Los tentáculos de la mafia georgiana en España

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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Una de las hipótesis que barajan los Mossos d’Esquadra para resolver los asesinatos de Terrassa es que se trate de un crimen cometido para saldar un ajuste de cuentas entre miembros de la mafia georgiana. Es una línea de investigación que, según fuentes cercanas al caso, se contempla pero que no excluye otras opciones, de momento.

Los Mossos, el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) o la Guardia Civil han dado en los últimos tiempos diversos golpes contra esta organización criminal, nacida en Georgia y que cuenta con ramificaciones por toda Europa, también en Catalunya y en el resto de España.

En julio de 2015, sin ir más lejos, se practicaron más de 30 detenciones contra integrantes de una trama criminal de esa nacionalidad del Este de Europa en una operación bautizada con el nombre de Aikon. La mayoría de los arrestos tuvieron lugar en Madrid, pero se trataba de una banda con gran capacidad itinerante especializada en el robo con fuerza en viviendas.

En sus asaltos buscaban especialmente joyas y relojes de oro porque contaban con la complicidad de negocios de compra-venta donde podían empeñarlos. De hecho, en la causa abierta contra esta red se llegaron a inspeccionar algunos de estos centros.

Un año antes, en octubre de 2014, se desmanteló a otro grupo de ciudadanos georgianos sospechosos de cometer unos 50 robos en domicilios de Catalunya, Madrid y Castilla La-Mancha.

No obstante, la operación de más calado contra esta mafia tuvo lugar en marzo de 2010, entonces se desplegó la operación Java-Hayastán en cinco países, que posibilitó la detención de más de 70 delincuentes, entre ellos Kajaber Shushanasvili. Este georgiano, desde su piso en la calle de Marina de Barcelona, dirigía la organización a las órdenes de su hermano mayor, Lasha, considerado el gran patriarca de la mafia georgiana.

Los centenares de policías que participaron en el gigantesco dispositivo, que incluyó ocho cuerpos distintos de seis países, sorprendieron de madrugada a 70 mafiosos, 25 de los cuales residían con sus familias en Barcelona.

La desarticulación de este entramado dejó al descubierto el funcionamiento de una asociación ilícita regida por el patrón de la gran delincuencia organizada que opera ahora en Europa: total movilidad continental, discreción en las zonas donde residen, diversa actividad criminal y un elaborado aparato de lavado del dinero obtenido invirtiéndolo en negocios legales.