PLAN DE MEJORA DE LA CONVIVENCIA ESCOLAR

Objetivo: romper la ley del silencio ante el 'bullying'

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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Tres alumnos del instituto Front Marítim de Barcelona acudieron, uno a uno, de forma anónima y por separado, al despacho del director hace unos días para explicarle un caso ocurrido fuera del centro, pero que concernía a un compañero y que podía afectar a la convivencia escolar. «No puedo explicar lo ocurrido porque es un asunto que afecta emocionalmente a un alumno... Forma parte de su intimidad y no debe trascender», precisa Salvador Rovira, el responsable del Front Marítim. «Pero si cuento la anécdota es porque refleja cómo están de concienciados los estudiantes de este instituto: fueron tres personas distintas las que me comunicaron lo ocurrido y lo hicieron por decisión propia, sin haberse puesto de acuerdo previamente», añade Rovira, que evita dar más detalles sobre el asunto de marras.

En el instituto Front Marítim, un centro inaugurado hace ocho años en el corazón del barrio del Poblenou, no hay chivatos. «Es que aquí, y lo saben los alumnos desde el primer momento, todo aquel que es espectador del sufrimiento de un compañero y lo calla es tan culpable como el agresor», señala el director. «En realidad, el alumno que da un paso al frente, el que rompe esa barrera del silencio que se crea en torno a un caso de acoso, es un valiente, no un chivato», subraya Míriam Malagelada, psicopedagoga y mediadora en otro instituto de la capital catalana, el Consell de Cent, situado en este caso en el barrio del Poble Sec.

El acoso escolar, el asedio, el maltrato entre compañeros o 'bullying' es, posiblemente, la expresión más angustiosa de un mal clima escolar. Y, como en tantos otros casos, una vez más, han sido los propios centros educativos, los que, desde hace ya años, han ido creando sus propios mecanismos para garantizar una buena convivencia. Prácticamente todos los colegios catalanes disponen de protocolos de actuación en casos de violencia grave, como recomienda la Generalitat, pero lamentablemente eso no evita que la solución por la que muchas veces se opta cuando se produce uno de esos hechos graves sea cambiar a uno de los alumnos implicados (normalmente la víctima) de centro educativo.

MODELOS QUE VAN FUNCIONANDO

Como han hecho otros países, entre ellos la siempre observada Finlandia, también aquí se están implantando programas contra el 'bullying', que buscan la implicación activa de los alumnos espectadores, a los que se emplaza a que, en lugar de reírse o callar cuando han sido testigos de una agresión, se conviertan en una ayuda para la víctima, con el apoyo de un equipo de profesores de referencia. En el instituto Front Marítim, incluso, han creado un modelo propio que ya se ha exportado a otros 350 centros educativos de toda España y que este año siguen 70.00 estudiantes y en torno a 7.000 profesores, explica Andrés González Bellido, coordinador del programa Tutoría Entre Iguales (TEI).

«El programa empieza nada más llegar al instituto: cada estudiante de primero de ESO es puesto en contacto con un alumno de tercero, que será su tutor, su referente a lo largo de todo el año», detalla González Bellido. Tutores y tutorizados establecen así un vínculo -a veces, cuajan amistades más duraderas- que no solo ayuda a resolver pequeños problemas cotidianos o de organización, sino que también permite prevenir situaciones más graves.

«Aquí, cualquier posible agresor deja de ser visto como el chico guay de la clase, porque es la propia clase la que lo aparta y censura su comportamiento», prosigue el psicólogo, que coordina un equipo de investigadores del Institut de Ciències de l'Educació (ICE) de la Universitat de Barcelona. «Lo que se ha tejido con este modelo de tutores es una red de colaboración determinante, que funciona en muchas direcciones y en la que son los propios chicos los que gestionan el conflicto», indica el director Rovira. El éxito de la fórmula lo confirma el hecho de que «a partir del segundo año de implantación en un centro, los problemas de convivencia disminuyen hasta un 95%», agrega González Bellido.

ACTUAR ANTES DE QUE OCURRA

El programa TEI es una de las experiencias incluidas, de momento, en la página web que estrenó la semana pasada el Ministerio de Educación, dentro de su nuevo plan para mejorar la convivencia escolar en España. La diferencia con otras iniciativas, como el KiVa (que está triunfando en Finlandia), «es que allí se interviene para resolver un conflicto, cuando aquí lo que se hace es evitarlo de antemano», destaca el coordinador del TEI.

«Hay situaciones que no llegan al profesor, por muy cómplice o colega que este sea de sus alumnos», constata Míriam Matagelada, la mediadora del instituto Consell de Cent. Ella cuenta con el apoyo de una decena de estudiantes mediadores, «que intervienen en caso de que se produzca un conflicto y son una referencia para el resto de sus compañeros». Cuando ocurre, «la solución parte también de los propios implicados, salvo si se trata de un asunto grave en que interviene, entonces sí, un adulto», señala.

La prevención de posibles casos de acoso las trabaja Matagelada a través de la asignatura que imparte en segundo curso de ESO sobre «emociones y habilidades sociales, en la que se trabaja, mediante materiales como los cuentos, el autoconocimiento y las relaciones con los demás», detalla la psicopedagoga.

Desde el 2001, un grupo de centros catalanes han implantado servicios de mediación, «en los que se implica tanto a los estudiantes y los profesores como a sus familias y el personal de administración y servicios de los centros», explica Neus Ferrer, una de las promotoras del proyecto. Esta iniciativa, auspiciada por la Conselleria d'Ensenyament, ha contribuido a mejorar notablemente el clima escolar en los últimos años, destaca Meritxell Ruiz, directora general de Atención a la Familia y la Comunidad Educativa. «Se ha hecho mucha formación, con especial hincapié en la acogida y la comunicación», subraya Ruiz.