EMOTIVA DENUNCIA

Imagine que su hijo tiene un trastorno de conducta grave...

El padre del agresor de Berga desvela que su hijo sufre un transtorno de conducta

Ferran Badal confiesa que su hijo sufre un transtorno de conducta. / periodico

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'Mi hijo está enfermo y la única solución que me dan es la prisión’. Así titulaba su desesperada carta a EL PERIÓDICO el pasado diciembre Charo Díez, la madre del detenido en Berga por agredir a una pareja homosexual pareja homosexual que se estaba besando a las puertas de una discoteca la madrugada del domingo. Un grito de atención e impotencia, como el de tantos otros padres de hijos conflictivos, sin respuesta. Ahora Díez recuerda que desde la asociación Afatrac (Asociación de Familiares Afectados de Trastorno de Conducta) ya acudieron en octubre del pasado año al Parlament reclamando soluciones.

“Somos un colectivo de familias con hijos problemáticos, algunos con trastornos conductuales graves, que nos sentimos desamparados por las administraciones. Las únicas medidas que nos dan para nuestros hijos son la cárcel y las multas. Pero lo que necesitan es ser tratados”, denuncia Díez. “Pedimos que estas personas puedan ir a centros especializados para seguir un tratamiento y que se les medique, lugares donde puedan estar bien atendidos. Pero solo tienen las prisiones o los manicomios”.

MEDIDAS INEFICACES

La angustiada madre explica que lo sucedido con su hijo es un ejemplo de la ineficacia de las medidas que se aplican. “Lo único que le han pedido es el alejamiento de los jóvenes agredidos. ¡Pero si viven en Barcelona! Eso a él no le sirve de nada. Yo les pedí a los Mossos que dieran una orden de reclusión en casa y apartarle el móvil, por todo lo que se ha montado en las redes y evitar más problemas. Hubiera sido mucho mejor”, argumenta. También expone que los trabajos sociales resultarían más efectivos que los ingresos penitenciarios o sanciones económicas, pero cuando en algún incidente previo lo solicitó, se lo denegaron.

El problema con los jóvenes con este tipo de trastornos, agrega, se agrava cuando alcanzan la mayoría de edad. “Mi hijo tiene 19 años. Por ley no se les puede obligar a nada pero debería haber un plan B para estos casos. El propio trastorno les impide ver que tienen un trastorno y piensan que no necesitan nada. Es desesperante”. Para obligarles a seguir una terapia o medicación necesitarían un dictamen de incapacidad y en el caso de su trastorno no se concede, afirma. "No puedes hacer ningún trámite si él no quiere".

    

Como ya anunciaba en su misiva, Díez recuerda que su hijo tiene un historial de agresiones y peleas ajenas a la homofobia. “Queremos dejar claro que esta familia no es en absoluto homófoba, él tampoco, y que apoyamos al colectivo LGTBI y rechazamos cualquier discriminación. Él puede agredir a alguien por llevar los zapatos rojos, por decir un ejemplo, se le cruzan los cables y no sé qué le pasa por la cabeza... Tiene amigos gais, al igual que mi hija, y vienen a casa sin problemas”. También subraya que hubo más agresores aunque el único que acabó en el calabozo fue su hijo, y lamenta que nadie haya hecho referencia a la carta que la familia envió a los jóvenes agredidos cuando tuvieron conocimiento de los hechos.

TRASTORNO DE DÉFICIT DE ATENCIÓN

"Imagina que tienes un hijo adoptado cuando tenía 2 años, diagnosticado de TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad) a los 10 años... Imagina que los centros educativos no entienden la problemática... que es castigado continuamente y enviado a casa... que no se aplican las medidas necesarias para hacer frente a su escolarización...". Así iniciaba Díaz la carta remitida en diciembre. Profesora jubilada y especializada en Pedagogía Terapéutica y en formación sobre el TDAH,  insiste en que es fundamental que desde la escuela se detecte y trate a estos niños, y para ello los "maestros deben estar formados”. Ella misma da cursos de formación y conferencias a profesores y padres sobre este trastorno. “Aún hay gente que niega su existencia. Es el primer trastorno que se puede diagnosticar a los pequeños a partir de 6 o 7 años. Luego de adultos en algunos casos desaparecen, en otros continúa y a veces va acompañado de otras patologías”.

En la misiva Díaz detallaba el viacrucis de su familia. He aquí un extracto: "Imagina que [el hijo] empieza a consumir canabis y se pone muy agresivo y acaba ingresado 10 días en la unidad psiquiátrica de un hospital público... Imagina que asiste a la unidad de conductas adictivas y le dan de alta porque no quiere dejar de consumir, en lugar de hacerle la terapia para ayudarle a dejar el consumo.... Imagina que es agresivo y se pelea continuamente. Que vas pagando sanciones económicas... y que la sentencia siempre es la misma: multa o prisión sin saber cómo acceder a que le conmuten por servicios a la comunidad, para que sea él quien pague por las consecuencias de sus actos.... Imagina que vas viendo y, además te lo dicen, que el único camino es la prisión... ¿Cuántas madres y padres no se imaginan todo esto y más, si no que lo están viviendo día tras día? Yo soy una de estas madres y me encuentro impotente ante esta sociedad...  que llena las prisiones con enfermos sin buscar otras soluciones". 

LA CARTA QUE ENVIÓ

Esta es la transcripción textual de la carta que envió a EL PERIÓDICO el pasado diciembre:

"Imagina que tens un fill adoptat quan tenia dos anys, diagnosticat de TDAH (Trastorn de Dèficit d’Atenció amb Hiperactivitat) als 10, que comença amb una medicació prescrita per la neuropediatra.

Imagina que als centres educatius no entenen la problemàtica ni estan formats per enfrontar-la. Com a conseqüència, és castigat contínuament, rep expedients disciplinaris, és enviat a casa seva per períodes que van des de 3-4 dies fins a un mes. Que no s’aplica cap protocol d’actuació ni les mesures absolutament necessàries per a poder fer front a la seva escolarització.

Imagina que acaba assistint a un CET (Centre Educatiu Terapèutic) sense poder assistir al centre ordinari perquè no saben què fer amb l’alumnat amb problemes greus de conducta.

Imagina que amb un gran esforç seu i nostre --pare i mare--, amb 4-5 hores de feina cada dia a les tardes i els caps de setmana arriba a obtenir el certificat de l’ESO però no pot acabar una formació professional de cicle mitjà.

Imagina que acabes amb una fama de pare/mare consentidora i amb una relació espantosa amb el professorat. Imagina que nosaltres som professors i, de vegades, som companys del professorat del nostre fill. Imagina que comença a consumir cànnabis i que es posa molt agressiu i acaba ingressat  deu dies a la Unitat Psiquiàtrica Infanto juvenil d’un hospital públic.

Imagina que assisteix a la UCA (Unitat de Conductes Addictives) i que és donat d’alta perquè ell no vol deixar de consumir, en lloc de fer-li la teràpia que requereix per a ajudar-lo a deixar el consum. Imagina que el diagnostiquen també un trastorn de personalitat antisocial.

Imagina que es agressiu i es baralla contínuament. Que vas pagant sancions econòmiques i que acaba tenint set demandes judicials per agressions amb lesions més o menys greus i que la sentència sempre és la mateixa: multa o presó sense saber com accedir a que li commutin per serveis a la comunitat, per a que sigui ell qui pagui per les conseqüències dels seus actes.

Imagina que vols incapacitar-lo i que, com que té només un 35% de minusvàlua, el seu coeficient intel·lectual és normal i és llest, no és ni esquizofrènic ni bipolar (que de vegades penses que són les úniques malalties mentals que es tenen en compte) no trobaràs cap jutge que se la concedeixi.

Imagina que saps que existeixen mesures alternatives i que saps que és la única manera de que sigui responsable dels seus actes i se li pugui obligar a medicar-se, internar-lo... I que et preguntin si està incapacitat.

Imagina que arriba a la majoria d’edat, que ell no té cap consciència de malaltia mental i no pots fer cap tràmit sense el seu consentiment, ni tens accés a la informació que li arriba dels jutjats i que no pots fer cap tràmit, si ell no vol.

Imagina que vas veient i, a més a més t’ho diuen, que l’únic camí és la presó, no hi ha cap altre; “vivim en un país democràtic i qui la fa, la paga”, et diuen...

Quantes mares i pares no s’imaginen tot això i més, sinó que ho estan vivint dia rere dia?

Jo sóc una d’aquestes mares i em trobo impotent davant aquesta societat que omple les presons amb malalts mentals sense buscar altres solucions.

Malauradament aquest ‘Imagine’ no té música ni és tan bonic i esperançador com el de John Lennon."