VALORES CIENTÍFICOS DEL PREPIRINEO

De Marte al Pallars Jussà

De izquierda a derecha, los investigadores Xavier Mir Pellicer, Rogelio Linares, Alexis Rodríguez, Mario Zarroca y Carles Roqué.

De izquierda a derecha, los investigadores Xavier Mir Pellicer, Rogelio Linares, Alexis Rodríguez, Mario Zarroca y Carles Roqué.

ANTONIO MADRIDEJOS

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El Mont de Conques, un agreste paraje en el municipio de Isona i Conca Dellà (Pallars Jussà), esconde entre campos de almendros y cereal unas curiosas formaciones geológicas que pueden ayudar a planificar la exploración de Marte. La razón esencial es que las estructuras, con forma de cono o cráter, tienen unos sorprendentes equivalentes en el planeta rojo, aunque de tamaño gigantesco. Se llaman técnicamente «domos de tobas» y hay media docena. «Creemos que el mismo proceso que los originó en un lugar los originó en el otro», resumen Rogelio Linares y Mario Zarroca, investigadores del Departamento de Geología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). En Isona, el motivo fue el agua.

Salvo en el desierto de Australia, donde se han documentado varios domos de gran tamaño, no se conoce en la Tierra ninguna estructura de forma parecida y origen similar. Ni son orogénicas ni formadas por aguas termales. Investigadores del Instituto de Ciencias Planetarias de Tucson, en Arizona (EEUU), especialistas en geología hidrotermal de Marte, visitaron recientemente la zona atraídos por las curiosas formaciones.

Los geólogos de la UAB, que han publicado sus análisis en la revista Geodinamica Acta, explican que los domos surgieron hace al menos 250.000 años, pero el proceso aún se mantiene vivo en la actualidad.

El proceso: no tan fácil

En esencia, lo que sucede es que el acuífero subterráneo, que presiona en busca de un escape, logra horadar una chimenea por donde emerge el agua a borbotones y forma un pequeño lago. De hecho, los cercanos estanques de Basturs son un domo en su primera fase, explican Linares y Zarroca. Finalmente, el agua arrastra materiales que, cuando la presión se debilita, acaban taponando el conducto de salida y cortan el flujo de agua. Las piedras calizas, muy solubles, favorecen el proceso. Parece un mecanismo sencillo, pero sí así fuera habría domos por doquier. En Isona, según el análisis de la UAB, se produce un «contexto muy particular»: se trata de un terreno llano pero situado dentro de una gran hondonada por la que el acuífero discurre muy superficial. La presión es fuerte y el terreno es frágil.

Los domos de Isona no son particularmente vistosos porque el paso del tiempo ha suavizado sus laderas, pero sí sorprenden porque surgen de la nada en un territorio sin relieve. «Cualquiera puede verlos. Solo hay que fijarse un poco», dice Linares.

El llamado Tossal de la Cassola, el mayor de todos, tiene una altura de 46 metros y un diámetro en la base de 178 metros. Los lugareños lo llaman la «montaña del agua» porque en sus aledaños las fuentes son muy frecuentes, prosigue el profesor de la UAB. Teniendo la escasez de precipitaciones en la zona, la presencia de tanta agua es sin duda un rasgo destacable. Además, aunque el agua dejó de manar por el cráter -según atestiguan diversos testimonios, no fue hace tanto-, han surgido pequeñas fuentes o chimeneas en las laderas. Así se calma la presión.

«Estos estudios nos darán información sobre la distribución del agua en la corteza superior de Marte. Se cree que puede haber una capa de permafrost [agua helada entre las rocas] de entre uno y varios kilometros de espesor», explica desde Tucson el especialista Alexis Rodríguez. Es decir, si el agua originó los domos de tobas del Pallars y sigue estando en capas subterráneas, quizá en las formaciones marcianas pase lo mismo.

Bases humanas

«La distribución de las aguas subterráneas en Marte será fundamental para la localización de nichos que puedan albergar vida -prosigue Rodríguez-. También será útil para establecer zonas donde haya alta probabilidad de encontrar agua accesible para la exploración humana del planeta».

El Pallars Jussà ya es conocido por sus valores geológicos y sus yacimientos de huevos de dinosaurios. «Al margen del valor científico, todo esto de los domos, con tanta agua en un lugar tan seco, puede ser un nuevo atractivo», concluye Linares, quien no descarta que puedan surgir nuevos lagos en un futuro. El último, en un campo cercano, apareció en 1998.