DEBATE SOBRE LAS ESTRATEGIAS EDUCATIVAS

Los móviles en las aulas dividen a la comunidad escolar

Un grupo de jóvenes consultan aplicaciones de sus teléfonos móviles, en Barcelona.

Un grupo de jóvenes consultan aplicaciones de sus teléfonos móviles, en Barcelona.

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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Fuente de distracción intolerable en la rutina escolar o herramienta indisoluble con la realidad cotidiana de los estudiantes. La presencia del móvil en las aulas y el tipo de restricciones que deben aplicarse a su uso son motivo de controversia entre comunidad educativaalumnos de institutos y familias, con fórmulas que varían de un centro a otro, puesto que Catalunya no dispone de una regulación al respecto.

En Malgrat de Mar tienen claro el veto tras detectar problemas en las reuniones con los centros escolares. Incidencias en las que los 'smartphones'' se utilizaban para usos indebidos, «como acoso u organizar peleas», además de «dispersar la atención de los alumnos», explica el concejal de Cultura y Juventud, Jordi Romero. Por eso, «ante la necesidad reclamada por los profesores», desde principio de curso se unificaron criterios en todos los centros y estableció que, al acceder, el dispositivo se apaga o se silencia, sin sacarlo de la cartera ni permitirse su uso «ni en el aula ni en el patio».

«Los móviles, ni visibles ni audibles», resume Jaume Carles, director del instituto Ramon Turró de esta localidad. Respalda la decisión al subrayar la prioridad pedagógica de los centros, una tarea para la que «ya hay herramientas disponibles, como los portátiles y las tabletas». «Si los directivos de Google, que algo saben de esto, llevan a sus hijos a colegios donde no hay tecnología digital, por algo será», dice Carles. Cifra en una treintena las confiscaciones de móviles este curso, y detalla que suelen ser alumnos «problemáticos».

Si se detecta a alguien usando el teléfono o recibiendo un mensaje, se le retira y se avisa a los padres para que vayan al centro. Aunque es muy reciente, la medida aporta mejoras «en todos los ámbitos», según Romero, que destaca el «incremento en la atención de los chicos y una sensible reducción de las incidencias, como la difusión de grabaciones que suponen «un uso indebido de la intimidad y los derechos de imagen». El concejal explica que el móvil se puede usar a discreción del profesor, por ejemplo, para tomar una foto al visitar un museo, y que cada centro matiza las normas.

Con otra perspectiva abordan la controversia en el instituto Torre del Palau, en Terrassa. Allí han decidido que el alumno sí puede llevar el teléfono encima, en el bolsillo si lo desea, pero «apagado o sin sonido», detalla Evaristo González, director del centro, que especifica que en clase no se puede usar sin consentimiento del profesor. Sí se permite consultarlo en el patio y en los descansos. La fórmula funciona, dice González: «Con 700 alumnos, el 99% con móvil; y en el curso solo se han confiscado cinco aparatos», resalta.

RESPONSABILIDAD

El centro aplica estas normas desde el 2010, para no vivir «de espaldas a una realidad que forma parte de la vida de los alumnos», y admite su uso como complemento pedagógico si el profesor lo ve oportuno. «La única forma de educar en el buen uso de la tecnología es utilizarla y establecer normas», expone. Admite que hay profesores y familias «con reticencias», pero aboga por mantener la hoja de ruta porque el centro «no cree en la prohibición, sino en la responsabilidad» y porque el móvil puede tener un uso educativo, más allá de su faceta social. «Prescindir de él es vivir en un oasis artificial que diferencia al centro del resto de la vida, cuando es parte de la vida», dice.

A esa línea de regulación se adhiere el profesor de Antropología Social Carles Feixa. «Los smartphpones son tabletas de tamaño reducido, y estas son instrumentos innegables de aprendizaje», dice. Pide la implicación de las familias, pero aboga por dejar «libertad de cátedra» a los docentes para decidir en qué momento recurrir a estos dispositivos, «como instrumento útil de motivación» para nativos digitales.

USOS INADECUADOS

Maialen Garmendia, directora de EU Kids Online España, que investiga la relación de los menores con internet, constata que la mayoría de países restringen el móvil en el aula «para evitar distracciones y usos inadecuados», pero no cree que sea origen de acoso o peleas, sino un instrumento más. Pide que se use «como instrumento, no como amenaza», en el reto de integrar las nuevas tecnologías en la educación, «no como asignatura aislada, sino de forma transversal en todo el currículo».

Pautas que formarán parte del marco que prepara la Generalitat para colaborar con los centros en «la regulación en el uso del móvil», según la directora general de Atenció a la Família i la Comunitat Educativa, Meritxell Ruiz. «Cada centro tendrá autonomía, pero les facilitaremos criterios para que detallen con precisión el uso del móvil», detalla. Y avanza que reflejarán «el cambio de paradigma en el aprendizaje», dando protagonismo a la adquisición de competencias básicas en el dominio de la tecnología en un entorno en el que vetar «no sirve de nada».

Al reto de exprimir el «potencial educativo» de los dispositivos móviles se suma el maestro y antropólogo Jordi Jubany. «No tiene sentido prohibir herramientas que tendrán a su alcance; lo que se precisa es enseñar a usarlas bien y cuando toca. Estamos acostumbrados a la conexión, pero se hace igualmente necesario aprender a desconectar también».