Gente corriente

Maria Dolors Masfret: «El huerto es el que me cuida a mí, y no al revés»

Hortelana de Rajadell. Cultiva verduras en su huerto y cuida su casa, en la que nació hace 81 años

«El huerto es el que me cuida a mí, y no al revés»_MEDIA_1

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CARME ESCALES

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Dolors, Lola o Loleta, Maria Dolors Masfret (Rajadell, 1933) responde a diferentes nombres. «Los que me conocieron de pequeña me llaman Loleta», dice aquella Loleta que a los 15 años cogía el tren en la estación de su pueblo, a 12 kilómetros de Manresa, para ir a aprender a planchar en casa de una prima. Era pronto por la mañana, y hasta el anochecer no regresaba. En el domicilio de una bordadora aprendió a bordar, y una modista le enseñó a coser. Sus manos pasaban de la ropa al huerto. En su casa eran payeses.

-¿Cultivaban tierras?

SEnDSí. Sembraban maíz y recogían almendras y aceitunas, en tierras alquiladas. Teníamos dos huertos, cerdos, gallinas, conejos y la mula, que araba y transportaba cargas. También teníamos viñas y hacíamos vino. De pequeños, mis hermanos y yo pisábamos las uvas.

-¿Descalzos?

-No, llevábamos unas alpargatas que nos habían comprado solo para pisar la uva.

-¿En qué otras tareas ayudaban?

-Yo, con 7 y 8 años ya me entretenía entrecavando y regando el huerto. En aquel tiempo, una vez aprendías a leer, sumar, multiplicar y dividir ya dejabas la escuela. Lo que ahora hago como asignatura diaria, en el huerto, de niña ya lo viví, pero aún siento la misma ilusión al ver salir el primer tomate.

-¿Qué hay ahora en su huerto?

-Bueno, ahora no crece gran cosa. La nieve ya lo ha tapado este año. Tengo sembradas escarolas, lechuguitas, habas, cebollas y puerros. En marzo prepararé las tomateras. En julio y agosto es cuando el huerto es más fructífero. Precocino lo que recojo y lo congelo en botes de cristal. Tengo tres congeladores y dos neveras combi. Y siempre reparto verduras entre la gente. A quien alaba mi huerto, siempre le regalo algo.

-¿Qué piensa de los cultivos biológicos, ecológicos, tan de moda ahora?

-El mío lo es. Yo no sulfato. Para evitar las plagas, riego con leche, agua y ortigas.

-¿Leche? ¿Leche de soja? ¿Desnatada?

-Ah, da igual. Adobo las ortigas con agua y leche -huele muy mal- y eso lo mata todo. Me lo dijo una persona de fuera del pueblo: un litro de leche, diez litros de agua y ortigas. Antes no sulfataba y se me morían plantas, hoy ya no se me muere nada. Además, abono la tierra con las cacas de las gallinas y con el agua de hervir las verduras.

-Eso es darle cuerda al ciclo natural, y a su corazón también.

-A menudo me preguntan: «Loleta, ¿aún cuidas el huerto?». Y yo siempre respondo: «¡No! Es el huerto el que me cuida a mí, y no al revés». Entre el huerto y las flores me cuidan, me dan vida.

-¿Cómo es un día normal en su vida? 

-Me despierto a las siete y sigo el rosario desde Montserrat en Ràdio Estel, aunque últimamente no la localizo. A las ocho me levanto y abro todas las ventanas de casa. Mi marido -Joan- me ayuda. Tenemos cuatro gatos, dos en la buhardilla, con periquitos, cotorras, y peces en un acuario, y dos en el patio, con dos gallinas -que ponen un huevo día sí, día no- y un gallo.

-¿Y el gallo, para qué lo tienen? 

-El gallo canta. Dicen que si hay gallo, los huevos de las gallinas son más buenos.

-Usted trabajó 22 años en una tienda de ropa de Manresa. Allí vivió con Joan y su hija hasta que se jubilaron y se fueron a su casa natal. ¿Cómo conoció a su marido?

-Él es de Barcelona. Vino a la fiesta mayor de Rajadell, donde tenía primos. En el baile, un chico me venía a sacar a bailar pero yo no quería, y me iba alejando hacia atrás, para evitarlo, hasta que le pisé un pie a Joan. Le pedí perdón y él me dijo: «Bueno, pero ahora bailarás conmigo». Y desde entonces no hemos dejado de bailar. Teníamos 19 años él y yo 20, y aún la ballem.