Gente corriente

Mercè Mestre: "Estos vestidos tienen algo de magia: te los pones y... ¡guau!"

Catalana entre faralaes. Tras 25 años en un banco, ahora diseña vestidos de flamenca para la pasarela.

«Estos vestidos tienen algo de magia: te los pones y... ¡guau!»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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En Sevilla no salen de su asombro desde que, en febrero pasado, una catalana presentara una colección de vestidos de gitana inspirada en Gaudí en la pasarela del Salón Internacional de Moda Flamenca. Estos diseños de crepé y lentejuelas salen del atelier Mercedes Mestre, situado en el número 69 de la calle de Sant Pere Mitjà de Barcelona, donde esta experta en finanzas y madre de tres hijos ha empezado una segunda vida.

-¿Vender estos trajes en Barcelona no es como vender frigoríficos en el polo Norte?

-En parte sí, pero hay mucha gente de aquí que va a las ferias y no tiene a nadie que le haga este tipo de vestidos a medida, y además, cada día hay más afición al baile. También estoy preparando diseños flamencos más de calle, porque creo que todas las mujeres llevamos dentro algo de flamencas.

-¿De dónde le viene tanto flamenquismo?

-Mi madre nació en Chiclana de la Frontera, Cádiz, y cuando iba a ver a mis primas me fascinaba ver cómo preparaban sus vestidos para la feria. Este sector lleva consigo mucha pasión, muchas emociones, y es muy contagioso. Estos vestidos tienen algo de magia: te los pones y te sientes... ¡guau! Debería probarlo.

-No me veo, pero todo es posible.

-Siempre hay una primera vez.

-¿Qué pasó la primera vez que dijo que dejaba su puesto de subdirectora en una oficina bancaria para hacer vestidos de volantes?

-En un primer momento mucha gente pensó que era una temeridad, pero luego se contagiaron de mi entusiasmo.

-Es que 25 años trabajando en un banco son muchos años.

-Hacía tiempo que sentía que ya no aportaba nada a mi trabajo. Siempre he sido muy creativa, pero llegó un momento en que todo era no, no y no, y eso es muy destructivo. Todo era gris y negro, me estaba marchitando, no podía respirar.

-¿Se puede ser creativo en un banco?

-Yo no concibo mi trabajo de otra manera. Por ejemplo, si venía un cliente que quería montar una tienda de zapatos, yo me esforzaba por encontrar los productos financieros más adecuados a sus necesidades y compartía el proceso con él. Me gusta tratar con el público y soy muy empática.

-¿Y qué ocurrió?

-El sector financiero está en reconversión y las entidades han hecho todo lo posible para que los vínculos con el cliente se rompan. Es curioso, venden un servicio personalizado pero en la práctica lo despersonalizan. Yo no quería seguir formando parte de este sistema, así que en enero del 2014 me acogí a una baja incentivada y me di 365 días para reinventarme.

-¿Cuál fue su primer paso?

-Abrir un blog para documentar todo el proceso. Había estudiado moda y quería ejercer mi verdadera vocación, así que me apunté a un máster de diseño de moda flamenca. Hacía 25 años que no hacía un dibujo y el día que me puse me salió todo igual que antes. ¡Era como si lo llevara dentro!

-Debió de ser un momento emocionante.

-Mucho. Empecé a sentirme cada vez más llena de energía, como si de golpe me hubiera puesto unas gafas que me dejaban ver lo que antes me pasaba desapercibido. Pero no todo son flors i violes. Si hubiera sabido todo lo que me esperaba desde el principio, quizá me lo habría pensado. Ahora recibo felicitaciones todo el día; no me haré rica, pero me siento regenerada.

-Muchas mujeres están iniciando una segunda vida a partir de los 45.

-Es difícil compaginarlo con la familia, porque un cambio así supone un descalabro. Los hijos siempre te necesitan y te quieren menos ocupada, pero al final te ven más feliz y lo entienden.