Los efectos de la crisis / Los testimonios

«No es momento de hijos»

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Formación complementaria, inglés, viajes… Belén Martínez va recitando poco a poco la lista de proyectos vitales que tiene aparcados. Una lista que acaba con una renuncia importante.«Tengo 41 años y me había planteado tener un hijo, pero es imposible, no es el momento», afirma. Belén tiene pareja estable y trabajo, es funcionaria de prisiones, pero los recortes de sueldo de la función pública son un motivo clave para que haya aparcado, quién sabe hasta cuándo, sus proyectos. Se impone el vivir al día.

«Me sentía bien pagada por mi trabajo antes de que empezaran los recortes», explica. Como todos los funcionarios, en menos de dos años ha visto mermado de forma notable su poder adquisitivo y el de su familia, porque su madre y su hermano también son funcionarios. En el 2010 fue una rebaja del 5% del sueldo y más tarde la congelación de salario en dos años consecutivos (2011 y 2012). La guinda fue la supresión de la paga extra.

«Siempre había vivido bien y al día, sin preocuparme demasiado y de repente, te das cuenta de que tienes que frenar, que no llegas a fin de mes», explica Belén, que no tiene reparo en reconocer su falta de previsión y de capacidad de reacción.«Nunca piensas que esto te va a pasar a ti», se justifica. Pero el caso es que le ha sucedido a ella: su salario de funcionaria se ha resentido unos 300 euros al mes («al margen de las pagas, el aumento de la retención del IRPF, la bajada del fondo de pensiones, el incremento de horas y la rebaja de días de libre disposición...»). Y los gastos siguen allí, donde estaban, aumentando: una hipoteca con una cuota de 500 euros, unos gastos de 100 euros al mes de comunidad y los suministros de teléfono, agua y gas («que no dejan de subir»).

Belén ha tomado decisiones para adaptar sus gastos a la nueva realidad de sus ingresos. Hace un año que se deshizo de su coche, un Peugeot 106 («me lo quité de encima cuando conseguí el traslado de Brians (Martorell) a la Modelo, se lo regalé a una compañera de trabajo») y se pasó al transporte público. Pero eso tampoco fue solución, ya que le suponía un gasto de 50 euros al mes, así que ahora apuesta por la bici. Fastidiada, porque a Belén le encanta conducir.«Lo echo de menos, pero un coche es un lujo», explica.

Menos carne y más pasta

Pero esta es solo una renuncia más. La lista es larga. «He reducido drásticamente el consumo de ropa y calzado, he dejado el gimnasio, la tele de pago, el seguro de vida y la mutua...», enumera esta funcionaria que ha aprendido a controlar sus gastos a golpe de recorte. Por supuesto, ha reducido las salidas de fin de semana, y si sale intenta no gastar («mis actividades de ocio son pasear, leer y hacer fotos»). Pero desde hace unos meses, los recortes van más allá.«Es impensable comer carne o pescado cada día, así que en mi dieta incluyo más legumbres, pasta, huevos y ensaladas», explica Belén.

Acostumbrada a vivir bien y desahogada toda su vida, ahora compra productos de marca blanca, no va al súper sin una lista y no improvisa las comidas, se ha acostumbrado a planificar el menú de la semana. Hasta su perrita, Nuca, debe ajustarse al presupuesto.«Ahora come más pienso y le corta el pelo una amiga a mitad de precio», comenta medio en broma Belén, que no tarda en recuperar un tono más serio para preguntar:«¿Es justo pasar por todo esto? Vivo estresada pensando en qué más puedo ahorrar».Mientras, sus proyectos, su sueño de ser madre, están a la espera de tiempos mejores.