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Maite Castillo: «El estereotipo hace a las enfermeras invisibles»

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CARME ESCALES

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Maite Castillo (Barcelona, 1970) terminó enfermería en el 93. Alguna de sus profesoras aún conoció la cofia, imagen que respeta y guarda con cariño. «Me enseñaron a amar la profesión»,dice. Pero hoy considera que ni cofias, monjas, ni apretados escotes y ligas en muslos a la vista cuadran con la enfermera profesional. Castillo reivindica para ellas más conocimiento de sus múltiples puestos en un hospital y recuerda que cada vez que un paciente hace sonar su timbre, es una enfermera o auxiliar quien acude. Los sets de hospital que monta y fotografía con figuras de Playmobil lo explican muy bien.

Con sus figuritas de Playmobil pide visibilidad para la enfermera de hoy y enterrar estereotipos. 

-¿Por qué juguetes para su serio objetivo?Es una manera respetuosa de mostrar nuestro trabajo en el hospital. Mis fotos no interfieren en el día a día de enfermeras, médicos, ni pacientes. Y a mí la historia de las figuritas de Playmobil me cautivó.

-Cuéntela.Nacieron al inicio de los 70, como yo, y 1971 fue el año de la crisis del petróleo y al encargado de desarrollar productos en la fábrica, Hans Beck, le pidieron algo pequeño para ahorrar plástico. Y en 7,5 centímetros, diseñó el personaje que cabe en la mano de un niño. A todas sus versiones les dibujó una sonrisa, el único lujo que se pudo permitir.

-Una sonrisa... un lujo.Claro, la sociedad estaba en crisis. El optimismo es un lujo, un regalo cuando apenas hay algo que hacer. En mi hospital de juguete, todos sonríen: la señora de la limpieza, el de seguridad, la recepcionista, médicos, enfermeras, camilleros... Todos son imprescindibles, y su sonrisa, también.

-¿Qué hace a las enfermeras invisibles?El estereotipo. Las enfermeras de hoy no llevan cofias ni ligas, pero esa imagen aún se encuentra en internet. Aún se nos asocia al pasado, cuando cuidaban a enfermos y moribundos, pero en un hospital hay muchas especialidades de enfermería.

-Por ejemplo...A la enfermera perfusionista la llamamos bombera. Está en el quirófano en operaciones cardiacas, maneja la bomba de perfusión extracorpórea. También las del SEM; las que tramitan repatriaciones con barco, avión... Las de la UCI, unas superwomen, y la enfermera gestora de casos, en oncología, que gestiona las visitas de manera que el paciente resuelva pruebas, tratamiento y visita, por ejemplo, en un solo día.

-¿Y usted qué posición ocupa?Soy enfermera documentalista, en el Hospital del Mar, otra especialidad que tampoco creo que se conozca. Empecé de auxiliar, luego me especialicé en quirófano y primaria, y he pasado por muchos servicios. Ahora, frente a la pantalla, gestiono la historia de cada paciente.

-¿No añora el contacto directo con él? Sí, por eso empecé a dar clases de enfermería y a fotografiar los sets con los playmobils. Con ellos amenizaba las clases. Explicar el sistema sanitario es aburrido.

-Todavía hay poquísimos enfermeros.Según datos del INE del 2013, son el 16%. Histórica y culturalmente la mujer ha sido la cuidadora. La enfermería arrastra lo que la sociedad arrastra también, o más.

-Sus fotos se han expuesto en diversos hospitales -en enero irán a la Acadèmia de Ciències Mèdiques, seis meses junto a otro fotógrafo de juguetes-. ¿Los playmobils la llevaron a la fotografía o al revés?Al nacer mi hijo quise aprender a acertar más, para no guardar tantísimas fotos. Con una buena, basta. He hecho cursos con buenísimos fotógrafos como el desaparecido Paco Elvira. Y he ganado concursos.

-¿El cine y tele respetan su profesión?Espinosa lo hizo genial. Y Almodóvar, en Todo sobre mi madre y Hable con ella, también. Claro que le asesoró una enfermera.