Dispositivos de control policial

Más de 30 policías locales catalanas tienen ya la polémica pistola eléctrica

Un agente de la Policía Local de Sant Andreu de Llavaneras muestra una pistola eléctrica.

Un agente de la Policía Local de Sant Andreu de Llavaneras muestra una pistola eléctrica. / ANNA MAS

ANTONIO BAQUERO
BARCELONA

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Aunque sigue vetada para los Mossos, la pistola eléctrica tipo Taser se está expandiendo en Catalunya y son cada vez más los ayuntamientos que la compran para sus policías locales. Según Andreu Soler, propietario de la empresa que las importa, actualmente ya hay entre 30 y 50 localidades catalanas con esa arma, que la legislación española considera legal pero que restringe a miembros de los cuerpos policiales. En total, las policías locales catalanas cuentan con unas 150 Taser. Entre otras, la tienen las de Badalona, Girona, Sils, Argentona, Llavaneres, Blanes, Sant Vicenç de Montalt, Caldes de Malavella, Fogars de la Selva, Collbató, Dosrius, Riells, Cardona, Hostalric, Vilanova del Vallès y Sant Pol de Mar. En España hay unas 500 armas, sobre todo en Canarias y Valencia.

La Taser emite, por contacto o por el lanzamiento de dos dardos, una descarga eléctrica de 1,2 miliamperios que provoca temporalmente una parálisis muscular, lo que hace caer al detenido y permite esposarlo. En teoría, no deja lesiones. Su uso está indicado para personas en estados de excitación extrema que van armados y que no obedecen a los agentes. Pero hay controversia sobre si pueden causar la muerte. Mientras que Amnistía Internacional asegura que en EEUU y Canadá han causado más de 71 muertos, los partidarios de la herramienta sostienen que no puede causar un infarto.

Soler explica que «la Taser suele ser adquirida por municipios de costa que ven multiplicarse su población por el turismo y donde los agentes han de reducir a personas muy excitadas por el consumo de alcohol o drogas». «Si das a la policía armas no letales, evitas que tengan que usar las letales», dice. Josep Marigó, alcalde de Blanes, la primera en introducirla, explica que «la policía ha de tener diferentes herramientas para reducir a una persona beligerante. La Taser supone la introducción de métodos menos graves que el disparo de una bala». «Son situaciones en que el policía podría tener que usar un arma de fuego», dice el alcalde, informa Ferran Cosculluela.

Xavi Muñoz, jefe de la policía local de Caldes de Malavella, califica de «10 sobre 10 las prestaciones de la Taser». «Decidimos adquirirla después de una reducción muy violenta de una persona con problemas mentales», comenta, y asegura que tiene «un efecto muy disuasorio». En Argentona, donde disponen de pistolas Stinger, un modelo similar, el subinspector Pere Anglada, jefe de la policía local, asegura que el arma «evita que haya que hacer reducciones mucho más duras y que pueden lesionar al detenido y a los agentes».

CASOS EXCEPCIONALES / El subinspector Joaquim Casals, de la Guardia Urbana de Badalona, explica que su cuerpo policial la adquirió como «herramienta para casos excepcionales y que normalmente se mantiene en la comisaría». «Pero es bueno saber que disponemos de ella -añade- y que nos puede evitar algunas reducciones donde el detenido, por su propia excitación, podría resultar lesionado o incluso sufrir un infarto».

Portavoces del Sindicat de Mossos d'Esquadra, el Sindicat de Policia de Catalunya y el Col·lectiu Autònom de Treballadors reclaman que «se dote con ese arma a los Mossos pues es lo mejor para reducir a personas muy excitadas». Los portavoces aseguran que, con la Taser, se habrían evitado las últimas tres muertes que se han producido durante reducciones policiales.

Fuentes de la Conselleria d'Interior explican que conocen «esa expansión de las Taser», pero avisan a los ayuntamientos de que «no hay ningún arma inocua». No obstante, insisten en que no se va a dotar de ese arma a los Mossos.

Quienes están en contra son las entidades de defensa de los derechos humanos. Así, Andrés García Berio, de la Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la Tortura, alerta de que «al ser un arma que no deja huella es muy difícil poder identificar su uso incorrecto y abusivo». «Nuestra entidad se opone frontalmente a su uso», añade García Berio.