El antecedente

Lotería Nacional de BCN

Celebración del primer sorteo de Navidad en el restaurante Lyon d'Or, en la Rambla de Barcelona, el 22 de diciembre de 1937.

Celebración del primer sorteo de Navidad en el restaurante Lyon d'Or, en la Rambla de Barcelona, el 22 de diciembre de 1937.

MAURICIO BERNAL
BARCELONA

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El Gobierno republicano empezaba su larga huida y se llevaba lo que podía, incluyendo la Lotería. ¿Cómo iba a dejarla? Si hubiera tenido rostro y manos habría sido una niña de ojos claros, bonita y consentida. Y lucrativa. Sobre todo lucrativa.«En 1935, las ventas de lotería suponían el 1,1% del Producto Interior Bruto español, lo que equivalía a un 3% de los ingresos totales del Estado»,explica Roberto Garvía en suHistoria ilustrada de las loterías de España. Madrid estaba a punto de caer en manos de los nacionales y los republicanos escapaban con sus bártulos, ministerios, cortes, la parafernalia institucional, a Valencia primero y a Barcelona después. La Lotería, que dependía de Hacienda, marchaba con ellos. Toda: los bombos iban en el equipaje.«Cogieron los bombos y se los llevaron a Valencia, y más tarde, cuando estaba a punto de caer Valencia, a Barcelona»,dice Garvía.

La República se instaló en Barcelona en octubre de 1937, y desde entonces hasta comienzos del 39 la Lotería funcionó allí, emitió boletos allí y allí celebró dos sorteos de Navidad, que siguen siendo el único referente de una lotería navideña organizada en Catalunya.«El primer sorteo de la Lotería Nacional que Barcelona acogió en su historia fue el extraordinario de Navidad del 22 de diciembre de 1937»,consigna el historiador Daniel Venteo en su libro sobre la histórica administración Valdés (Valdés, la loteria de la sort). El sorteo tuvo lugar en el bar restaurante Lyon d'Or, en los bajos del Teatro Principal, en la Rambla, con la mesa presidencial dispuesta frente a la puerta y los niños de la Casa d'Assistència President Francesc Macià cantando los números en lugar de los alumnos de San Ildefonso. El país se desmoronaba, pero algunos se obligaban a mantener la ilusión.

Un nombre problemático

Nada de esto significa que los nacionales renunciaran a tener su propia lotería. España estaba dividida en dos y no parecía lógico que los golpistas sacrificaran semejante fuente de recursos, esos jugosos números del PIB. El problema es que no tenían los bombos: ni literal ni metafóricamente.«La historia de la Lotería Nacional en el bando franquista presenta la otra cara de la moneda-explica Garvía-,pues si en un principio los republicanos tenían el personal, la imprenta y toda la maquinaria administrativa de Loterías, en el otro bando hubo que improvisar todo».A favor tenían un detalle, formal pero elocuente, la denominación, que la lotería era Nacional, como ellos, lo que en teoría tuvo que suponer una molestia para sus rivales.«Puede parecer sorprendente que el bando republicano siguiera llamando Nacional a su lotería, pero había razones para hacerlo».

Para empezar, la cuestión formal de que cuando tuvo lugar el golpe de Estado, en julio del 36, los billetes de muchos sorteos posteriores ya estaban impresos y distribuidos, es decir que o la Lotería seguía siendo Nacional o, en tiempos de guerra, lo reimprimían todo.«Pero en términos políticos tampoco era conveniente, pues un cambio de nombre podía entenderse como una forma de reconocimiento al otro. Además, el término nacional de la lotería tenía originalmente connotaciones progresistas».

El resultado fue que durante 20 meses más o menos hubo dos loterías, y un año, un diciembre, el de 1938, dos sorteos de Navidad: el de los republicanos en Barcelona y el de los nacionales en Burgos. El 22 de ese mes tuvo lugar el sorteo en la capital catalana, que Venteo recuerda de este modo en su libro:«Dos meses antes del sorteo de Navidad las tropas de las Brigadas Internacionales habían desfilado por la Diagonal y abandonado Barcelona. Ajena a las dificultades cada vez más acusadas de la propia República, que llegaba a su fin, la rifa de Navidad tenía lugar nuevamente en el Lyon d'Or. El Gordo salió exactamente a las 9 y 38 minutos del jueves 22 de diciembre».

Un arma descargada

Del otro lado del Ebro tenía lugar un sorteo similar, que el diarioABCsaludaba de este modo en su edición del 23 de diciembre:Ayer se celebró en la España Nacional el primer sorteo de la tradicional Lotería de Navidad. El texto vilipendiaba la lotería rival («Esta fuente de ingresos resultó en las manos de los asesinos y ladrones un arma descargada») y afirmaba que en la zona republicana nadie compraba boletos, lo cual, siendo exagerado, servía también en parte para describir lo que ocurría en el territorio de los nacionales. La guerra arrasa con todo, y por muy arraigado que estuviera el hábito de probar suerte, era impensable que la Lotería superase la prueba sin un rasguño. Naturalmente, tanto la recaudación como los premios cayeron en picado. Ya es mucho que la gente siguiera comprando décimos mientras arreciaban los bombardeos.

Si no felicidad, un bien escaso entonces, los alivios que repartió el sorteo de Barcelona los repartió en casa. La antigua administración de Maria Illa, una oficina situada muy cerca del Lyon d'Or, se dio la alegría de vender el primer premio, el 22655, mientras que el segundo y el tercero (05888 y 27184) los repartieron administraciones de la calle de Pelai y de la Via Laietana, entonces Via Durruti. No es extraño: el cerco se estrechaba y el grueso de los décimos se vendían en la ciudad. Un mes más tarde, el 26 de enero, las tropas franquistas tomaban el Tibidabo y Montjuïc y llegaban al centro de la ciudad sin hallar resistencia. Terminaban muchas cosas. Una de ellas, menor sin duda, la aventura de la lotería en Barcelona.