Los desafíos a la seguridad

La lucha contra las mafias, reto policial tras el cese de ETA

Los Mossos salen del Hotel Orly de Cambrils junto a un detenido en la operación Java, en junio del año pasado.

Los Mossos salen del Hotel Orly de Cambrils junto a un detenido en la operación Java, en junio del año pasado.

MAYKA NAVARRO
MADRID

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En julio del 2007, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu, a instancias de la Fiscalía Anticorrupción, ordenó la detención del que hasta poco antes había sido subdelegado del Gobierno en Barcelona, Eduard Planells, quien continúa en libertad provisional, imputado por colaborar con presuntos miembros de la llamada mafia rusa que a finales de los 90 se asentó en Catalunya. Eso es crimen organizado. No basta que un grupo de delincuentes se organicen para delinquir. Para que haya crimen organizado tiene que haber una jerarquía, una obediencia, unos códigos internos, unos fondos que invertir en negocios y, sobre todo, el deseo de corromper las entrañas de un estado. Ahora mismo en España, finalizada la amenaza de ETA, el crimen organizado es, junto al terrorismo islámico, el principal reto en materia de seguridad.

La definición anterior de crimen organizado, incluida la necesidad de comprar voluntades políticas, policiales y judiciales, hace difícil que las estadísticas oficiales sean útiles para valorar o cuantificar la presencia de estas mafias en España. Hay cifras. Las últimas, del 2010, hablan de casi 6.500 detenidos. Pero no sirven para tratar de lo que se habla en estas líneas.

ESTRATEGIA NACIONAL / Hace un año, el entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ya anunció que España diseñaría una estrategia contra el crimen organizado similar a la antiterrorista. El resultado fue la incorporación del crimen organizado en la Estrategia Española de Seguridad como una de las principales amenazas.

Hasta el 2004 la lucha contra el crimen organizado fue una travesía en el desierto protagonizada por algunos policías y guardias civiles que se enzarzaron en complejas investigaciones sobre los primeros mafiosos que se estaban instalando en España. Casi todos esos policías acababan llamando a la puerta de un fiscal, David Martínez Madero, empecinado en centrar en la lucha contra la mafia y la corrupción su trayectoria profesional, truncada el pasado enero por su inesperada muerte.

Fue Martínez Madero quien coordinó en marzo del 2005 Mármol Rojo, la primera gran operación contra la mafia ucraniana asentada en Tarragona. La falta de colaboración con las autoridades ucranianas obligó al sobreseimiento provisional. Pero se crearon las bases de lo mucho que vendría. Solo unos meses después, y de la mano de la Policía Nacional, coordinó la operación Avispa, que culminó con el mayor golpe asestado a la mafia georgiana, liderada por elvor v zakone(ladrón en la ley) Zakhar Kalashov. Luego vendrían las operaciones Troika y Java, que han dado a España un reconocimiento internacional sin precedentes por su lucha contra las mafias.

LA LACRA DEL TERRORISMO / Hasta ese momento, el crimen organizado no era una prioridad. Un país castigado durante medio siglo por ETA, con casi un millar de muertos, había apostado por centrar esfuerzos y recursos en esa lacra. Durante años, el mayor número de investigadores y buena parte de los servicios de inteligencia e información han trabajado contra ETA. «La apuesta era lógica. No se veía nada más. Ahora conviene cambiar el foco», dice un responsable judicial.

Y en el nuevo foco aparecen las mafias. ¿Hay suficientes recursos? «En cuestiones policiales, cuanto más se tiene, más se utiliza. Nunca sobra un investigador. Pero ningún cuerpo policial se puede quejar de cuánta gente trabaja ahora contra el crimen organizado», asegura un comisario.

El CNI, la Guardia Civil, la Policía Nacional, los Mossos d'Esquadra y en menor medida la Ertzaintza cuentan con unidades especializadas reforzadas en los últimos años. Ahora hay que recolocar a los cientos de agentes que durante años solo trabajaron en la lucha contra ETA. «Es lógico que algunos se pasen al crimen organizado», añade el mismo comisario. En el 2004, tras los atentados del 11-M en Madrid, se puso en evidencia la falta de investigadores y recursos contra el terrorismo islámico. No se tenía en cuenta ni se le daba importancia.

Con el crimen organizado no pasará lo mismo. El Gobierno socialista lo asumió como prioridad. Los periodistas Pablo Muñoz y Cruz Morcillo, especializados en mafia rusa, empiezan su libroPalabra de Vorcon una cita real. «Presidente, cuando quiera mandar en una parte del país y no pueda porque alguien manda más que usted, sabrá que las mafias rusas están aquí definitivamente». Era junio del 2005 y José Luis Rodríguez Zapatero convocó al día siguiente al responsable de la seguridad nacional que le acababa de soltar la tremenda frase para que le contara de qué iba la cosa. Y se la contó. Y se actuó. Pero, como advierte un fiscal: «No nos podemos permitir bajar la guardia ni un segundo».