"No me arrepiento de haberla matado"

Montserrat González, el martes, respondiendo a las preguntas de su abogado en la Audiencia de León.

Montserrat González, el martes, respondiendo a las preguntas de su abogado en la Audiencia de León. / periodico

OLGA PEREDA / LEÓN

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Por primera vez desde hace un año y medio, Montserrat González y su hija, Triana Martínez, han salido de la cárcel. Lo hicieron el martes por la mañana en un incómodo furgón policial del que, previamente, se habían quejado por los problemas de espalda que sufre la madre. La queja valió de poco. El furgón las condujo desde la prisión de Villahierro (donde se dedican a tejer alfombras) a la Audiencia Provincial de León para ser juzgadas. Vestidas ambas de negro, con el pelo recogido, el gesto muy serio y la cara lavada, se sentaron en el banquillo. Las dos están acusadas del asesinato de la presidenta de la Diputación de León y entonces todopoderosa líder del PP en la provincia, Isabel Carrasco, que en mayo del 2014 murió tiroteada en plena calle. Montserrat, como ya hizo en su día tras ser detenida, confesó haber matado ella sola a la dirigente conservadora. Dijo que lo hizo sin ayuda de de su hija ni de su amiga Raquel Gago, policía local que también se sienta en el banquillo acusada de cómplice y encubridora. El fiscal y las acusaciones piden para las tres 23 años de cárcel. "No me arrepiento de haber matado a Carrasco. Mentiría si dijera lo contrario", declaró Montserrat ante el juez.

La acusada (que rehusó contestar a las preguntas del fiscal y del resto de acusaciones) está casada con el exjefe de policía de Astorga, que tras el asesinato pidió el traslado. Relató que cometió el crimen porque "la Carrasco" (como la llamó en varias ocasiones) le hizo la vida imposible a su hija, una ingeniera de telecomunicaciones que aspiraba a trabajar en la Administración leonesa, así como a formar parte del PP. Carrasco torpedeó ese futuro y asfixió profesional y personalmente a Triana, según la madre. "No podía ni tomar un café con los funcionarios de la Diputación. No podía trabajar para otros empresarios de la provincia porque Carrasco lo impedía", relató la madre. "Mi hija sufrió una fortísima depresión. Adelgazó más de 20 kilos. Estaba mal. Fatal. Sentí miedo por ella. Decidí que la mataría, porque si no mi hija… Mejor ella que no mi hija". En ese instante, Montserrat se echó a llorar en la sala de la Audiencia provincial, delante del juez y del jurado popular que debe decidir sobre su culpabilidad: cinco hombres y cuatro mujeres de entre 34 y 65 años. Durante el resto del interrogatorio, la acusada realizó, en tono serio, un discurso en el que ningún momento dio señales de perturbación mental. El único gesto que delataba su estado de nervios ante las preguntas de su abogado (que apenas le dejaba terminar las frases) era que no paró de tocar la botella de agua con la que subió al estrado.

INTENTO DE RELACIÓN SEXUAL

Montserrat explicó que la Diputación de León llegó a crear una plaza laboral para Triana. Al mes aterrizó en la administración leonesa Isabel Carrasco, respaldada por el máximo líder del PP, Mariano Rajoy. "Me habían dicho que se llevaría mal con mi hija, pero lo cierto es que no fue así. Se llevaron bien. Incluso, Carrasco solucionó un problema que Triana tuvo con Hacienda después de comprar un coche en Alemania, donde ella realizó el proyecto de fin de carrera", explicó la madre. Según su versión, en enero del 2010 se terminó la buena relación y comenzó la persecución. ¿Por qué? Porque Carrasco intentó mantener una relación sexual con Triana. Eso, al menos, es lo que asegura Montserrat. El fiscal recordó, por otra parte, que eso es algo imposible de comprobar porque Carrasco está muerta. La abogada particular subrayó que la propia Triana, en una de sus muchas declaraciones policiales tras ser detenida, había negado ese intento de acoso sexual. La madre, sin embargo, insistió ante el jurado en que era cierto. "Carrasco la llamó un día por la noche y le dijo que fuera a su casa para solucionarle un problema con una aplicación informática. Ella quiso tener una relación sexual, pero mi hija no. Y se marchó de la casa", detalló Montserrat. A partir de entonces, comenzó la supuesta persecución. Un acoso personal y profesional de tal calibre que Montserrat llegó a pensar que su hija podría suicidarse.

LA PRECISIÓN DE "UN SICARIO"

"No estamos de acuerdo con la muerte de nadie, pero tengo que defender a mis clientas", soltó el abogado de Montserrat y Triana, José Ramón García, para quien el fiscal "se pasó tres pueblos" al asegurar que ambas habían planeado el asesinato con la precisión de "un sicario". Para el letrado, es excesivo pedir 23 años de cárcel para Montserrat, cuyo castigo carcelario, en su opinión, no debería pasar de los siete años. Según el abogado, el jurado debería tener en consideración atenuantes, como el presunto trastorno mental que llevó a Montserrat a cometer el crimen. El abogado pide la libre absolución de Triana, a la que no considera responsable de nada. "Mi hija no sabía nada. No sabía que yo había comprado un arma para matarla", repitió varias veces la acusada.

"NO ESTÁN LOCAS"

Tanto el fiscal, Emilio Fernández, como la abogada de la acusación particular insistieron en que "nada puede justificar un crimen" y que Montserrat y Triana están perfectamente cabales. "No están locas. No tienen ninguna alteración mental, ni tampoco un trastorno de ideas delirantes. Solo un odio profundo".