mundo la curiosidad por su especial belleza y mitología centenaria”. Es una de las frases promocionales que utiliza un vivero junto a una carretera en Alcanar. Las decenas de olivos expuestos para su venta son una fusión de culturas lejanas: la mediterránea, por su origen, y la asiática, por una poda “al estilo bonsái” que ha hecho fortuna entre los compradores.

Esas formas orientales parecen haber incrementado su poder de evocación mitológica y han dado en el clavo del gusto del consumidor. El antagónico nombre con el que se publicitan, ‘olivo centenario bonsái gigante’, puede resultar desconcertante, pero no, no son bonsáis que hayan regresado a su tamaño natural en estado salvaje, son olivos arrancados habitualmente de la plana del Montsià y rediseñados mediante la poda para la decoración. Lo explica otro de los viveros, en este caso en Amposta, que se dedican a “seleccionar la finca, seleccionar la planta, extraerla con maquinaria especializada, adecuarla en un lugar idóneo de nuestras instalaciones y mimarla durante tres años”. Como resultado, un olivo “nacido, criado y diseñado en las Terres de l’Ebre, Reserva Mundial de la Biosfera por la Unesco”, destaca el vivero en su web. Algunos ejemplares especialmente monumentales han llegado a alcanzar los 20.000 euros a la venta.

TRANSFORMACIÓN DEL PAISAJE

Eso sí, nada que objetar a la legalidad de esa actividad, que para algunos es una salida al progresivo abandonamiento de cultivos en las zonas rurales. Una situación acorde a los tiempos, aunque auguren una transformación del paisaje y del patrimonio natural y cultural inaudita en siglos. La resistencia, sin embargo, también tiene sus armas. Los olivos centenarios y milenarios tienen una producción menor, pero un gran valor añadido. Àngel Guimerà, uno de los dos cocineros con estrella Michelin, junto con Jeroni Castell, en una población de tan solo 6.300 habitantes como Ulldecona, sirve un aperitivo que incluye aceite milenario en forma de piruleta nitrogenada.

“Para nosotros, en primer lugar, es una apuesta por el territorio, quizás a los restauradores nos faltaba creer en el valor de nuestros productos autóctonos y, por desconocimiento no apostábamos por ellos, hacía falta potenciarlos”, afirma Guimerà.

ACEITE MILENARIO

El aceite ‘milenario’ va ganando también producción. En la última campaña, 10 marcas del ‘Territori Sénia’ han etiquetado 7.000 botellas de medio litro, que pueden alcanzar precios de entre 15 y 20 euros, cuando un aceite virgen extra de calidad se queda en 2,5 euros.

Las iniciativas turísticas ponen otro grano de arena en la lucha por la conservación. Son ejemplo las áreas municipales de olivos milenarios de Alcanar, Canet lo Roig, Vinaròs, o los museos naturales de La Jana y Ulldecona. Este último, el de L’Arión, reúne 139 olivos, entre ellos la ‘Farga de l’Arión’, plantada en época del emperador romano Constantino (314 dC) según la Universidad Politécnica de Madrid, entorno a los que se organizan visitas guiadas gracias a un convenio entre los propietarios y el Ayuntamiento.