GALARDÓN DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS DE SUECIA

Los mecanismos de reparación del ADN triunfan en el Nobel

EL PERIÓDICO
BARCELONA

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Tres investigadores consagrados a la comprensión de los mecanismos de reparación del ADN, la molécula en que está basada la vida, fueron galardonados ayer con el Nobel de Química por sus trabajos que «han mejorado la comprensión de las enfermedades hereditarias y hecho posibles nuevos tratamientos contra el cáncer», como destacó el acta de la Academia de Ciencias de Suecia. Los galardonados son el sueco Tomas Lindahl, el turco afincado  en Estados Unidos Aziz Sancar y el estadounidense Paul Modrich.

Sus estudios, cada uno con una aportación diferente, han desvelado una aparente imposibilidad química: cómo cada copia del material genético humano es sorprendentemente similar a la original a pesar de que todos los procesos químicos sean propensos a errores aleatorios y que, además, el ADN esté sometido constantemente a agresiones externas como la radiación ultravioleta o el humo del tabaco. El motivo es que disponemos de unas moléculas de reparación, una especie de corrector que opera constantemente y que evita la aparición de mutaciones que pueden causar cáncer.

DESDE LOS AÑOS 60 / Lindahl, posgraduado en EEUU, empezó a estudiar la estabilidad de la molécula de ADN a finales de los años 60, en una época en que la comunidad científica creía que esta era muy resistente. De vuelta a Suecia, en el Instituto Karolinska, sus experimentos probaron que su sospecha era cierta y que el ADN sufría un deterioro lento pero notable, por lo que debían de existir sistemas moleculares para reparar esos defectos. Así, Lindahl empezó a buscar enzimas reparadoras usando ADN bacteriano, similar al humano, hasta encontrar una que eliminaba los restos dañados de citosinas (una de las cinco bases que forman parte de los ácidos nucleicos). En 1996 fue capaz de recrear el proceso de reparación humano in vitro.

Si Lindahl abrió las puertas a un nuevo campo de investigación, Sancar resolvió otra incógnita no resuelta por aquél: cómo las células afrontan los daños provocados por la radiación ultravioleta. El investigador turco se trasladó a Estados Unidos y a mediados de los 70 empezó a estudiar por qué las bacterias expuestas a dosis mortales de radiación podían recuperarse si eran iluminadas con luz azul visible. Y unos años después logró clonar el gen de la enzima reparadora (fotoliasa) y hacer que la bacteria la produjera. Por aquel entonces se sabía que el daño causado por esa radiación se podía reparar también con otro sistema que funcionaba a oscuras. Así, Sancar logró identificar, aislar y caracterizar las enzimas codificadas por genes mutados por radiación.

Paul Modrich, finalmente, se interesó por enzimas que afectaban al ADN, como la metilasa Dam, que junta los grupos metilo con aquel, y mostró que podían funcionar como indicadores para cortar las cadenas de ADN en el lugar correcto. En colaboración con Matthew Meselson, demostró más tarde, usando los grupos metilo, que la reparación de desapareamiento del ADN es un proceso natural que corrige los desajustes ocurridos cuando este se copia.