PRECARIEDAD EN LA COMUNIDAD INVESTIGADORA DE CATALUNYA

La mala vida del científico

Una trabajadora del  IDIBAPS trabaja en uno de los laboratorios.

Una trabajadora del IDIBAPS trabaja en uno de los laboratorios.

MICHELE CATANZARO / BARCELONA

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El porcentaje de trabajadores temporales alcanza el 61% de la plantilla, en promedio, en seis de los más grandes centros de investigación de la Generalitat. Así lo revelan datos de la coordinadora de comités de empresa Coordinació Intercentres de Recerca (CIR), recogidos en el 2014. Los contratos de obra y servicio alcanzan el 80% de la plantilla en el Institut d'Investigacions del Hospital Clínic de Barcelona (IDIBAPS) y solo bajan del 50% en el Sincrotón Alba (28%). Asimismo, 3 de los 13 centros adheridos al CIR no tienen ni convenio propio: se regulan en base a los mínimos fijados por el estatuto de los trabajadores en cuanto a vacaciones, asuntos propios o salario. Otro centro se rige por el convenio de oficinas y despachos.

Estos datos representan una muestra pequeña de los más de 40 centros científicos de la Generalitat y se centran en los empleados directamente por esos institutos. Si se incluye a los trabajadores que operan en ellos, pero empleados por universidades, hospitales o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la temporalidad baja: por ejemplo, es del 36,9% en 10 centros adscritos a la Conselleria d'Economia, según esta entidad.

Los comités estiman que la situación es preocupante. "No podemos tener al investigador tranquilo para investigar si tiene que estar pensando en conseguir un nuevo contrato", afirma un miembro del comité de la Fundació Clínic. "Al volver de Estados Unidos, los primeros años me cambiaron de técnico cada año. Cada vez tardaba seis meses para volver a formarlos", explica Montserrat Batlle, del comité del IDIBAPS, que cita a un investigador de la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats que estuvo a punto de cerrar su grupo en un hospital porque a sus miembros se les acababan los proyectos de los que dependían sus sueldos. El grupo se salvó por la financiación internacional.

PRECARIEDAD

"Eso de que la precariedad estimula la creatividad no es la mejor filosofía para poner a un país en cabeza de la I+D", afirma Jesús Martín Campos, del comité del instituto de investigación de Sant Pau. Las implicaciones van más allá de los resultados científicos. Según integrantes del CIR, un centro le planteó a una embarazada que acababa su contrato de obra y servicio que esperase al final de su baja para renovarle. "Hay problemas tan prácticos como conseguir una hipoteca o una tarjeta de crédito. Hay gente que se harta y decide irse a trabajar a una academia o a una tienda", afirman. Algunos investigadores no quieren explicar sus historias ni de forma anónima, por miedo a perder el trabajo.

Al director general de investigación de la Generalitat, Josep Maria Martorell, el porcentaje de temporalidad calculado sobre el total de los trabajadores de los centros le parece razonable. "Es normal que un doctorando y un posdoctoral tengan un contrato de obra y servicio, por la naturaleza de su trabajo", afirma.

"Los centros CERCA (la red de instituciones científicas de la Generalitat) van de un extremo donde solo los jefes de grupo son permanentes porque se busca un modelo formativo, a otro modelo más universitario y de menor temporalidad. El nivel de temporalidad depende de ello, no de la voluntad de no contratar", sostiene. La contratación permanente "tiene virtudes y defectos", considera: "Facilita la conciliación, pero dificulta la movilidad y la captación de talento internacional".

ATRACCIÓN DE TALENTO

 "La temporalidad desanima a los investigadores extranjeros", afirma Josep Campmany, del comité del Sincrotrón Alba. En dos ocasiones, investigadores extranjeros seleccionados se echaron atrás al conocer las condiciones de temporalidad. «La traslación de conocimiento a las empresas necesita interlocutores estables», añade. Las patentes licenciadas por el Sincrotrón fueron desarrolladas durante siete u ocho años por personal permanente. "El listón de excelencia es alto, porque hay poco dinero. Muchos investigadores buenos los tenemos fuera", dice un miembro de la Fundació Clínic. En una entidad como la francesa CNRS la temporalidad es del 24%.

La situación se complica por la falta de convenio propio en algunos centros. Es en este asunto donde los investigadores catalanes están moviendo ficha. En marzo, ICV-EUiA presentó en el Parlament una propuesta impulsada por la CIR, en la que se pide un convenio sectorial y que los comités puedan sentarse en los patronatos de los centros. Es improbable que se apruebe antes de las elecciones, pero la semana pasada la secretaría de universidades e investigación se comprometió a trabajar en el convenio sectorial a partir de septiembre. "Vemos con buenos ojos esta idea, si se garantizan las características que han hecho que muchas instituciones sean un éxito de productividad", afirma Martorell. "Es una excelente noticia y un punto de inflexión", celebra Adrián Grau, del comité de la Fundació Clínic.