Los pescadores catalanes echan las redes en el caladero turístico

Pescadores del 'Bonomar' y pasajeros, en la cubierta del barco.

Pescadores del 'Bonomar' y pasajeros, en la cubierta del barco.

FERRAN COSCULLUELA / PALAMÓS

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los pescadores de Catalunya, que año tras año ven caer sus capturas a pesar de la constante reducción de la flota, han encontrado un nuevo caladero en el que lanzar sus redes. En él habita el turista, una especie hasta ahora desconocida por las cofradías pese a que su pesca se practica desde hace décadas en otros países europeos como Italia. Desde el verano del 2013, los visitantes se están convirtiendo en uno de los ejemplares habituales con los que las barcas regresan a puerto después de un largo día de faena. En la Costa Brava los pioneros fueron Roses, Llançà y L'Escala, seguidos por Cambrils y la Ametlla de Mar en las comarcas de Tarragona. Este año, Palamós es uno de los puertos que empiezan más temprano la campaña, ya que abre la veda a partir del recién estrenado mes de mayo.

La propuesta es tan sencilla como sugerente: enrolarse como un marinero más en una de las embarcaciones que salen diariamente a faenar. En este caso especializadas en la pesca de la gamba mediante redes de arrastre. Pero que nadie se llame a engaño. «No se trata de un parque temático. No variamos nuestras rutinas para adaptarnos al turista. Hacemos lo que hacemos siempre, para mostrar nuestro mundo y nuestro trabajo a la sociedad. Por eso es necesario venir preparado», advirtieron Xavier Miró y Carles Figueres, patrones de La Estrella del Sur III y el Bonomar, las dos embarcaciones que participaron en la prueba piloto que sirvió de presentación de la temporada, el pasado miércoles.

En el argot marinero, «preparado» quiere decir estar dispuesto a madrugar (porque se sale del puerto entre las seis y las siete de la mañana), llevar la ropa de abrigo adecuada y, sobre todo, ser consciente de que se va a pasar una jornada de entre nueve y diez horas a bordo de una embarcación de unos 20 metros de eslora. El viaje se inicia con la presentación de rigor de la tripulación, compuesta por dos o tres marineros, y de las dependecias del barco. «Siempre es conveniente andar con una mano libre, por si es necesario agarrarse a algún sitio para no caerse cuando el barco se mueve», aconsejan los experimentados lobos de mar.

PELAR PATATAS / La navegación hacia el caladero suele durar una hora. Una vez allí se lanzan las redes y a continuación llega la hora de la comida, sobre las nueve de la mañana. «A nosotros nos gusta que la gente se implique en nuestra rutina y por eso los ponemos a pelar las patatas con las que solemos acompañar los platos de pescado», avisan los patrones.

La maniobra de arrastre, a una velocidad de 2,5 nudos (unos cuatro kilómetros por hora), se prolonga por espacio de unas seis horas en las que se charla, se duerme o se ve la televisión. La recogida de las redes es la operación más delicada y la que da más pie a la participación de los neófitos enrolados en los barcos, ya que acostumbran a ayudar a la tripulación a seleccionar las capturas. Tras regresar a puerto, lo habitual es que los acompañantes también vayan a la lonja, donde se les explica todo el procedimiento de la subasta de las capturas.

Francesc Subirats, portavoz de la cofradía de pescadores de Palamós, comenta que este año es la segunda edición de la actividad de Pescaturisme en ese puerto, una actividad en la que participarán nueve embarcaciones y que se prolongará hasta el mes de septiembre. La propuesta va dirigida a personas mayores de edad, aunque también pueden participar menores de 16 y 17 años siempre que vayan acompañados de un adulto.

«El centro de operaciones está en el Museu de la Pesca y los precios van de 88 a 60 euros, en función de la modalidad en la que se quiera participar: gamba, cigala, pescado o pesca artesanal en la costa», precisa.