TENDENCIA URBANA

Mercadillos sin regateos

Amplia variedad 8 Compradores del mercadillo de Poblenou curiosean entre los puestos de venta.

Amplia variedad 8 Compradores del mercadillo de Poblenou curiosean entre los puestos de venta.

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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La duda ofende. 'No pregunte, todo a 1 euro', reza el cartel de un puesto del mercadillo de segunda mano del Poblenou. Se entiende el mensaje al repetirse idéntica cantinela: «¿Y esto, también vale un euro?». El vendedor arquea las cejas hacia el socorrido cartel. Grandes obras de la literatura, discos, calculadoras para miopes e incluso la lata de esmalte de poliuretano que, a buen seguro, usted (también) acabará por necesitar. Sí, a un euro.

Mucho más receptivo está Rubén Teba, en uno de los pocos puestos con género nuevo. «Triunfa el material de telefonía: fundas, cargador, cables de conexión...», expone. Lo combina con material variado, como cajitas para triturar cannabis, otro reclamo. «Venimos tanto por vender como por el trato con la gente, que le va de lujo a mi madre tras sufrir un ictus», dice.

El mercadillo, cuya entrada cuesta un euro y que se celebra cada primer domingo de mes, es tan socorrido para el comprador como para el vendedor. Maite Grau lo utiliza como extensión de su trastero: gafas de sol que no luce, juegos desfasados de sus hijos... «Gano espacio en casa y con el ingreso compro caprichitos», afirma. A su lado, Lali demuestra la voracidad del visitante: le ofrecieron el euro de rigor por la chaqueta que vestía ese día. No estaba a la venta, pero... «Total, si me iba pequeña...», se justifica.

La cita certifica su éxito en su 14ª edición, pese a la competencia de espacios como el Mercado Merca Hobby, el de arte de la plaza de Sarrià o el Timeout day de Horta. El organizador del mercadillo, Jose Puig, lo achaca a la virtud de convertirse en un espacio de convergencia de intereses de lo más variado «a un precio irresistible». Y cita otra clave en que lo acoja la taberna Ovella negra, espacio cerrado, bien ambientado y con un bar que evita conflictos conyugales: quien se cansa de compras puede esperar en la barra mientras remoja el gaznate.

Retos

El catálogo es heterogéneo: abridores, crema depilatoria, servilleteros de bar o el 'gym form duo'el estimulador muscular que habrá visto en Teletienda alguna noche de insomnio o exceso etílico. Y ropa, mucha ropa. Todo a un euro, ¡no pregunte! Cifra simbólica, que no evita paradojas. La del regateo, según Patricia Abreu: «Si alguno te dice, ¡está rayado!, les digo ¡si cuesta un euro!»O los 300 euros que Sandra Porcel ganó en un día vendiendo prendas de invierno que no necesitará en su próxima mudanza a Indonesia.

En algún caso, cuesta creer que algún objeto tenga salida, como un cenicero con la inscripción 'Me gustas porque estás muy buena', y un caníbal cocinando a una mujer. ¿Quién busca algo así? «Si vendí un sombrero con cuernos, puedo vender todo», bromea Luis Poveda, que vacía pisos y recopila material de personas fallecidas. «Con 800 euros de mozo de almacén no llego», dice.

Sin necesidades, para renovar vestidor y ganar un capital, acude Judith F. «Si no me pongo una prenda en un año, la vendo. Hay quien la revenderá por 5 euros, pero eso también es reciclar». Al lado, la 'boutique' de Melissa Martín, nueva en estas lides. «Empecé comprando anillos y tacones, y Judith me acabó de convencer para vender», explica. Va sacando de su maleta cinturones y corbatas -«¡hay cosas que no sé ni de dónde las he sacado!», suelta, divertida- mientras los clientes se prueban ropa que Melissa ya no echará de menos.

Entre las causas del centenar de puestos hay espacio para la solidaridad. La de Xandra Alemany va a cuatro patas: usar el dinero en mejorar la vida de perros de protectoras, como Shangó, un mestizo de labrador víctima del desahucio de su dueño. También la generosidad de Jose Brocal y Ana Mourelo tiene nombre propio: Aitor. Su hijo sufre el síndrome de duplicación mecp2 una enfermedad rara (www.duplicacionmecp2.es) «que no tiene cura ni casi investigación», explica Jose, tan agradecido a los que compran por la buena causa como a quienes donan sus enseres para agrandar las esperanzas de un futuro mejor para el pequeño.