Una monitora, sexta víctima del pederasta 'sioux' de Torroella

Fernando Laverde, alias Cantetinza, sigue en libertad con la prohibición de trabajar con menores

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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La lista de niñas que han caído en las garras de Ferran Cantetinza, el sobrenombre tras el que se esconde un presunto pederasta de Torroella de Montgrí, sigue creciendo. La última la ha presentado una mujer que actualmente tiene 26 años y que este jueves ha declarado en el juzgado número 1 de La Bisbal d’Empordà.

Se trata de una exmonitora que trabajó con él en verano, hace 10 años. Según ha explicado ante la jueza que investiga el caso, Cantetinza la enredó para llevarla a su cabaña, la desnudó, la tumbó en el sofá y la tocó con intención de practicarle una masturbación. Tenía 16 años, fue capaz de detectar el engaño y pedirle que se detuviera.  

OTRA DETENCIÓN

A raíz de esta quinta denuncia, Cantetinza fue arrestado nuevamente. Ante la jueza, reconoció que el episodio relatado por la exmonitora era cierto. Pero solo en parte. Admitió que se quedó a solas con ella, que ella estaba desnuda y que le dio un masaje. Pero recurrió a la misma ficción con la que ha enredado a una cifra desconocida de víctimas para negar el delito sexual.

Aludiendo a poderes que no tiene, explicó a la jueza que el masaje fue "por todo el cuerpo" pero matizó que en ningún momento "llegó a tocarla". La incoherencia entre una afirmación y la siguiente conecta con la propia esencia del personaje que representa. Cantetinza dice ser descendiente directo de los indios americanos sioux, de quienes ha heredado también la capacidad de hablar con los peces. También cuenta que fue un soldado americano que participó en la Guerra del Vietnam. Pero no es verdad. Ni es sioux ni es un veterano de guerra. Su nombre real es Fernando Laverde, tiene 64 años y es de origen colombiano -no estadounidense-. Aterrizó en España en la década de los ochenta huyendo de sus familiares, que descubrieron que había abusado sexualmente de su sobrina en Bogotá.

"COSAS QUE NO TOCAN"

En julio del 2015, una niña de 4 años desenmascaró por primera vez a Cantetinza. La pequeña le contó a su madre que "Ferran hacía cosas que no tocaban". Con esta sencilla frase, se empezó a tirar del hilo. Los padres presentaron una denuncia en los Mossos d’Esquadra y arrancó una investigación policial que ha ido encontrando nuevas víctimas. Incluso la misma sobrina de Cantetinza ha declarado telemáticamente desde Canadá -lugar en el que reside actualmente- después de leer la noticia que publicó El Punt Avui.

LAS OTRAS VÍCTIMAS

Además de la menor de 4 años que activó la alarma, de la sobrina de Canadá y de la monitora de este jueves, existen tres víctimas más: una niña, cuya familia accedió a que declarara ante la jueza pero que finalmente no quiso oficializar la denuncia, y dos mujeres, de 34 y 23 años, respectivamente, que han presentado sendas demandas por tocamientos. El caso de la más mayor de ella, que hace referencia a abusos que sucedieron en 1990, ha quedado archivado por la prescripción de los delitos.

EN LIBERTAD CON MEDIDAS CAUTELARES

Tanto el ministerio fiscal como la acusación particular, que defiende a alguna de las víctimas, solicitaron medidas cautelares contra Cantetinza que la jueza ha decretado. Actualmente sobre Fernando Laverde pesa una orden de alejamiento de la cabaña en la que cometía los abusos -ubicada junto al Massís del Montgrí- y de la playa de Calella. También tiene prohibido seguir trabajando con menores y debe personarse en el juzgado cada 15 días para firmar. La propia jueza sospecha que podrían seguir apareciendo víctimas.