LA DROGA MÁS PELIGROSA

Los nuevos adictos a la heroína en EEUU son jóvenes, blancos y de suburbio

Tres de cada cuatro se enganchan tras consumir analgésicos opiáceos con receta

Un drogradicto prepara una dosis en Saint Johnsbury, en Vermont.

Un drogradicto prepara una dosis en Saint Johnsbury, en Vermont.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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En los años 60 y 70, cuando la heroína empezó a popularizarse en Estados Unidos, destruía las vidas sobre todo de hombres y mujeres de minorías raciales y clase media baja que vivían en los centros urbanos. Hoy, el perfil del usuario estadounidense es muy distinto: más joven, con más ingresos, blanco y residente en los suburbios. Esa es la radiografía que arrojan estudios recientes como uno aparecido en mayo en JAMA Psychiatry, una publicación de la Asociación Médica de EEUU, donde no solo se identificaba bajo ese perfil al 90% de los usuarios sino que se apuntaba a otra de las realidades que laten tras el resurgir de la heroína en el país: el 75% de los adictos llegan a la heroína tras haber pasado por analgésicos opiáceos con receta.

La transformación no es un fenómeno del todo nuevo y ya en 1995, por ejemplo, en un artículo de The New York Times se podía leer que «la típica persona cuya muerte se relaciona con la heroína en el área de Filadelfia es probablemente blanco, empleado y residente en un suburbio de clase media». Lo que ha explotado en las últimas dos décadas, no obstante, es el abuso de los analgésicos legales que cada vez más hace de catapulta hacia la heroína, medicamentos como OxyContin, basado en la extremadamente adictiva oxicodona. Entre los años 1999 y el 2010, se disparó un 300% la venta de esos opiáceos con receta, según cifras oficiales, y hoy son 12 millones los estadounidenses que los toman.

Con los medios llenos de historias de estudiantes aparentemente modélicos fallecidos de sobredosis o de las llamadas 'soccer moms' enganchadas o de noticias como la muerte del actor Philip Seymour Hoffman, el país ha empezado a prestar más atención a una epidemia que ha hecho que, por ejemplo, en Nueva York se dispararan las muertes por sobredosis un 41% entre el 2010 y el 2013, año en el que se volvió al nivel de muertes por heroína del 2003 (420 del total de 782).

ATENCIÓN POLÍTICA

En 18 legislaturas estatales se están estudiando o se han aprobado medidas para combatir la explosión y el asunto ha llegado también al Congreso, donde Joseph Rannazzisi, uno de los responsables de la agencia encargada de combatir el narcotráfico, la DEA, declaró en mayo que «la heroína es solo un síntoma del problema (del abuso) de los analgésicos».

El porcentaje de los enganchados que llegan a la droga desde las pastillas oscila entre el 75% de estudios como el publicado en JAMA hasta el 80% que manejan el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas . Las autoridades federales calculan que unas 75.000 personas al año darán el salto a la heroína.

A nadie se le escapa el vínculo entre las dos adicciones: mientras una píldora de 80 miligramos de oxicodona puede costar entre 40 y 80 dólares se pueden encontrar papelinas incluso por entre cuatro y 10 dólares y conforme hay nuevas leyes que intentan frenar el abuso de analgésicos con receta, se dispara el consumo de heroína. En Staten Island, el barrio más afectado dentro de Nueva York, por ejemplo, las incautaciones de píldoras que se venden en el mercado negro han disminuido el 44%, el mismo porcentaje en que han subido las de heroína.