Análisis

Mossos: mal, peor, fatal

RAMON J. MOLES
Director del centre de recerca de governança del risc (UAB)

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Las últimas protestas de los mossos d'esquadra por los ajustes presupuestarios ignoran que su estatus de agentes de la autoridad implica un plus en su capacidad de actuar (uso de la fuerza física, de armas y demás) y también en sus deberes con el conjunto de ciudadanos. Para garantizar un correcto uso de aquel plus de capacidad están afectados por una serie de limitaciones establecidas por ley cuya infracción es sancionable.

La ocupación de una comisaría por un grupo de agentes en protesta contra los ajustes, la ocultación de sus números privados de móvil para no poder ser localizados o que las comunicaciones por radio se realicen en castellano son acciones que pudieran ser constitutivas de faltas y que empeoran su imagen ante la opinión pública.

Estas tres acciones afectan a sujetos que nada tienen que ver: los ciudadanos y el bien común. ¿Agredir la imagen del cuerpo ocupando una comisaría? Alguien pensará: si ellos pueden, nosotros también, y también el Parlament. Mal. ¿Qué tiene que ver el catalán con la lucha sindical? Alguien dirá: que hablen en inglés, que a un país turístico le hace falta. Peor. ¿Hemos de tener policías ilocalizables? Otro pensará: que cesen y dejen paso a los localizables. Fatal.

Aún peor si vemos los motivos de la protesta: reducción del complemento específico en las pagas extras, suspensión del Fondo de Acción Social, del complemento de productividad, de la aportación al plan de pensiones, de las ayudas al comedor, supresión de la oferta pública de empleo y del derecho al 100% del sueldo en el primer año de reducción de jornada por paternidad o maternidad, reducción de los días de asuntos propios a un máximo de seis al año y suspensión de los acuerdos sobre liberados institucionales y sindicales.

Nada distinto del resto de ciudadanos: «Apretarnos el cinturón». Suspensiones, que no supresiones, reducción de días de asuntos propios -de dudosa justificación- y suspensión de liberados sindicales -de aún más difícil justificación y que seguramente es la madre de todas las protestas-. Si estos son los motivos reales, suponen una provocación a la ciudadanía porque nos declaran la guerra a todos los ciudadanos por unas medidas que también estamos sufriendo los demás, y muchos en peores condiciones. Y aún peor si se utilizan velados chantajes: de no aceptarse sus reivindicaciones, la seguridad del país se verá resentida. Seguro que el Govern sabrá tomar medidas que, con toda seguridad, serán bien recibidas por la ciudadanía.