Infierno cantábrico

Incendio forestal en La Fresneda, Oviedo.

Incendio forestal en La Fresneda, Oviedo. / periodico

MARÍA G. SAN NARCISO / MIERES

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Pocas veces la lluvia ha sido tan esperada en plenas fiestas navideñas en el norte de España. Pero la que empezó a caer este lunes era necesaria para empezar a terminar con la insólita ola de incendios que ha azotado la franja norteña del país, desde Galicia hasta Navarra, durante más de diez días. Miles de hectáreas han resultado calcinadas.

En Asturias todavía ardían en la tarde del martes nueve de los 82 incendios forestales que se iniciaron el lunes, si bien estaban controlados. Esta comunidad ha sido la más castigada, con 50 de sus 78 concejos afectados en mayor o menor grado por las llamas. Un gran despliegue de diferentes cuerpos trabajan conjuntamente desde el pasado 19 de diciembre para extinguir hasta más de un centenar de fuegos simultáneos -llegaron a 141 el pasado día 20-, lo que ha llevado a activar el nivel dos del plan de incendios del Principado. Si hasta noviembre se habían quemado 5.000 hectáreas de masa forestal por los incendios, según las primeras estimaciones solo con el mayor incendio de este mes, en El Franco, se habrían quemado 2.000.

M. J. López, una de las primeras vecinas en llamar al 112 por un incendio forestal en La Fresneda, explica que el pueblo entero se mantuvo en vilo hasta que consiguieron extinguirlo. “Pero la verdad es que estábamos todos sin saber qué hacer”, cuenta. Lo que más le preocupa ahora es saber el paradero de algunos de los perros de las fincas que están en el monte y que ahora son como una sábana negra. Y es que los animales están siendo las grandes víctimas de estos fuegos.

VIENTO PROPULSOR

También Cantabria ha quedado dañada al quemarse más de 2.000 hectáreas de “alto valor ecológico”. El martes por fin consiguió la autonomía amanecer libre de incendios forestales tras pasar un lunes teñido de negro. Fue gracias a la suma de esfuerzos de guardias forestarles, operarios de las cuadrillas, miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) de las Fuerzas Armadas, guardias civiles y voluntarios, que tuvieron la ayuda de las primeras lluvias en mucho tiempo para hacer frente a más 80 focos. El viento, con rachas de hasta 100 kilómetros por hora, sumado a las altas temperaturas, más propicias de la primavera norteña que del invierno, ayudó a que las llamas se propagasen, dificultando las labores de extinción.

Euskadi también vivió un lunes difícil. Uno de los mayores incendios, el de Berlango, en Bizkaia, fue apagado la madrugada del martes dejando tras de sí 200 hectáreas calcinadas. El Ministerio de Medio Ambiente cedió dos hidroaviones para ayudar a su extinción. Mientras, en Navarra, dos retenes velaron por el fuego de Arantza, declarado el pasado sábado.

IRRESPONSABILIDAD

Desde que comenzó la ola de fuegos en la Cordillera Cantábrica y el norte peninsular, han circulado varias teorías sobre la posible mecha de los incendios. Pero todas ellas coinciden en lo mismo: los fuegos han sido intencionados o como mínimo causados por flagrantes imprudencias. Avivados, eso sí, por las inusuales condiciones meteorológicas.

Manuel Fernández, agente forestal durante 26 años y actual presidente de la Asociación de Guardas del Medio Natural de Asturias, asegura que el 99% de los incendios que combaten tienen un factor humano. El noroeste peninsular ostenta el mayor porcentaje de incendios provocados de España. “Lamentablemente en Asturias, por parte de los ganaderos, se mantiene una práctica que a estas alturas debería estar erradicada y que se dice malamente que es para regenerar pastos”, explica el agente forestal. Sin embargo, en toda su trayectoria profesional nunca había visto una situación como la de ahora.

“Además, hemos pasado de la irresponsabilidad individual a la irresponsabilidad de la Administración”, argumenta. Desde el colectivo lamentan que no se hayan puesto en marcha patrullas de agentes rurales para persuadir a los vecinos de que no hicieran estos fuegos.