CUATRO AÑOS DE CAMPAÑA

Océano ensordecedor

Científicos de la UPC cartografiarán el nivel sonoro del mar en una vuelta al mundo

Ballenas 8 Los cetáceos se ven muy afectados por el ruido artificial.

Ballenas 8 Los cetáceos se ven muy afectados por el ruido artificial.

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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El rumor de la navegación, los sónares de las maniobras militares, las campañas sísmicas para buscar recursos geológicos, la construcción de plataformas petrolíferas y cualquier otro ruido causado por el hombre desestabiliza el equilibrio natural del mar y tiene un efecto negativo sobre la fauna que habita en él. Los cetáceos y otros animales que se sirven de las ondas sonoras para comunicarse u orientarse, incluyendo sepias, pulpos, cangrejos y hasta medusas, son víctimas potenciales. Pierden la capacidad de alimentarse y de reproducirse. Y pueden llegar a morir.

«Ya no queda prácticamente ningún rincón del planeta libre de ruido artificial», advierte Michel André, investigador de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). «Uno de los graves problemas es que no hace falta estar al lado de la fuente de ruido para sufrirla -resume-. La actividad sonora del puerto de Barcelona, por ejemplo, se puede apreciar en Ibiza porque el sonido se transmite mucho mejor por el agua que por el aire».

Los científicos conocen desde hace tiempo los problemas de la contaminación acústica en el mar. En España, un ejemplo muy analizado son las decenas de zifios que aparecieron muertos en playas de Canarias en el 2002 a raíz de unas maniobras con sónar, lo que llevó a restringir este tipo de actividades militares en el archipiélago. Sin embargo, no se conoce a nivel global el grado de afectación. Ahora, un equipo internacional coordinado por el André, que es director del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) de la UPC, recorrerá el mundo durante los próximos cuatro años cartografiando el nivel de ruido artificial y analizando su impacto sobre la fauna, al margen de otros estudios de biología marina y programas de divulgación.

Los científicos zarparán el próximo domingo desde Sevilla a bordo del velero Fleur de Passion y seguirán la misma ruta que, ahora hace exactamente 500 años, tomó Magallanes (y, tras su muerte, Elcano) en la primera cincunnavegación de la Tierra. La campaña, llamada en su conjunto Ocean Mapping, está sufragada por una entidad suiza sin ánimo de lucro consagrada a proyectos de desarrollo sostenible, la Fondation Pacifique. La UPC coordinará el programa 20.000 Sonidos Bajo el Mar.

Los científicos del UPC grabarán los ruidos mediante un sistema de hidrófonos, una especie de micrófonos submarinos que irán unidos al barco mediante un cable a unos 10 metros de profundidad. «La gran novedad -dice el director del LAB- es que mandaremos en tiempo real los sonidos y también las imágenes que podamos captar». La información se recibirá en la Escuela Superior de Ingeniería de Vilanova i la Geltrú y se publicará directamente en la web www.omexpedition.ch. Está todo tan automatizado que ni siquiera será necesaria la presencia constante de los científicos a bordo.

Seguir la ruta de Magallanes

El velero, botado en 1941, fue originariamente un barco de guerra alemán, pero con el tiempo acabó abandonado. En el 2001, miembros de la Fondation Pacifique lo encontraron y decidieron comprarlo y remozarlo para utilizarlo con fines científicos. Tras zarpar de Sevilla, al igual que hizo Magallanes, el barco se dirigirá a Las Palmas. Luego seguirá hacia el sur, hará escala en diversos puertos americanos, atravesará el Pacífico, alcanzará Cairns (Australia) y Filipinas y proseguirá por Indonesia y el Indico. Finalmente, tras rodear África por el cabo de Buena Esperanza, regresará a Sevilla.

«Ya se han hecho diversas campañas de análisis acústico, incluidas varias en el Mediterráneo, y también hay varios observatorios sumergidos que aportan una valiosa información, pero hay muchos huecos a escala global -lamenta André-. De hecho, no sabemos ni siquiera si los datos se han obtenido de la misma manera y se pueden comparar». La contaminación acústica se dispara lógicamente en las zonas de mayor actividad antrópica -rutas marítimas con gran tráfico, puertos, pozos de petróleo-, pero no hay apenas información sobre los impactos ocasionados por cada fuente o sobre la respuesta de las diferentes especies de fauna. «De Asia, una zona con gran actividad, no sabemos nada -pone como ejemplo-. Ahora podremos acceder a zonas donde nunca se ha sondeado».

Pese a todos los problemas, André se muestra esperanzado con los progresos de los últimos años. «Queda mucho trabajo, pero ya se están empezando a tomar medidas para regular la navegación en zonas sensibles y mejorar la tecnología». «Ahora es clave dar a conocer el problema», concluye.