Gente corriente

Marcos Moreno: «¡No quiero pedirle ayuda al conductor del autobús!»

Va en silla de ruedas por culpa de una polio y envía cartas a todas partes pidiendo más obras de accesibilidad.

«¡No quiero pedirle ayuda  al conductor del autobús!»_MEDIA_2

«¡No quiero pedirle ayuda al conductor del autobús!»_MEDIA_2

MAURICIO BERNAL

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-Cada vez que vengo aquí me traigo el silbato de fútbol. Para que me oigan.

-¿Perdón?

-Pito aquí, desde la calle.

-¿Y salen? ¿Lo atienden en la calle?

-Pues claro. ¿Qué van a hacer? ¡Si no tengo cómo entrar!

Y ese es Marcos Moreno Rubio: un hombre que va a Correos con un silbato en el bolsillo. Naturalmente que algo tiene de estrambótico, pero es en esencia otra forma de llamar la atención, igual que enviar cartas al ayuntamiento, y al Defensor del Pueblo, y a los autobuses, y a los trenes, y a todo despacho que crea que violenta sus derechos; los que -subraya- tiene como discapacitado. ¿No se puede subir a un tren? Moreno se encadena cinco días en la estación. Para protestar.

-Porque, ¿sabe?, desde que cogí la silla me di cuenta de los problemas que tenemos.

-¿Y eso cuándo fue?

-Cuando tenía 35 años. Ahora tengo 58.

-¿Y por qué?

-Porque tuve una poliomielitis de niño. Hasta los 35 anduve cojo, y luego me tocó coger la silla. Entonces vivía en Menorca, y cada vez que iba a un supermercado, a una discoteca, a unos cines, cuando iba a cualquier local y no podía acceder, lo primero que hacía era pedir la hoja de reclamaciones. Pero… Bah. Me di cuenta de que a nadie le importa si puedes o no puedes entrar en un sitio.

-Y ahora aquí en Pineda hace lo mismo.

-Tengo los mismos problemas.

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo: los autobuses que van a Calella. Yo de vez en cuando tengo que ir al Hospital de Calella porque mi médico me manda allí, pero resulta que a veces tengo que esperar varias horas hasta que pasa un autobús con rampa, o que le funcione la rampa.

-¿Se queja? ¿Qué le dicen?

-El ayuntamiento me dice que le pida ayuda al conductor. ¡Pero es que yo no quiero pedir ayuda al conductor! ¡Yo quiero poder subirme al autobús como todo el mundo!

-¿Y aparte del autobús?

-Aparte de eso están las rampas de los pasos peatonales, que están mal hechas. La inclinación. Mire estos brazos míos: es porque cada día tengo que subir esas rampas.

-¿Todas las rampas están mal?

-¡Todas! Pero nadie hace nada.

-¿Y qué pasa con los trenes?

-Puf, los trenes. Me encadené en la estación de Pineda cinco días y todo lo que logré fue una carta de Rodalies, una carta en la que dicen que todo el tema de accesibilidad estará acabado en el 2020. ¿Tengo que esperar al 2020 para poder subir a un tren?

-Pero hay trenes adaptados.

-Unos. No todos. ¿Usted sabe lo discriminado que me siento cuando todos se suben al tren y yo me quedo en el andén? También las tuve con una naviera, por cierto.

-Por lo mismo.

-Porque al ir a subir a un ferri me tuvieron que meter por donde se meten los coches. Y yo no soy un coche. Yo soy una persona.

-Escribe mucho.

-Todos los días. A Renfe, al ayuntamiento, a Correos, al Defensor del Pueblo. El defensor sabe perfectamente todos los sitios en los que no puedo entrar. Todo lo que está archivado en esta carpeta son respuestas.

-¿Qué le dice el Defensor?

-Nada. Nada de nada. «Se hará, se hará, se hará», pero nunca se hace nada. Tengo problemas para entrar en todas partes, el ambulatorio, el juzgado. Y si me hago daño, ¿a quién le pido responsabilidades?