Publicada en El Peiródico el día 18 de julio

La mosca negra agrava su molesta expansión por las tierras del Ebro

Una mujer coge uno de los repelentes de insectos que un restaurante de Tortosa pone a disposición de los clientes, el viernes pasado.

Una mujer coge uno de los repelentes de insectos que un restaurante de Tortosa pone a disposición de los clientes, el viernes pasado.

SÍVIA BERBÍS

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Los cuatro tratamientos contra la mosca negra que la Generalitat lleva realizando este año en el río Ebro no han conseguido atajar la expansión progresiva de este insecto de molesta mordedura. Su colonización avanza al ritmo que crecen las quejas de los ciudadanos, a las que se unen las de los empresarios del sector turístico por las repercusiones que temen para la temporada estival. Los presidentes de los cuatro consejos comarcales de las tierras del Ebro han solicitado una reunión urgente con el delegado del Govern en la zona, Xavier Pallarés, para buscar medidas más eficaces contra el simúlido.

«Recibimos muchísimas protestas porque se percibe un aumento considerable de la población de mosca negra», asegura Jordi Jardí, presidente del Consell comarcal de la Ribera d'Ebre. Jardí insta al Govern y a los técnicos «a analizar por qué el resultado [de los tratamientos] no está siendo suficientemente efectivo» y les conmina a tomar «urgentemente» las medidas oportunas.

SITUACIÓN «AGOBIANTE» / Agricultores, propietarios de casas de payés, hoteleros, turistas y restauradores han trasladado a los alcaldes de sus respectivos municipios un malestar creciente. «Después de la crisis, este es el tema del que más se habla, porque la situación es muy agobiante», lamenta Jordi Bonfill, propietario del Restaurant El Parc, en Tortosa. Su terraza, explica, se vacía de gente en la hora álgida de la mosca, a partir de las ocho de la tarde. Apenas una hora y media de acoso, el tiempo en que el insecto sale de sus escondites, es suficiente para trastocar su negocio al aire libre. «No estamos hablando de una molestia, es algo más importante, un problema social, porque la gente se lo está pasando mal», explica Bonfill.

La situación se repite en prácticamente todas las poblaciones cercanas al río Ebro en su tramo catalán, hasta Amposta. «Los representantes del territorio nos tienen que ayudar para que la gente que nos visita tenga ganas de regresar», reclama Francisco López, gerente de uno de los hoteles de mayor categoría de la zona, en Xerta. «Nosotros aplicamos tratamientos adicionales específicos, lo que nos comporta un gasto añadido con el que conseguimos frenar la mosca, pero si el río está lleno de larvas, al final de poco nos servirá», sostiene.

CAMPAÑA DE 300.000 EUROS / Desde el pasado mes de marzo, el Consorci de Serveis Agroambientals del Baix Ebre i el Montsià (CODE) ha llevado a cabo cuatro tratamientos en el Ebro, donde cría la mosca negra. Durante estas actuaciones se ha depositado en el agua el producto biológico BTI, un insecticida microbiano que ataca directamente a las larvas.

La Conselleria de Salut no ha escatimado esfuerzos y ha destinado inicialmente unos 300.000 euros para la nueva campaña. El objetivo era intentar reducir la afectación, que el año pasado fue de 4.500 personas que acudieron a los CAP de las comarcas del Ebro por mordeduras del simúlido. «Se ha extendido prácticamente por todo el Ebro», admite Raúl Escosa, director técnico del CODE. Aun así, defiende que «los tratamientos sobre las larvas son muy eficaces, porque se comprueba la mortandad después de aplicarlos». No obstante, admite que «habrá que replantearse la situación».