VOLUNTARIOS

Mentores de la inclusión sociolaboral

Jóvenes formados como monitores de ocio caminan hacia un trabajo acompañados por personas mayores que, altruistamente, les ayudan. Son tándems de edad dispar, misión común y enriquecimiento mutuo.

INTERCAMBIO. Las experiencias de adultos y jóvenes les sirven a ambos.

INTERCAMBIO. Las experiencias de adultos y jóvenes les sirven a ambos.

CARME
ESCALES

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¿Adónde va todo el saber que ya no se comparte ni se aplica más cuando se ha dejado de estar en activo en una profesión? ¿Y cómo puede acceder alguien a ese conocimiento desde ámbitos sociales, culturales y generacionales lejanos, desde mundos personales desconocidos?

Las dos preguntas tienen respuesta en la figura del mentor. El mentor es un consejero o guía, como Manel Carreras, un ingeniero industrial de 65 años, de Barcelona, ahora jubilado, que a lo largo de su vida laboral trabajó en las áreas económicas del ámbito empresarial. Su sabiduría y experiencia sirven hoy de cojín en el acompañamiento humano que Carreras brinda, escuchando vivencias e inquietudes de presente y futuro de Sergio Fernández. Él es un joven de 22 años de L'Hospitalet de Llobregat que estudió hasta segundo curso de ESO y después se formó en el proyecto educativo Aprenentatge Servei. En él se combina procesos de aprendizaje y servicio a la comunidad. Fernández es voluntario del esplai Can Serra de L'Hospitalet. Fue allí donde conoció la existencia del proyecto Tresca de la Fundació Catalana de l'Esplai (FCE).

«Tresca es una oportunidad para la inclusión social de jóvenes a través del ocio», define la responsable del área social de la FCE, Maria Bruno. Jóvenes de entre 18 y 25 años en situación de vulnerabilidad o riesgo social reciben una formación integral, personal y social, pues el objetivo es la inclusión a nivel laboral, pero también dotarlos de habilidades para una vida autónoma y, con todo ello,  abrirse paso en el mundo laboral.

«Más de 200 jóvenes se han formado ya como monitores de actividades de ocio desde que empezamos, en el 2010, en Catalunya. Desde el pasado mes de septiembre lo hacemos también en Portugal e Italia», explica Maria Bruno. Elegir el mundo del ocio como puerta de entrada en el mundo laboral significa que con la titulación que obtienen esos jóvenes en educación en ocio pueden optar a trabajar en comedores escolares, esplais diarios o colonias.

«En la última edición finalizada del proyecto Tresca, el 27% de los jóvenes participantes se han vinculado de forma voluntaria a entidades educativas y sociales del territorio, el 20% han entrado al mercado laboral y el 16% han reanudado su proceso formativo», explica Bruno. Tresca prevé tanto la formación como el acompañamiento del alumno en el proceso de inclusión. Y en ese camino, la educación en valores tiene un peso específico. Responsabilidad, compromiso social, interculturalidad y tolerancia son algunos de esos valores primordiales que enfundan la formación de los jóvenes y que gracias al programa de mentoría en el que Manel Carreras y Sergio Fernández participan llegan de una forma muy especial.

Voluntarios sénior

Aprovechando la experiencia y capacidades contrastadas de adultos jubilados o en vías de serlo, que ofrecen de manera voluntaria su tiempo y sabiduría, la Fundació Catalana de l'Esplai ha creado la fórmula que refuerza el acompañamiento de los jóvenes que ya han realizado su formación, con la figura de un mentor, ese voluntario sénior que promoverá itinerarios de inserción laboral o nuevos canales formativos, así como procesos de crecimiento personal.

«Nosotros podemos aportarles nuestra opinión, dentro de un extraordinario respeto. Somos un punto de referencia para ayudarles a pensar en todas las posibilidades que están a su alcance», considera Manel Carreras. «Para mí, él es como la figura de un padre o un abuelo, alguien que ha trabajado mucho y comparte lo que ha aprendido en la vida», expresa Sergio Fernández, el joven con el que Carreras se encuentra una vez cada 15 días. «No tenemos soluciones, y menos en este contexto laboral en el que estamos, pero podemos hablar de todos los posibles y, por ejemplo, yo le puedo contar a Sergio cómo nos gustaba, en la empresa en la que yo trabajé, que llegasen los nuevos empleados», comenta Carreras.

En el modelo marco del programa de mentoría, se establece que el joven y el mentor deben verse, donde ellos convengan, como mínimo dos horas una vez cada 15 días. «Pueden compartir aficiones también, se trata de interconectar», detalla la responsable del área social de la FCE, Maria Bruno. «Ambos firman un documento de compromiso que recoge los objetivos y metas al largo del proceso que dura, al menos, seis meses, aunque es ampliable», puntualiza Bruno. «El mentor, a su vez, adquiere una formación inicial, de entre 12 y 20 horas, dentro del plan de voluntariado, en el que le explicamos las habilidades y competencias necesarias para su nueva labor y lo situamos en el perfil de los jóvenes», añade.

Son los jóvenes, que ya han superado su formación en ocio (150 horas), quienes eligen a su mentor. Cada uno de estos últimos puede ocuparse de dos o tres jóvenes como máximo y, previamente a la elección, presentan su candidatura ante el conjunto de jóvenes que participan en el programa. Que el joven se pueda plantear en qué punto se encuentra en su vida y qué le gustaría conseguir, también en el aspecto personal, es el cometido del proyecto vital que prevé el plan de trabajo del mentor. En el programa de mentoría de Tresca participan actualmente 10 mentores y 15 jóvenes.

Una vez al mes, educadores sociales, pedagogos y psicólogos revisan el desarrollo del programa, y todas las dudas y avances que se vayan generando a través de esa interconexión intergeneracional entre el joven y el mentor. Además, el mentor tiene siempre a su disposición un referente en la Fundació Catalana de l'Esplai, que a su vez es un exmentor voluntario, al que puede también acudir si lo precisa.

La resolución de conflictos, la escucha activa, los vínculos afectivos y la empatía son algunos de los aspectos en los que trabajan mentores y jóvenes como base útil para la futura integración sociolaboral de estos últimos. «Lo más importante es la oportunidad que representa esta experiencia de compartir un proceso que no es fácil, en la vida de nadie, y contar con un espacio para comentarlo y para tratar de crear una inserción sociolaboral más adaptada e inteligente», declara otro de los mentores participantes en el programa de la FCE, Antonio Cenea. Es psicólogo social, de 65 años.

Dar y recibir

«Aprendo a respirar, a tomar aires diferentes, puesto que de los jóvenes debo aprender contextos diferentes, he de saber escuchar sus dificultades y sentimientos», expresa Cenea, que ejerce su labor de mentor con Arturo Archille y Pol Mateo, dos jóvenes de Sant Boi de 20 y 18 años. «Ellos me preguntan y se cuestionan muchas cosas y eso me activa, me obliga a revisar mis respuestas», detalla el mentor de esos jóvenes. «La mayor riqueza que recibo es descubrir cómo ellos decodifican lo que nosotros hemos vivido en otros momentos», concluye Cenea.

Este año, 200 jóvenes participarán en el proyecto de formación en ocio de Tresca, 125 de ellos en Catalunya, 50 en Portugal y, 25 en Valencia. «Normalmente, la mitad de los alumnos se apuntan al programa de mentoría», señalan desde la FCE.

Doctoras, ingenieros, empresarios, cualquier persona con ganas y tiempo de ser mentor en una experiencia como la que la FCE ha implementado, puede postularse a hacerlo. «No hay ningún límite, aunque cada persona debe pasar unos filtros que garanticen que encaja con el perfil que demanda nuestro programa», explica Maria Bruno. «Yo creo que voy a recibir más de lo que yo daré», dice Joan Cuatrecasas, titulado mercantil de Caldes d'Estrach de 75 años. «De entrada, ellos me aportan juventud y ganas de hacer cosas», declara. El joven al que acompaña Cuatrecasas, Joan Romero, quiere ser cocinero. «De momento, nos explicamos la vida, pero yo le veo muchas ganas», dice su mentor.