"Mis hijos, los dos acosados, callaban para no verme sufrir"

Olga Martínez, que es madre de dos jóvenes superdotados, exige recursos para que casos como el suyo no pasen desapercibidos

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MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Olga Martínez es una madre coraje. Por partida doble. Sus dos hijos, una chica que ahora tiene 22 años y un chaval de 12, son jóvenes superdotados y que sufrieron acoso, "los raros de la clase, esos que prefieren estar con los mayores en vez de jugar con los de su edad, que hacen dibujos extraños y que callan porque su sentido de la responsabilidad les dice que es mejor no dar disgustos, no preocupar más a mamá". A Olga le dijeron que la mayor era una niña con altas capacidades, "después de la muerte del abuelo". "Ella no lloró, ni una lágrima, y eso que era el ojito derecho de mi padre. Tenía 12 años, y en lugar de reaccionar como la niña que era, me consolaba a mí", cuenta la madre.

Cuando poco después le dieron el diagnóstico de que su hija era superdotada, Olga comprendió muchas cosas. "Nunca había ido contenta al colegio, yo siempre había intuido que lo pasaba mal, aunque ella no acabara de explicármelo", cuenta esta madre, vecina de L'Hospitalet de Llobregat. La chica, que ahora estudia en la Universitat de Lleida, "ha salido adelante, pero hasta ahora yo no la he visto realmente feliz", comenta. "No descartaría, si las cosas no cambian, que se acabe quedando allí, en Lleida, porque ha encontrado su sitio", concluye.

EFERVESCENCIA ADOLESCENTE

Más preocupada está ahora Olga por su hijo pequeño, que este año ha estudiado segundo de la ESO y se encuentra en plena efervescencia adolescente. "En su caso, las agresiones no han sido solo psicológicas, como ocurrió con la mayor... El chico ha sufrido golpes, le ponían zancadillas y hace poco le hicieron una encerrona por la calle entre varios y le pellizcaron y arañaron en la mejilla", explica. Sabe que el chico no se lo cuenta todo, que se calla cosas para no hacerla sufrir. "Como su hermana, es muy protector, pero yo noto si un día le ha ocurrido algo malo", asegura.

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Quizá el recuerdo que más le duele es el de la maestra de primaria "que descaradamente acosó durante todo un curso al niño", denuncia. "Como mi hijo la estaba interrogando constantemente, le corregía las faltas de ortografía que ella cometía cuando escribía en la pizarra, la ponía en evidencia frente los compañeros, ella empezó a desacreditarlo ante la clase, a ridiculizarlo, a darle más trabajo para que cerrara la boca", lamenta.

Olga, que no se cansa de reclamar más recursos para atender los casos como los de sus hijos, que siguen pasando desapercibidos en muchas escuelas, sigue luchando para que a su hijo "le hagan el plan individualizado que, por protocolo, están obligados a darle".