UNA PAREJA DE VALIENTES

"Nuestra hija fue muy pensada"

Mar y Roser tuvieron una niña seis años antes de que se aprobara la legislación

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FERRAN COSCULLUELA / CABANES

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Cuando Mar y Roser decidieron tener un hijo, lo tenían bien pensado. Tras seis años de relación, se decidieron a dar el paso a pesar de que sabían que no iba a ser un camino de rosas. "Vivíamos en Centroamérica porque trabajábamos en un proyecto de cooperación. Lo vimos claro después de darle muchas vueltas, porque, la verdad, entonces no era fácil plantearse tener un hijo", explica Mar Morollón.

Acudieron a una clínica privada de Panamá y solicitaron que Mar fuera sometida a una inseminación asistida. "Hablamos con el doctor y necesitó un tiempo para pensárselo. No creo que tuvieran más casos como el nuestro", recuerdan. El centro médico aceptó y lo único que les exigió fue que pasaran todas las entrevistas a las que sometían a las parejas que trataban. "Nos preguntaban si teníamos claro que yo no sería la madre biológica", comenta Roser Vila. "Y les contestamos que nos estaban planteando cosas a las que nosotras llevábamos años dándoles vueltas", añade. "Sí, porque en nuestro caso no es 'vamos a echar un polvo y tenemos un niño'. En absoluto. Nosotras pensamos en el cómo, en el qué y en lo que podía pasar después, con una situación legal que no parecía que pudiera llegar hasta donde ha llegado", añade Mar.

Alba nació en 1999 en Barcelona y la primera pared con la que chocó la pareja fue la administrativa. Fueron al Registro Civil con la niña en un capazo y el juez se empeñó en que en la casilla en donde debía figurar el padre había que poner un nombre masculino. "Tras varias consultas, y cuando ya había una cola interminable, pensé: 'Nombre masculino, en castellano y singular, pues ponle Rosal', que es el de Roser traducido. Y así consta en nuestro primer libro de familia", recuerda Mar.

Posteriormente, el encontronazo lo tuvieron con la Seguridad Social, que no permitía que Alba se beneficiara de las prestaciones del seguro de Roser. Para suplir estas carencias, hicieron un acta notarial explicando cuál era su situación legal y en la que las dos se declaraban madres de Alba. En caso de fallecimiento, Mar le traspasaba la tutela legal a Roser. En el 2005, la ley que permitió la adopción fue un paso enorme, acompañado meses después de la normativa que "lo cambió todo", la ley que permitió los matrimonios homosexuales.

Ellas no están casadas y Roser tuvo que adoptar a Alba seis años después de haber tenido a la niña. Aunque la ley estaba de su parte, el juez que firmó la adopción no tuvo reparos a la hora de someterlas a "un interrogatorio que parecía un tercer grado" antes de aprobar la autorización.

Alba, Mar y Roser destacan que es muy importante que los impresos de la Administración, el material escolar y la mentalidad de la gente se adapten a las necesidades de familias como las suyas, que son normales, que trabajan, que pagan impuestos y que se quieren como las que más.