Gente corriente

Maite Fernández: "¿Cómo es posible que nos hagan tan felices?"

Loca por Depeche Mode. Les vio en el Sant Jordi y hoy les verá en Madrid. En 15 años ha ido a 15 conciertos.

«¿Cómo es posible que nos hagan tan felices?»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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Esta última semana, en la oficina de la agencia 140 Comunicació ha habido más trasiego de lo que es habitual. El motivo: la actuación, el miércoles en Barcelona, de la banda Depeche Mode, circunstancia que, invariablemente desde hace 15 años, convierte en un saco de nervios a Maite, una de las tres socias de la empresa. Botaba en la silla.

-Pero si ya los ha visto muchas veces...

-Emociona igualmente. El día del concierto no podía más de los nervios y tuve que salir antes del trabajo. Un amigo mío llevaba desde las seis y media de la mañana haciendo cola y pudimos verlo desde primera fila. ¡Casi podía tocar al cantante!

-Y el sábado [por hoy], otra vez.

-Estos días he estado contando todos los conciertos de Depeche Mode a los que he ido y el del sábado será el número 15, incluyendo los tres en solitario que hizo el vocalista [David Gahan], dos en París y uno en Barcelona. En junio fui al concierto de esta gira que hicieron en Múnich y si por mí fuera no me habría perdido el concierto del viernes en Madrid, pero la economía no me lo permite.

-¿Qué hace? ¿Rompe la hucha?

-Tiro de ahorros y a veces los amigos te avanzan el dinero. De hecho, la entrada de hoy es un regalo de una amiga con la que compartimos esta especie de frikismo.

-Cuando los Depeche empezaron a sonar en Londres, en 1981, usted tenía solo 5 años.

-Me enganché tarde. En 1989 sacaron el disco Violator, que empezó a sonar mucho, pero en aquel momento yo no empatizaba con aquella música oscura que hablaba de muchas cosas, pero sobre todo de religión, amor lujurioso, drogas... Mi momento vital era muy distinto, era una adolescente y conectaba más con New Kids on the Block o Madonna. Mi vida no empezó a encajar con aquella música hasta 1997, cuando sacaron Ultra. Al año siguiente vinieron a tocar al Sant Jordi y fui sola al concierto. Me fascinó.

-Y empezó a metamorfosearse en fan.

-A partir del 2001 estalló todo. Empecé a escribir en un foro muy rudimentario y a conocer gente. Aquel año los Depeche vinieron a tocar y el día del concierto me levanté a las cinco de la mañana para ir a trabajar, luego fui al concierto y al día siguiente volví a levantarme a las cinco para ir al trabajo y después coger un avión para volver a verlos en Madrid. Aquella noche hubo una fiesta en la que coincidimos varias personas del foro que solo nos conocíamos por el nick y desde entonces algunos somos amigos para toda la vida.

-Aun así, es usted un espécimen de fan moderado. No lleva tatuajes del grupo, no investiga su vida privada, no les persigue... 

-Tengo 37 años y me parece que se me ha pasado la edad de hacerme tatuajes y comportarme como una histérica. Lo que sí he llegado a hacer es acercarme hasta el Hotel Arts, donde se alojan cuando vienen a Barcelona, para ver si los veía. Y me alegro de no haberlos visto, porque les tengo muy mitificados y seguro que se me habría caído el mito.

-¿Qué daría por conocerles?

-Nunca me he movido para darles la mano o hacerme una foto con ellos. Al fin y al cabo soy periodista y lo que me gustaría sería entrevistarlos.

-¿Qué les preguntaría?

-Me sentaría con el compositor [Martin Gore] y le preguntaría el porqué de todo, cómo y por qué ha creado esto y cómo es posible que nos haya hecho tan felices a tanta gente.

-¿A usted por qué la hace feliz?

-Es como cuando te enamoras de alguien ciegamente y no sabes por qué; no lo puedes explicar, simplemente conectas. Cuando te enamoras de una música es como si tuvieras una relación sentimental.