Morfina

PERE / Puigdomènech

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La morfina es uno de los productos naturales más eficaces contra el dolor. Al tener efectos adictivos, al igual que su derivado la heroína, su producción y su uso están muy regulados y vigilados. Se obtiene de la adormidera o planta del opio, un pariente de la amapola, y su cultivo clandestino es fuente de recursos en diferentes países. Ahora se ha demostrado que será posible producirla en cultivos de levaduras y ello plantea dudas sobre cómo regularlo.

Llevamos siglos conviviendo con el opio y sus propiedades. No es extraño que cuando se aisló la sustancia activa del opio a principios del siglo XIX se la llamara morfina, del dios griego del sueño. Pronto se descubrieron sus propiedades para anular el dolor y aún más las de la heroína. Pero su consumo crea un grave problema de adicción y hubo que regularlo. Últimamente el uso de la morfina ha vuelto a aumentar en los tratamientos paliativos y contra el dolor. Pero su producción sigue dependiendo de cultivos que hay que controlar.

Diversos grupos de investigación, sobre todo en Estados Unidos y Canadá, han ido introduciendo grupos de genes de plantas en la levadura y han acabado demostrando que los cultivos de las levaduras modificadas producen morfina a unos niveles que pueden competir con la producción en plantas. Se trata de un resultado más de lo que se llama biología sintética, una aproximación que pretende construir nuevas vías de síntesis de sustancias interesantes en organismos que no las han producido nunca. Ya se había demostrado antes que se podía producir en levaduras la artemisinina, una sustancia contra la malaria. La síntesis de la morfina es un ejemplo más. Cuando un proyecto como este tiene éxito, suele aparecer un nuevo problema: algunos piensan que la producción de morfina (y de heroína) será ahora más fácil y habría que controlar el uso de las nuevas levaduras, pero otros piensan que una producción más fácil anulará el comercio clandestino. El debate está garantizado.