La gestión de la inmigración

Los CIE, en la picota

Peticiones de mejora o de clausura de los centros acaparan el debate impulsado por EL PERIÓDICO

Familiares de internos, ante el CIE de Barcelona, el miércoles pasado.

Familiares de internos, ante el CIE de Barcelona, el miércoles pasado.

TONI SUST
BARCELONA

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¿Qué debe hacerse con los centros de internamiento para extranjeros? Hasta ahora, los CIE han sido motivo de polémica de forma guadianesca. La sociedad ha reparado en su existencia a golpe de incidente, de denuncia de malos tratos, de muertes de internos. Cierto es que algunas entidades no han parado de reclamar su cierre o, por lo menos, su reforma. El fallecimiento del guineano Idrissa Diallo, el pasado 6 de enero en el centro de internamiento de la Zona Franca, en Barcelona, hizo arreciar las protestas, pero esta vez con un eco mayor.

EL PERIÓDICO ha dedicado esta semana su espacio de debate Entre Todos a la cuestión, y el resultado ha sido rico en participación y en matices. Desde el lunes hasta el viernes, representantes de entidades sociales, políticos y ciudadanos han intercambiado opiniones. Pese a algunas diferencias, casi todos los participantes comparten una denuncia: no tiene sentido, no es admisible que una persona que no ha cometido un delito sea internada en un centro que en la práctica es peor que una cárcel en lo que a derechos y condiciones de vida se refiere.

Jordi Ruiz Peñas, analista informático, abrió el fuego advirtiendo de que el aluvión de inmigrantes en España en los años del boom de la construcción fue estimulado para lograr mano de obra barata: «Aquí ha habido un plan preconcebido».

EL VACÍO LEGAL

Los efectos de la falta de un reglamento

Varios participantes subrayaron las carencias más evidentes en los CIE. Quizá la más definitoria es la de que todavía no se ha aprobado un reglamento interno, lo que deja en manos del director de turno las normas. Lo denunció el vocal de la Taula del Tercer Sector y presidente de Fedelatina, Javier Bonomi: «Estos centros no cuentan con un reglamento como el de las cárceles». Mohamed Alami Susi, presidente de Amics del Poble Marroquí, muestra su preocupación por cómo son tratados los extranjeros en los centros de internamiento. Pide «mayor vigilancia hacia el funcionario que haya recibido alguna reclamación», y videovigilancia «como en las comisarías».

EL FUTURO

Medidas terminantes y mejoras decisivas

Sin duda, uno de los puntos principales de polémica en relación a la situación de los centros de internamiento de extranjeros es si cabe la posibilidad de que los CIE mejoren y sean menos opacos, así como de que se halle la forma de asegurar que en dichos centros se respetan los derechos de los internos. Es decir, de que sean regulados.

La otra opción es que, sencillamente, sean cerrados. En el fondo, señalan algunos participantes, existe la convicción, o no, de que hay que regular los flujos migratorios. Aboga por regularlos el exfiscal Carlos Jiménez Villarejo, «pero desde el respeto riguroso a los principios constitucionales y el ordenamiento jurídico». El periodista Xavier Rius-Sant también habla de regulación, concretando: que la expulsión sea excepcional, que en los CIE no estén juntos quienes han cometido delitos y los que no, que se renueve a los inmigrantes con papeles que se han quedado en paro, que se combata el rechazo del actual Gobierno al arraigo social de quienes llevan tres años en España y que se acabe con las redadas fundamentadas en el color de la piel de los interpelados por los agentes, entre otras medidas.

LAS RESPONSABILIDADES

Políticos, entidades

y puntos de vista

Como suele suceder, políticos y representantes de entidades no siempre coinciden. «¿Por qué tengo la impresión, al leer su comentario, de que todo es pura demagogia?», espetó Francisco Tabernero, prejubilado, al diputado de CiU Carles Campuzano. «Ustedes, los políticos, están en la raíz del problema». La verdad es que de Campuzano a Laia Ortiz, diputada de ICV en el Parlament, pasando por el dirigente de CDC Àngel Colom o el parlamentario de ERC Oriol Amorós, todos se han caracterizado por un interés especial por la inmigración. Lo que no evita que algunos de sus partidos se hayan caracterizado por eludir situaciones conflictivas como las de los CIE. Quizá ICV sea la fuerza que más se signifique en demanda del cierre. El jefe de filas de ICV en el Ayuntamiento de Barcelona, Ricard Gomà, lo explicó así: «Es necesaria una nueva regulación de los CIE, sí. Pero no deja de ser difícil regular lo que en una sociedad democrática no debería existir. No es un deseo para un mundo idílico pero inalcanzable». En una derivada eminentemente política, Colom opina que si bien el cierre sería una buena noticia, cualquier medida requiere una reforma de la ley de extranjería que no fue posible en los últimos años por la posición del Gobierno del PSOE.

LA REALIDAD

Foráneos que entran «por la ventana»

Amorós dejó una frase elocuente: «Si tiene que haber regulación de flujos tiene que haber mecanismos para hacerla efectiva». Y expulsiones, agrega. Lo que según él debe ser compatible con velar por la situación de los inmigrantes. El que fuera responsable de inmigración del Gobierno tripartito catalán señala que pese a que oficialmente apenas han llegado africanos (es decir, con el visado correspondiente), un paseo por el Casc Antic da una idea de hasta qué punto han entrado por otras vías. Por ello, defiende dejar «la puerta entreabierta». «Si la cerramos -agrega-, entrarán por la ventana». Lo aplaude el periodista Bertran Cazorla, que pone en duda que los flujos migratorios puedan ser controlados de forma efectiva.

Àgata Sol, coordinadora de la comisión de inmigración de Entitats Catalanes d'Acció Social (ECAS), y Jose Peñín, portavoz de SOS Racisme, reclamaron el cierre de los CIE. Sol ve como «una aberración» que se trate a inocentes «como delincuentes»: «Pensamos que la regulación es un primer paso, pero habrá que seguir trabajando para lograr el cierre definitivo». Peñín tampoco tuvo dudas. Argumentó que en realidad el porcentaje de expulsiones es relativamente bajo, lo que cuestiona la utilidad de los CIE: «¿Por qué detener y retener a personas a las que no se podrá expulsar?».